Loïc era acosado y acosó, adicto a las drogas, al alcohol, a la pornografía y apostató, pero Dios se hizo presente por un amigo: «Jesús me salvó, curó de mis adicciones y es mi roca»

* «Ver a Thomas y su testimonio de vida hizo que finalmente me diese cuenta de que los católicos eran como todo el mundo y de que podía ir con ellos.  Me presentó otros amigos católicos, un pequeño grupo que me invitaron a visitar una abadía. Allí había una capilla donde se ofrecía un tiempo de oración. Fui al fondo de esta capilla, en meditación, en silencio; y un inmenso bienestar me invadió, aliviando todas mis heridas, trayéndome la certeza de que Dios existía»

El vídeo puede verse con los subtitulos en español entrando en  la ruedecita de la derecha de configuración, luego en subtitulos, después en traducir automáticamente y eligiendo el español 

Camino Católico.-  Aunque creció en una familia no creyente e incluso en ocasiones anticlerical, lo bautizaron católico, pero sólo porque era una tradición y eligieron para él un nombre de origen bretón, Loïc, de particular significado: “Ilustre en la batalla”.

No fue feliz la infancia, porque en su familia se había enquistado la violencia y así describe aquellos años en un video-testimonio difundido por  la cadena católica francesa KTO, que puede verse con subtítulos en español: “Cuando era pequeño, mi madre me pegaba regularmente. Eso creó una enorme inseguridad en mí que trajo consecuencias en la escuela, donde me acosaban”.

En su adolescencia, nada más ingresar al Instituto, ya no pudo más y explotó en rebeldía contra su madre y traspasó límites. “Me enfrenté cara a cara con mi madre. Ya no era yo quien estaba siendo acosado, sino que era yo quien acosaba. Empecé a hacerme adicto al alcohol, a las drogas, a la pornografía. Era una forma para olvidarme de todo”.

Pero no lograba desahogar la rabia que sentía y -sabiendo que lo habían bautizado católico- enfocó su reactiva conducta hacia la Iglesia, optando por ir más allá de la pública apostasía: «Rechacé la fe de la Iglesia y comencé el proceso para que se eliminara mi registro de bautismo».

El testimonio de vida de un amigo católico le hizo conocer a Dios

Cuando tenía 21 años “conocí a un amigo que se llamaba Thomas y era católico. Era alegre y feliz, era un tipo como podía ser yo, como cualquiera». Le rompió los estereotipos que se había fabricado sobre los cristianos: «Ver a Thomas y su testimonio de vida hizo que finalmente me diese cuenta de que los católicos eran como todo el mundo y de que podía ir con ellos». Hoy reconoce que fue gracias a él que aceptó una invitación que sanaría su alma, su mente y le daría un giro trascendental a su vida.

“Thomas me presentó otros amigos católicos, un pequeño grupo que me invitaron a visitar una abadía. Allí había una capilla donde se ofrecía un tiempo de oración. No sabía de qué se trataba exactamente, pero me dije a mí mismo: Nada arriesgo con entrar. Fui al fondo de esta capilla, en meditación, en silencio; y un inmenso bienestar me invadió, aliviando todas mis heridas, trayéndome la certeza de que Dios existía. Estaba completamente abrumado. Afortunadamente mis amigos en la fe me guiaron, ¡poco a poco! Me llevaron a la misa de Pascua, que es una misa muy alegre, y allí me dije: Si así es todo el tiempo la misa, voy a volver…. Y fui a misa una vez, luego otra, luego otra. Así es como empecé mi viaje de fe”.

La confesión: liberación, crecimiento en la fe y curación de las adicciones

Fueron también sus amigos quienes lo animaron a recibir formación para que pudiese tener plena conciencia de lo que implica seguir a Cristo en su Iglesia. Cuando en esta catequesis le dijeron que un paso previo al Bautismo que anhelaba recibir era participar del sacramento de la Reconciliación, surgieron en él algunos temores: “Para mí era imposible ir a ver a una persona desconocida para decirle todo lo que había hecho mal. Sobre todo, ese gran pecado que tenía de haber rechazado mi bautismo era para mí una vergüenza imposible de sufrir, ni siquiera de hablar de ello

Pero Loïc pidió al fin confesarse…“Cuando el sacerdote me dijo: «Te perdono en nombre de Dios», me sentí completamente liberado de todo aquello. Es como si tuviese unos enormes grilletes que me mantenían todavía atado, y me había librado de ellos, y eso me permitía avanzar plenamente en la fe, y curarme, poco a poco, de todas mis adicciones. Hoy sé que Jesús me salvó. Puede sonar descabellado decirlo así, pero realmente tuve un muy mal comienzo, y si hubiera continuado por ese camino no sé dónde estaría hoy. Estoy arraigado en la fe, tengo una roca debajo de mí que es Cristo. Incluso si doy pasos en falso, si no va bien, estoy arraigado en Él y no me voy a derrumbar”.


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