Daniela Sabatino, futbolista profesional y delantera titular de Italia: «Siempre encuentro momentos para orar a Dios. Quiero ir en peregrinación al santuario de Lourdes»

«Nunca he estado en Lourdes, pero siento este deseo cada vez más fuerte en mí y espero hacerlo lo antes posible. Muchos amigos me contaron cómo se siente ir al santuario francés, dentro de la cueva y al lado de los enfermos, y me dieron tanta curiosidad que realmente quiero ir allí. No solo por una simple curiosidad, sino precisamente porque quiero ver, sentir y tocar esas sensaciones con mis propias manos, esas hermosas emociones que me dicen y me transmiten todos los que han estado allí»

Camino Católico.-   Daniela Sabatino tiene 34 años, es de Castelguidone, Italia,  y es uno de los rostros conocidos del fútbol femenino a nivel nacional. Esta delantera centro lleva desde los 15 años – edad de su debut en la Serie A – en el mundo del «calcio» cumpliendo su sueño profesional. Prueba de ello son sus alrededor de 200 partidos disputados como profesional entre liga y la selección de su país – su primer partido con la «azzurra» fue con 20 años -, y sus 162 goles. Sin embargo, tiene otro anhelo que desea cumplir: visitar el santuario mariano de Lourdes. 

Daniela quiere encontrar tiempo para viajar a Francia y conocer ese lugar tan especial del que tanto le han hablado, cuenta en una entrevista a la revista Famiglia Cristiana que sintetiza Cope.  La cueva, el contacto con los enfermos o la experiencia de Dios que le han trasladado sus amigos son algunos de los motivos que le impulsan a querer vivirlo en primera persona.

Daniela Sabatino es el número 9 de la selección de Italia

«Quiero ir en peregrinación a Lourdes. Nunca he estado allí, pero siento este deseo cada vez más fuerte en mí y espero hacerlo lo antes posible. Muchos amigos me contaron cómo se siente ir al santuario francés, dentro de la cueva y al lado de los enfermos, y me dieron tanta curiosidad que realmente quiero ir allí. No solo por una simple curiosidad, sino precisamente porque quiero ver, sentir y tocar esas sensaciones con mis propias manos, esas hermosas emociones que me dicen y me transmiten todos los que han estado allí».

Esa peregrinación sería un paso más en una vida de fe que posee desde niña. Ha nacido y crecido en el seno de una familia católica, en Castelguidone, al este de Italia. Es una ciudad de menos de 500 habitantes, en la zona montañosa de Abruzzo. En su pueblo, han seguido sus pasos desde que se marchó con 14 años en pos de la llamada futbolística.

Una ciudad detenida por verla jugar al fútbol: el párroco, su fan

Incluso, el día grande del pueblo, el 14 de junio, fiesta de San Vito, la procesión del santo se ha llegado a posponer para que todos se reúnan a ver algún partido de Daniela. La última vez ocurrió en el pasado Mundial femenino. Todos vieron juntos – el párroco incluido – la goleada de la Italia de Daniel a Jamaica por cinco tantos a cero.

El sacerdote, que la ha formado en la fe – incluida su participación en las procesiones de San Vito –  se ha convertido también en uno de sus principales fans, como sabe la propia Daniela. La futbolista se enteró de lo ocurrido en la concentración con su selección y agradeció mucho el detalle.

«Mientras estaba en Francia jugando la Copa del Mundo, supe de su decisión de mover la procesión para seguir el partido. Debo admitir que estaba contenta, fue un gesto simple pero muy agradable. Lo aprecié, especialmente sabiendo cuánto se preocupan todos en la aldea por esas procesiones que he hecho durante tantos años y de las cuales tengo un recuerdo muy cariñoso».

Esa euforia por la victoria y haber visto a crecer a Daniela se convirtió en una honda tristeza. Su padre, Gabriele, falleció 20 días después. Sin embargo, le dejó un regalo a través de la transmisión de la fe, que valora mucho todavía hoy. «Le debo mucho a la fe que absorbí en mi adolescencia en Castelguidone», afirma Sabatino en la revista italiana.

Entrenamiento físico y espiritual

Ese entrenamiento espiritual lo mantiene a pesar de los compromisos deportivos y la exigencia de la competición. Asegura que siempre reserva un momento para Dios.

«Salí temprano del país para perseguir mi sueño de jugar fútbol. Tenía solo 14 años, pero esa sana religiosidad popular se mantuvo dentro de mí y trato de cultivarla lo mejor que puedo, incluso si los compromisos del fútbol de alto nivel apremian. Pero, durante el día, siempre encuentro uno o más momentos para dejar de pensar y orar»,  subraya.

Sabatino destaca que la vida de fe en el mundo del fútbol es personal, pero que lo más importante es que existe. Reconoce que «Si yo y otras jugadoras somos creyentes, no es que nos reunamos para rezar todos juntos o empecemos a mostrar nuestra fe. Decimos que incluso la oración es un poco personal. Pero la hay. Y definitivamente ayuda». Ella, por ejemplo, se detiene para rezar «cuando lo considero más apropiado, es decir, cuando siento que tengo que hacerlo porque tengo esta necesidad».

Su párroco local no es el único sacerdote que le ha ayudado en su vida. Recuerda a uno de su actual ciudad de residencia, en Mantua. Este religioso le prestó su apoyo ante otro difícil partido de la vida: la pérdida de un amigo. «En algunos momentos le pregunté a Jesús ‘por qué’. Este sacerdote me hizo comprender el significado de esa historia y, por lo tanto, el significado de la vida. Estuvo muy cerca de mí y fue muy reconfortante», recuerda.

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