El Papa en la Audiencia 16-1-19: «Cuando oren no se cansen de llamar a Dios Padre porque él como Padre bueno viene a sanar nuestras heridas»

* «Dios te busca, aunque tú no lo busques. Dios te ama, aunque tú te hayas olvidado de Él. Dios vislumbra en ti una belleza, aunque  pienses que has desperdiciado todos tus talentos en vano. Dios no es solo un padre, es como una madre que nunca deja de amar a su criatura. Por otra parte, hay una «gestación» que dura siempre, mucho más allá de los nueve meses de la física; es una gestación  que genera un circuito infinito de amor. Para un cristiano, rezar es simplemente decir «Abba«, decir “papá”, decir “Padre”, pero con la confianza de un niño»

Video completo de la transmisión en directo realizada por 13 TV de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

* «El próximo viernes, con la celebración de las vísperas en la basílica de San Pablo Extramuros, comienza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos cuyo tema es: «Actúa siempre con toda justicia». También este año estamos llamados a rezar, para que todos los cristianos vuelvan a ser una familia, coherentes con la voluntad divina que quiere «que todos sean uno» (Jn 17, 21). El ecumenismo no es algo opcional. La intención es madurar un testimonio común y concorde en la afirmación de la verdadera justicia y en el sostén de los más débiles, a través de respuestas concretas, apropiadas y eficaces»                                                                

16 de enero de 2019.- (Camino Católico)   El Papa Francisco invita, en su catequesis de la audiencia de los miércoles, a rezar a Dios con la confianza de un niño en su padre, en su abba, en su papá. Porque «Dios no es sólo un padre, sino también como una madre, que nunca deja de amar a su criatura». Tanto que «Dios te busca, aunque tú no lo busques. Dios te ama, aunque tú te hayas olvidado de él».

“Queridos hermanos y hermanas, seguimos con la catequesis sobre el ‘Padre nuestro’ y lo hacemos observando que esta oración se centra en la palabra: ‘Abba, Padre’. Esta expresión es tan importante para los cristianos que se ha conservado en su forma original, escuchando en ella la misma voz de Jesús”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del tercer miércoles de enero de 2019, continuando con su ciclo de catequesis dedicadas a la oración del Padre Nuestro.

El Santo Padre comentando el pasaje de la Carta de San Pablo a los Romanos (8,15), en el que el apóstol dice que, “hemos recibido el Espíritu que nos hace hijos adoptivos, por medio del cual gritamos: ¡Abba! ¡Padre!”.

Además, el Santo Padre señala que, son los Evangelios los que mejor nos presentan el sentido de esta palabra. El “Padre Nuestro” adquiere sentido y color si aprendemos a rezarlo después de leer la parábola del Padre misericordioso.

Finalmente, el Papa Francisco señala que, Dios te busca, aunque si tú no lo buscas. Dios te ama, aunque lo hayas olvidado. Dios ve una belleza en ti, incluso si piensas que has desperdiciado todos tus talentos innecesariamente. Dios es no sólo Padre, es como una madre que nunca deja de amar a su criatura. “Puede ser que nosotros también caminemos por senderos alejados de Dios, como le sucedió al hijo pródigo; o caigamos en una soledad que nos hace sentir abandonados en el mundo; o, de nuevo, errar y ser paralizados por un sentido de culpabilidad. En estos tiempos difíciles, todavía podemos encontrar la fuerza para orar, empezando por la palabra ‘Padre’. Recuerde bien esto – afirma el Papa – si alguien tiene cosas feas dentro de sí y que no sabe cómo resolverlas se dirija a Dios y le diga Padre y Él te responderá. No nos ocultará su rostro, no se cerrará en silencio: nos dirá que nunca nos ha perdido de vista”.

Antes de concluir su catequesis, el Santo Padre saludando cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica le dijo: “Los animo a dirigirse a Dios como un Padre que nos ama y que sale a nuestro encuentro. No se cansen de llamarlo; porque él como Padre bueno viene a sanar nuestras heridas y a restablecer la alegría de ser sus hijos”. En el vídeo superior de 13 TV se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Continuando las catequesis sobre el «Padre nuestro», hoy partimos de la observación de que, en el Nuevo Testamento, la oración parece querer alcanzar lo esencial, hasta el punto de concentrarse en una palabra: Abba«, Padre.

Hemos escuchado lo que escribe San Pablo  en la Carta a los Romanos: «No recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor, antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar:»¡Abba, Padre!» (8.15). Y a los Gálatas, el apóstol dice: «La prueba de que sois hijos es que  Dios, ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama:»¡Abba, Padre!” (Gal 4,6). Retorna dos veces la misma invocación, que condensa toda la novedad del Evangelio. Después de haber conocido a Jesús y de escuchar su predicación, el cristiano ya no considera a Dios como un tirano a quien temer, no le tiene miedo sino que siente que su confianza en él florece: puede hablar al Creador llamándolo «Padre». La expresión es tan importante para los cristianos que a menudo se ha mantenido intacta en su forma original: «Abba«.

Es raro que en el Nuevo Testamento las expresiones arameas no se traduzcan al griego. Debemos imaginar que en estas palabras arameas, haya quedado “grabada” la misma voz de Jesús: han respetado el idioma de Jesús. En la primera palabra del «Padre Nuestro» encontramos inmediatamente la novedad radical de la oración cristiana.

No se trata solo de usar un símbolo –en este caso- la figura del padre, vinculada con el misterio de Dios; se trata, en cambio, de tener,  por así decirlo, traspasado a nuestro corazón todo el mundo de Jesús. Si llevamos a cabo esta operación, podemos rezar con verdad el «Padre nuestro». Decir «»Abba» es algo mucho más íntimo, más conmovedor que  llamar a Dios «Padre» simplemente. Por eso alguno ha propuesto que se tradujese esta palabra original aramea Abba con «Papá». En vez de decir, “Padre nuestro” , decir “Papá”. Nosotros seguimos diciendo “Padre nuestro”, pero con el corazón estamos invitados a decir “Papá”, a tener una relación con Dios como la de un niño con su papá, que lo llama “papá”. De hecho, estas expresiones evocan afecto, calidez, algo que nos proyecta en el contexto de la infancia: la imagen de un niño completamente envuelta en el abrazo de un padre que siente una infinita ternura por él. Y por eso, queridos hermanos y hermanas, para rezar bien hay que llegar a tener un corazón de niño. No un corazón autosuficiente: así no se puede rezar bien. Como un niño en brazos de su padre, de su papá.

Pero seguramente son los evangelios los que mejor nos introducen en el sentido de esta palabra. ¿Qué significa esta palabra para Jesús? El «Padre nuestro» toma significado y color si aprendemos a rezarlo después de haber leído, por ejemplo,  la parábola del padre misericordioso en el capítulo XV de Lucas (cf. Lc 15, 11-32). Imaginemos esta oración pronunciada por el hijo pródigo, después de sentir el abrazo de su padre que  lo había esperado durante mucho tiempo, un padre que no recuerda las palabras ofensivas que él le había dicho, un padre que ahora hace que entienda, sencillamente, cuánto lo extrañaba. Descubrimos entonces cómo esas palabras cobran vida, se fortalecen. Y nos preguntamos: ¿es posible que Tú, oh Dios, conozcas solo amor? ¿Tú no conoces el odio? No, contestaría Dios, yo conozco solo amor. ¿Dónde está en ti la venganza, la demanda de justicia, la rabia por tu honor herido? Y Dios contestaría: Yo conozco solo amor.

El padre de esa parábola tiene, en su forma de hacer, algo que recuerda mucho el alma de una madre. Son las madres, sobre todo,  las que excusan a sus hijos, las que los cubren, las que no interrumpen la empatía con ellos, las que los siguen queriendo, incluso cuando ellos ya no se merezcan nada.

Basta con evocar esta sola expresión, Abba, para que se desarrolle una oración cristiana. Y San Pablo, en sus cartas, sigue este mismo camino, y no podría ser de otra manera, porque es el camino que enseñó Jesús: en esta invocación hay una fuerza que atrae todo el resto de la oración.

Dios te busca, aunque tú no lo busques. Dios te ama, aunque tú te hayas olvidado de Él. Dios vislumbra en ti una belleza, aunque  pienses que has desperdiciado todos tus talentos en vano. Dios no es solo un padre, es como una madre que nunca deja de amar a su criatura. Por otra parte, hay una «gestación» que dura siempre, mucho más allá de los nueve meses de la física; es una gestación  que genera un circuito infinito de amor.

Para un cristiano, rezar es simplemente decir «Abba«, decir “papá”, decir “Padre”, pero con la confianza de un niño.

Puede ser que a nosotros también nos suceda que caminemos por sendas alejadas de Dios, como le pasó  al hijo pródigo; o que precipitemos en una soledad que nos haga sentirnos abandonados en el mundo; o, también,  que nos equivoquemos y estemos  paralizados por un sentimiento de culpabilidad.. En esos momentos difíciles, todavía podemos encontrar la fuerza para rezar, recomenzando de la palabra “Padre”, pero dicha con el sentimiento tierno de un niño:»Abba», “Papá”. Él no nos ocultará su rostro. Acordaos: quizás alguno lleva dentro cosas difíciles, cosas que no sabe cómo resolver, tanta amargura por haber hecho esto  y esto…Él no nos ocultará su rostro .Él  no se encerrará en el silencio. Tú dile “Padre” y él te contestará. Tú tienes un Padre. “Sí, pero yo soy un delincuente. ¡Pero tienes un padre que te ama!. Dile, “Padre”, empieza a rezar así  y en el silencio nos dirá que nunca nos ha perdido de vista. “Pero, padre, yo he hecho esto..” “No te he perdido nunca de vista, lo he visto todo”. Pero he estado siempre allí, cerca de ti, fiel a mi amor por ti”. Esa será la respuesta. Nunca os olvidéis de decir “Padre”. Gracias.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Seguimos con la catequesis sobre el “Padre nuestro” y lo hacemos observando que esta oración se centra en la palabra: “Abba, Padre”. Esta expresión es tan importante para los cristianos que se ha conservado en su forma original, escuchando en ella la misma voz de Jesús.

San Pablo nos dice que no hemos recibido un espíritu de esclavitud, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: “¡Abba!, Padre”. El cristiano que ha conocido a Dios y ha escuchado su palabra no lo considera como un tirano al que debe temer, sino que siente confianza y afecto hacia él, como un niño en los brazos de su “papá”.

La parábola del padre misericordioso nos enseña el sentido de la palabra “abba” a través de los sentimientos del hijo pródigo. La actitud de la figura del padre de esa parábola, que abraza al hijo después de haberlo esperado por mucho tiempo, nos recuerda el espíritu de la “madre”, que sigue amando y perdonando a los hijos, aunque no lo merezcan.

Para un cristiano, rezar es decir simplemente “abba”. En cualquier momento de nuestra vida podemos encontrar la fuerza y la alegría del corazón dirigiéndonos con confianza a nuestro Padre.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Los animo a dirigirse a Dios como un Padre que nos ama y que sale a nuestro encuentro. No se cansen de llamarlo; porque él como Padre bueno viene a sanar nuestras heridas y a restablecer la alegría de ser sus hijos.

Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

El Papa ha dicho al final de la catequesis:

Un pensamiento particular para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados, que son tantos. Os deseo a todos que este encuentro reavive la comunión con el ministerio universal del Sucesor de Pedro y, al mismo tiempo, sea una ocasión de renovación y de gracias espirituales. ¡Invoco sobre todos vosotros el gozo y la paz del Señor Jesús!

El próximo viernes, con la celebración de las vísperas en la basílica de San Pablo Extramuros, comienza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos cuyo tema es: «Actúa siempre con toda justicia». También este año estamos llamados a rezar, para que todos los cristianos vuelvan a ser una familia, coherentes con la voluntad divina que quiere «que todos sean uno» (Jn 17, 21). El ecumenismo no es algo opcional. La intención es madurar un testimonio común y concorde en la afirmación de la verdadera justicia y en el sostén de los más débiles, a través de respuestas concretas, apropiadas y eficaces.

Francisco

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