Orlando Pin, 91 días en coma por un accidente: Su madre dijo a la Virgen que si se curaba atendería gratis como médico y así lo hace

“Al principio me dieron por muerto. Los rescatistas usaron sierras eléctricas para sacarme del carro. Mi mamá era muy devota de la Virgen de Schoenstatt, así que prometió que si me si me curaba, yo, que recién me había graduado de médico, daría atención gratuita y popular a las personas de la zona donde me había accidentado”

27 de septiembre de 2016.- (Camino católico) Una promesa le devolvió la vida. Su cercanía con la muerte lo inició en un viaje cargado de emociones en una de las zonas más vulnerables de la ciudad. El doctor Orlando Pin Benavides venía manejando por la vía a Daule después de haber cumplido una jornada de trabajo que lo había llevado a Manta (Manabí).

Hace 25 años, Orlando Pin, un hombre de escasos recursos nacido en Esmeraldas, conducía su coche, era como la una de la madrugada y estaba por llegar a Guayaquil (Ecuador), pero por quedarse dormido en el volante se estrelló con un poste, a la altura del Parque Empresarial California (PECA).

“Al principio me dieron por muerto. Los rescatistas usaron sierras eléctricas para sacarme del carro”,señala este médico que, luego de ese episodio, pasó 91 días en coma y 2 años y seis meses en silla de ruedas, sin poder caminar.

Pero había sobrevivido. “Mi mamá era muy devota de la Virgen de Schoenstatt, así que prometió que si me si me curaba, yo, que recién me había graduado de médico, daría atención gratuita y popular a las personas de la zona donde me había accidentado”, indica este especialista en gineco-obstetricia, cirugía estética y cirugía abdominal. Las oraciones obraron el milagro y lo hicieron renacer, precisa.

Pin tomó esa promesa como propia y, aún en silla de ruedas, comenzó a atender consultas en un dispensario que abrió en Flor de Bastión, cerca de donde había ocurrido el accidente. No tenía dinero para la edificación, contaba con apenas unos cuantos sucres que había obtenido de su trabajo anterior como visitador a médicos.

“Desde el primer año observé casos de pobreza, maltrato a niños y mujeres, niñas de 14 años embarazadas”,dice este especialista que comenzó a ofrecer sus servicios puerta a puerta y a atender varios casos de parto.

Él recuerda uno en particular. “Estábamos en pleno invierno con el fenómeno de El Niño (1997), a eso de las 19:00. Llegó un hombre que decía que su esposa estaba a punto de dar a luz, pero que la comadrona no podía atender el parto, porque había complicaciones”.

La lluvia intensa provocó que tardaran dos horas en llegar a esa casa para atender ese parto, que lucía riesgoso porque el bebé venía de pie.“Ese niño habría muerto de no haber llegado un doctor”.

Ese tipo de casos demuestran la importancia de tener un médico cerca, y la comunidad se percató de ello. “Una vez, yo aún en silla de ruedas, unos ladrones me robaron todo mi equipo, así que los pobladores, aunque eran pobres, voluntariamente hicieron una ‘vaca’ para comprarme todo nuevamente. Y me pusieron un guardia”, indica sobre ese local, convertido en clínica popular.

Pin es especialista en medicina interna y cirugía general. Labora en el Omnihospital de Guayaquil, es catedrático de la Universidad de Guayaquil y vicepresidente de la Asociación Médica Panamericana. También es propietario de la Clínica Maternidad Pin, el inmueble que precisamente tras la tragedia construyó en Flor de Bastión como muestra de agradecimiento a su ‘protectora’.

A Pin, quien durante la infancia fue canillita y durante la adolescencia hasta lagartero, le llevó un buen tiempo encontrar el espacio para levantar temporalmente el dispensario. Mucho más el terreno donde de bloque en bloque, años después, levantó su tan ansiada casa de salud integral y de intervenciones quirúrgicas.

En el lugar ha visto nacer a decenas de ‘guayaquileños’ y a través de sus charlas y programas de prevención ha logrado reducir los casos de diabetes, hipertensión y maltrato intrafamiliar.

Actualmente este máster en Salud Pública trabaja en la creación de un programa que ayude a disminuir el consumo de drogas en los adolescentes y evite la muerte de prematuros en Bastión Popular.

La meta es mejorar su calidad de vida, darles el mismo aliento que ellos, reitera, le dieron cuando lo necesitó. “Esta gente es mi gente”, explica, “me ha dado lecciones de vida… Por ellos tengo los pies sobre la tierra, un compromiso eterno y una promesa que nunca voy a quebrar”.

A la fecha el también autor de ‘Madre Vida’, un libro anecdótico que encierra las más pintorescas expresiones de su niñez y profesión, ha sido galardonado una veintena de veces por los más importantes organismos internacionales de salud. La última, con el Premio a la Excelencia Médica & Calidad en Salud, destaca su trayectoria, constancia, liderazgo y contribución en el campo social.

 

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