Se inicia la causa de canonización del carismático sacerdote Emiliano Tardif
* De 1985 a 1999 visitó 72 países y cientos de personas aseguran haberse convertido y curado fisicamente en sus misas después de escuchar las predicaciones kerigmáticas que realiza con humildad y sencillez
* Fue misionero en la República Dominicana y fundó la Comunidad Siervos de Cristo Vivo
* Publicamos varios testimonios de milagros entre ellos el de May Khalil, una libanesa, que tenía una pierna paralizada con 7 centimetros menos que la otra y que se sanó cuando asistió a una misa que era transmitida por televisión. Ella lo explica así: "Fui atravesada al momento por una fuerza increíble que no salía de mí, una especie de corriente que me cruzaba todo el cuerpo durante cuatro o cinco minutos. No tuve miedo porque estaba llena de una alegría inmensa, y sentí como una voz interior, la del Señor, que me decía "May, levántate y anda. Y me di cuenta que mi pie derecho se ponía a temblar, que mi pierna derecha comenzaba a funcionar; el tobillo obedecía a las órdenes de mi cerebro: doblarse, moverse mientras una fuerza desconocida la animaba"
28 de noviembre de 2010.- El pasado 1 de noviembre de 2010 la Comunidad Siervos de Cristo Vivo, fundada por el padre Emiliano Tardif en Santo Domingo (República Dominicana) anunciaba que la Congregación para la Causa de los Santos ha concedido el permiso para iniciar la Investigación Diocesana de la causa de canonización de este famoso misionero itinerante, a quien la Iglesia ya otorga el título de "Siervo de Dios". Tardif, de origen canadiense, dominaba el inglés y el francés, y como misionero en República Dominicana, también el español, lo que le permitió viajar por todo el mundo congregando multitudes en uno u otro idioma, que acudían atraídas por los milagros y curaciones que se producían en las misas que celebraba después de orar por los enfermos.
En Líbano impactó el caso de la joven Leila (recogido por las hermanas de los Sagrados Corazones, en Hadat). Era una muchacha de diecinueve años que apenas veía, ya que desde que era niña sufría una miopía congénita. Mientras el padre Tardif celebraba la misa por los enfermos, Leila seguía la ceremonia muy atenta desde la televisión. Una religiosa le recomendó que pidiera a Jesús por su curación. Leila aceptó y rezó, y para mayor concentración se fue a su habitación y escuchó la misa por la radio.
Uno de los milagros más conmovedores y enternecedores en Líbano fue el de Emmanuela Khoueriy, que sufría de reumatismo articular agudo que casi la paralizaba. Sus rodillas, muñecas y pies estaban siempre hinchados y su caso estaba estudiado y registrado en el hospital de Nuestra Señora del Líbano, en 1994.
A pesar de sus orígenes en una cultura poco expresiva, se emocionaba al hablar del Sagrado Corazón de Jesús. Es claro que los escritos de Santa Teresa del Niño Jesús –con su radicalidad de entrega- le habían dejado una fuerte impresión.
Su vida privada era una vida de disciplina rigurosa. Ropa limpia, zapatos limpios, laudes y vísperas cada día. La cama hecha, y el dormitorio arreglado antes de bajar para el desayuno. Era impensable perder una reunión o un retiro de su congregación. Igualmente era impensable desobedecer a la Madre Iglesia y a sus obispos. Y todo lo apuntaba en su agenda de bolsillo, tanto una fecha para un retiro, como unas notas de una charla o el teléfono de un amigo.
Su gran amor era Nuestra Señora del Sagrado Corazón y –a través de ella- vino su fidelidad incuestionable a la Madre Iglesia y los Misioneros del Sagrado Corazón.
Dentro de los detalles que marcaron su vida como hombre y sacerdote pueden resaltarse: su reacción de genuino placer, levantándose –con los brazos abiertos- para recibir a una persona; su determinación incondicional de salir a visitar un enfermo, sin importar la hora o su propio cansancio; su disponibilidad de “ajustar” sus planes para añadir una actividad más al último momento: y su implacable fidelidad a la liturgia de las horas, rezando con su breviario en cualquier lugar, a cualquier hora, ya fuera en el carro saliendo de un retiro, en un aeropuerto esperando su vuelo o en la capilla frente al Santísimo.
Los dones y talentos
El don de orar por los enfermos fue por lo que más se dio a conocer y a la vez, más problemas trajo al padre. Sin embargo, no pretendía nunca ser “alguien”. Y eso no era “modestia” falsa, sino una genuina apreciación de su verdadero lugar en el gran esquema de los planes de Dios. El no hizo casi nada. Solamente oraba. Era Jesús quien hacía las cosas. Emiliano no era más que el burrito que le llevaba.
No obstante, era un hombre dotado de muchos talentos. Eentre otros, fue Formador en el Seminario de su Congregación. Más tarde fue elegido Provincial de los Misioneros del Sagrado Corazón en la República Dominicana por nueve años consecutivos, hasta que la enfermedad le separó de sus responsabilidades y, casi de la vida.
Toda una vida de experiencias se invirtió en la fundación y motivación de una comunidad de laicos compuesta por un grupo de personas con poca experiencia excepto sus encuentros personales con Jesús.
El que la Comunidad no solamente sobrevivió a su muerte, sino que ha crecido aún más desde entonces es una clara indicación de su capacidad de realizar una visión con Cristo, en Cristo y por Cristo.
A los integrantes de la comunidad, gracias a su habilidad entusiasta, los convencía de que podían hacer cosas que nunca habían imaginado. Así fueron descubriendo sus carismas como predicadores, profesores, animadores, intercesores y –por encima de todo –evangelizadores.
El testigo ingenuo
El padre Emiliano tenía el corazón de un niño que siempre esperaba las sorpresas del Señor.
Al regresar de cada misión, dentro o fuera de la República Dominicana, llegaba con innumerables testimonios de lo que el Señor había hecho a través de la evangelización y de la oración por los enfermos. A quienes lo escuchaban les ardía el corazón cuando les contaba de la misericordia sin límites de Dios, sanando y transformando los corazones.
Cada signo y manifestación del Espíritu eran, para el padre, como algo nuevo e inesperado. Cuando hablaba de ello, hacía vivir a quienes le escuchaban la sorpresa y la alegría suya al ver actuar la mano de Dios, como si fuese algo inédito y jamás visto antes.
En una ocasión en México, durante la Eucaristía, el padre Emiliano bajaba del altar para dar la comunión a la multitud y se encontró con un niño enfermo en los brazos de su madre. Se sintió impulsado a darle un beso y siguió adelante. Más tarde, la mamá dio testimonio de cómo su hijo fue sanado a través del beso del padre Emiliano. De vuelta a Santo Domingo, admirado, comentó sobre la originalidad del Señor que ¡sanaba con un beso!
El amor
Sentía un gran amor por los pobres y por los que sufren. No le importaba el cansancio o los caminos difíciles. Si hacía falta un poco de amor o de consuelo, él se ponía “en camino”, ya fuera en burro o camioneta. Así vivió personalmente la Palabra que recibió en 1982: “El que mucho ama es capaz de hacer grandes sacrificios por el Amado”.
La Eucaristía
Sentía y transmitía un gran amor a la Eucaristía. Siempre quería orar por los enfermos dentro del contexto de la Eucaristía, insistiendo en que quien sanaba era el Señor. Una y otra vez proclamó que él no era capaz de sanar ni un dolor de muelas.
Constantemente recordó a sus hermanos, Siervos de Cristo vivo, cuál era la primera vocación: “Estar a los pies del Maestro”. En 1998 en Castelón, España, mientras adoraba a Jesús Sacramentado: “Si un día ustedes descuidan la adoración del Santísimo, su comunidad comenzará a desmoronarse”.
En las celebraciones eucarísticas fijaba sus ojos como si fuesen extasiados ante la Hostia Consagrada que elevaba después de la consagración. A menudo insistía que no era posible evangelizar si antes no se pasaba tiempo escuchando al Señor que nos espera con amor, en el silencio del Sagrario “como un amigo espera a su amigo”. Al fin y al cabo el secreto de la vida del padre Emiliano fue su amor incondicional por Dios, y a través de Dios, el amor a la Iglesia, a su Congregación, a la Comunidad y al mundo entero.
La Oración
Un detalle de vital importancia para el padre Tardif era la necesidad de mantener la oración y profundizar la vida espiritual en cada uno de integrantes de la comunidad. “Cuando una persona ya no reza, no hay nada que decir…. La oración es insustituible. Lo único que se le puede decir a una persona que ya no ora es que vuelva a orar. Dejar la oración es romper la amistad con Jesús”.
“Sin la oración –decía- todas las virtudes son como árboles sin tierra”. Y añadió: “Si nuestra oración se ahoga, se ahoga el alma de nuestro apostolado. Cuando no se reza más, es un signo de que el Espíritu Santo se ha retirado de nuestra vida apostólica”.
"El valor de la oración no es cuestión de tiempo como lo piensan en el Islam, sino de calidad. ‘Vivir con más intensidad la presencia de Dios’. La oración personal que se hace diariamente es prácticamente lo único que se hace por fe, puramente por fe, porque se cree que Jesús está vivo y es el Señor de la vida de todo cristiano. Tener una fe viva es la mejor preparación para la oración”.
En resumidas cuentas…
El padre Emiliano fue un hombre que amó mucho y que por ese amor a Dios y amor a los hombres, se entregó sin descanso a trabajar para que el Reino de Dios llegara a todas las almas.
Cuando le sobrevino la muerte, el 8 de junio de 1999, había visitado ya setenta y dos países en los cinco continentes. Podrían contarse en millones las personas que fueron bendecidas por su ministerio de predicación y de oración por los enfermos. Solía decir que desde que el Señor lo había sanado en el año 1973 (de tuberculosis pulmonar), desde ese momento, él había puesto su salud al servicio de los enfermos.
Fechas claves de su Vida:
. 6 de junio, 1928 Nació y fue bautizado en San Zacarías, en la Provincia de Quebec, Canadá.
. 8 de septiembre, 1949 Hizo su profesión religiosa en los Misioneros del Sagrado Corazón.
. 24 de junio, 1955 Fue ordenado sacerdote por Mons. Desmarais, Obispo de Amos.
. 16 de septiembre, 1956 Fue enviado a la República Dominicana.
. De 1966 a 1973 Fue Superior de los Misioneros del Sagrado Corazón en la República Dominicana.
. 14 de junio, 1973 Cayó enfermo de tuberculosis. Se trasladó a Canadá, donde el Señor le sanó.
. 24 septiembre, 1973 Fue bautizado en el Espíritu Santo.
– 8 noviembre, 1973 La primera manifestación del carisma de sanación: un hombre de 53 años con artritis
. De 1974 a 1985 Repartió su tiempo entre el ministerio parroquial en Nagua, Sánchez, Pimentel, La Romana y San José de Las Matas y la predicación de retiros de evangelización en todo el país y en el extranjero.
. 28 de noviembre, 1982 Fundó la Comunidad Siervos de Cristo Vivo, inspirado en las palabras proféticas: "El que mucho ama es capaz de hacer grandes sacrificios por el Amado" .
A partir de 1985 Se dedicó a la evangelización a tiempo completo, llegando a predicar en 72 países de los cinco continentes
. 25 de marzo 1992 Se abrió la primera Escuela de Evangelización, " Juan Pablo II".
. 22 julio 1998 Bendición de la "Casa Magníficat" en Castellón, España: donde recibió la profecía "Si un día ustedes descuidan la adoración del Santísimo, su Comunidad comenzará a desmoronarse."
. 8 de junio, 1999 Falleció en San Antonio de Arredondo, Provincia de Córdoba, Argentina
. 13 de junio, 1999 Fue sepultado en Santiago de los Caballeros.
Este texto ha sido elaborado por la redacción de Escuchar la Voz del Señor uniendo algunos fragmentos de la notícia del inicio del proceso de canonización escrita por Pablo J. Ginés y M. Arribas de ReL , del libro: "El Padre Emiliano nos escribe" (John Fleury, scv) y el último fragmento, del libro: "Un hombre de Dios" (María A. Sangiovanni)