Homilía del Evangelio del Domingo: La presencia de Jesús por el Espíritu dentro de nosotros nos santifica, nos inspira, nos mueve / Por P. José María Prats

* «Jesús insiste en que ‘si le amamos, guardaremos sus mandamientos’. Es decir, solo podemos recibir al Espíritu Santo y con Él al Padre y al Hijo, si guardamos los mandamientos de Jesús. A partir de aquí se entiende muy bien que la Iglesia, para poder recibir cualquier sacramento, nos pida que aceptemos y estemos decididos a guardar los mandamientos. Dios es Señor, y cuando viene a habitar en nosotros a través de los sacramentos, viene a reinar en nosotros. Y no puede hacerlo si negamos su voluntad en algún aspecto importante de nuestra vida. Si no aceptamos incondicionalmente sus mandamientos, Él nos atraerá desde fuera con su Espíritu moviéndonos a la conversión, pero no vendrá a habitar en nosotros»

Domingo VI de Pascua – A:

Hechos 8, 5-8.14-17  /  Salmo 65  /  1 Pedro  3, 15-18  /  Juan 14, 15-21

P. José María Prats / Camino Católico.- Dentro de dos semanas celebraremos la gran solemnidad de Pentecostés y las lecturas de hoy nos invitan a prepararla meditando sobre el Espíritu Santo.

En el evangelio, Jesús nos ha dicho: «Yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad… Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros». Es decir, después de su muerte, Jesús sigue estando presente en los que creen en Él a través del Espíritu Santo. Vimos el domingo pasado que, por el amor, las tres personas divinas se inhabitan mutuamente. Por ello, al recibir al Espíritu Santo, recibimos también en Él al Padre y al Hijo. Pero esta presencia de Jesús por el Espíritu es mucho más intensa y profunda que antes de su muerte, porque no es una presencia frente a nosotros, sino dentro de nosotros, que nos santifica, nos inspira, nos mueve: Él está en nosotros y nosotros en Él.

Pero es importante notar que tanto antes como después de estas palabras, Jesús insiste en que “si le amamos, guardaremos sus mandamientos”. Es decir, solo podemos recibir al Espíritu Santo y con Él al Padre y al Hijo, si guardamos los mandamientos de Jesús. A partir de aquí se entiende muy bien que la Iglesia, para poder recibir cualquier sacramento, nos pida que aceptemos y estemos decididos a guardar los mandamientos. Dios es Señor, y cuando viene a habitar en nosotros a través de los sacramentos, viene a reinar en nosotros. Y no puede hacerlo si negamos su voluntad en algún aspecto importante de nuestra vida. Si no aceptamos incondicionalmente sus mandamientos, Él nos atraerá desde fuera con su Espíritu moviéndonos a la conversión, pero no vendrá a habitar en nosotros. En el texto que sigue inmediatamente al fragmento del evangelio que hemos proclamado, Jesús vuelve a insistir sobre esto de manera aún más clara: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él» (Jn 14,23).

En la primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los apóstoles, se nos dice que Pedro y Juan bajaron a Samaría, oraron e impusieron las manos a los que habían creído en Jesús para que recibieran al Espíritu Santo y así ocurrió. En aquellos primeros tiempos, la venida del Espíritu se manifestaba en signos externos como que los que lo habían recibido se pusieran a profetizar o a alabar a Dios en lenguajes misteriosos. La Iglesia sigue invocando la venida del Espíritu Santo con la oración y la imposición de manos en los sacramentos de la Confirmación, el Orden y la Unción de los enfermos.

En este sexto domingo de Pascua, con motivo de la celebración de la Pascua del enfermo, se ofrece a las personas ancianas o que tienen una enfermedad grave, recibir el sacramento de la Unción de los enfermos. Por ello, a continuación impondremos sobre ellos las manos pidiendo que descienda el Espíritu Santo y les conceda la fortaleza, la sabiduría y los demás dones que necesitan para vivir con sentido y con paz su enfermedad o debilidad y los una íntimamente a Jesucristo en su pasión para que sus dolores y limitaciones se conviertan en fuente de santificación y redención.

P. José María Prats

Evangelio

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros.

Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros sí me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él».

Juan 14, 15-21


Para entrar en el catálogo y en la tienda pincha en la imagen

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad