¿Qué debe de hacer el cristiano ante los ataques a los valores de la familia? Responde Mons. José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicante

«Si hubiera más santos, esta crisis no habría podido acontecer. La gran crisis de secularización también se explica por la poca fuerza que hemos tenido de convicción desde la santidad, se ha impuesto por carencia nuestra. Si hubiésemos vivido con más santidad el mensaje de Cristo, difícilmente nos habría invadido con tanta facilidad. Lo que hay es una crisis de santidad. Hay que vivir en un estado continuo de revisión y conversión»

«Necesitamos familias que recen unidas y hagan de la oración el lugar en el que encontrarse, que sepan que de ella reciben la fuerza. Los hijos no necesitan superpadres, sino unos padres que posiblemente sean débiles y frágiles, pero que se quieran y que amen a Dios. Ese amor les traerá la fuerza y gracia»

Camino Católico.- Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicante, responde a la cuestión: ¿Qué debe de hacer el cristiano ante los ataques a los valores de la familia? Lo hace en su última ponencia pronunciada en Panamá a finales de agosto y considera que las familias «son el verdadero y último refugio de libertad» para el mundo. La ponencia ha sido publicada en un vídeo en su página En ti confío y en ella desvela un listado de estrategias que aplicados desde la fe cristiana, se sintetizan en una «respuesta»: la familia cristiana.

Capacidad de resistencia

Para el obispo Munilla, hoy, «marxismo y liberalismo» no solo «han confluido en la cumbre de esta crisis» en acuerdo con «la bandera del deseo», sino que se ven reforzados por otras propuestas. Entre ellas, la cultura de la cancelación, lo woke, el ecologismo o lo que muchos consideran una «pandemia de disforia de género». Y esto, dice, «no es algo que acontezca en una o varias naciones», sino que se trata de un «nuevo orden mundial» en el que las ideologías «se han reformulado».

«Más grave» que los problemas descritos es «que ocurran sin resistencia alguna». En el caso de España, menciona como en la pandemia «se introdujeron muchas leyes» contrarias a la familia «sin resistencia social» como la eutanasia o la «limitación de la patria potestad de los padres en la educación de sus hijos». «La capacidad de resistencia ha disminuido mucho, con el paso de los años nos han desactivado y hemos perdido la capacidad crítica» y para recuperarla «es bueno leer, formarse y ver cómo hacer un diagnóstico».

Vivir con más santidad en continua conversión

El obispo se refiere  en varias ocasiones a las dos doctrinas dominantes -capitalismo y marxismo- como principales agentes «en guerra contra la familia». El capitalismo, dice, «prefiere tener individuos consumidores en lugar de familias, austeras, que saben consumir lo que necesitan y no necesitan lo que consumen», mientras que el marxismo prefiere tener como interlocutor a un individuo «fácilmente manipulable, sin tradición o familia». Por eso, concluyó contraponiendo la «alianza a la desvinculación» y recordó que «una familia fuerte es como un Estado libre. Nosotros, desde nuestra concepción católica, decimos familia, familia y familia».

Munilla afirma que «si hubiera más santos, esta crisis no habría podido acontecer. La gran crisis de secularización también se explica por la poca fuerza que hemos tenido de convicción desde la santidad, se ha impuesto por carencia nuestra. Si hubiésemos vivido con más santidad el mensaje de Cristo, difícilmente nos habría invadido con tanta facilidad. Lo que hay es una crisis de santidad», sentencia.

Para Munilla, ese llamado universal a la santidad pasa por «vivir en un estado continuo de revisión y conversión», frente a conformarse con «estar convertido o haber sido educado cristiano», algo equiparable a «un cáncer en la vida sacerdotal, religiosa o matrimonial».

El obispo menciona casos como el de la «ITV matrimonial» para ilustrar que «el amor tiene que ser reconquistado día a día y nos tiene que llamar a la santidad» y que quien se casa, lo hace para «dar lo mejor de sí mismos». Ante la pregunta de las familias sobre la crisis y sus posibilidades de enfrentarla, el obispo concluye tajante: «Apostar por la santificación de la familia».

Ser familias apostólicas en el «poder de Dios, de la gracia y de la oración»

El obispo recuerda que el matrimonio cristiano «no consiste en mirarse el uno al otro a la cara», sino también en una vocación apostólica y evangelizadora que pasa por «mirar los dos en la misma dirección y pensar en la extensión del reino de Dios». Algo que no solo redunda en la forma de enfrentar la gran crisis, sino también en el bien de la propia familia, pues «en su apostolicidad está uno de los indicativos más importantes de su salud espiritual».

Munilla se refirió a la con fianza de las familias en el «poder de Dios, de la gracia y de la oración» como una herramienta imprescindible: “Necesitamos familias que recen unidas y hagan de la oración el lugar en el que encontrarse, que sepan que de ella reciben la fuerza. Los hijos no necesitan superpadres, sino unos padres que posiblemente sean débiles y frágiles, pero que se quieran y que amen a Dios. Ese amor les traerá la fuerza y gracia».


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