Eugenio Campagna, cantante que introdujo ir a misa el domingo en la agenda del concurso Factor X: «Dios sólo vino a mí porque tenía que traerme de vuelta, la fe me enderezó»

* «El cristianismo no es otra cosa que la verdad. En mi familia siempre he sido visto como el ‘bueno’ que va a la Iglesia. Pero, ¿bueno en qué? Conozco a muchas personas, alejadas de la religión, mucho más cristianas que yo. A veces pienso que Dios vino a mí porque de lo contrario habría tenido un mal final. De joven fui muy turbulento. No tengo un sentido innato de comunidad, caridad y solidaridad que sin embargo encuentro en otros… Si no estás con Dios, si no miras hacia arriba, ¿dónde estás mirando? ¿Abajo?»

Camino Católico.-  Eugenio Campagna está empezando a despuntar en el mundo de la música gracias al éxito que está cosechando en la edición italiana de Factor X. Este romano de 28 años no lo ha tenido fácil. Por motivos laborales su madre estaba gran parte del tiempo viajando, su padre les abandonó y pese a no ser practicantes, este joven encontró desde niño un refugio en la Iglesia. Tras ser músico callejero, y componer música en lo que habla sin tapujos de los problemas de Occidente va poco a poco cumpliendo su sueño.

Durante la grabación del programa consiguió que se le permitiese asistir a misa el domingo, pues para él la fe “muestra las verdaderas prioridades” de la vida. Y así consiguió que otros participantes le acompañaran a la iglesia.

La misa de domingo en la agenda de Factor X

En una entrevista con el semanario Credere, Eugenio Campagna afirma que cree que es “el primer participante en colocar la misa del domingo en la agenda de Factor X. Fui allí con otros y fue como respirar aire fresco. Allí en la iglesia, entre los bancos y los niños, sólo era Eugenio. Al final, los días más esperado eran dos: el jueves, que era el día del programa en directo y el domingo”. Lo explica J. Lozano en Religión en Libertad.

Todo este tiempo de programa -indica- «fue una experiencia de formación, además de profesionalmente decisiva. Mientras estás en el programa, vives en el desván: solo, sin familia, novia, teléfono celular. Para empezar, me he desintoxicado del teléfono: no es una cosa pequeña. También leí Las historias del peregrino ruso, una bella historia de fe sobre el tema de la oración continua».

Antes de saltar a la fama gracias a Factor X, Eugenio era uno de los muchos músicos callejeros que tocaba en las calles de Roma

Uno de los aspectos que más ha llamado la atención de su música es que en sus letras no evade el sufrimiento, la soledad y problemas como los ataques de pánico y ansiedad que vivió en el pasado. “¿Para qué vives? ¿Cuál es el significado de tu vida?”, son algunas de las preguntas que lanza en sus canciones.

“Yo mismo he luchado, y lucho, con mis sentimientos de envidia, frustración y celos. Pero trato de coger este odio, que no conduce a nada, tirarlo y luego preguntarme: ¿cuál es mi objetivo en la vida? ¿Ganar en el mundo? ¿Para qué vivo?”, comenta.

«Dios vino a mí porque tenía que traerme de vuelta»

De momento, en sus letras no habla explícitamente de la fe, pero asegura que “el cristianismo no es otra cosa que la verdad. En mi familia siempre he sido visto como el ‘bueno’ que va a la Iglesia. Pero, ¿bueno en qué? Conozco a muchas personas, alejadas de la religión, mucho más cristianas que yo. A veces pienso que Dios sólo vino a mí porque tenía que traerme de vuelta, de lo contrario habría tenido un mal final. De joven fui muy turbulento, pero la fe me enderezó. No tengo un sentido innato de comunidad, caridad y solidaridad que sin embargo encuentro en otros”.

Sobre su propia  vida de fe, Eugenio Campagna tiene una historia peculiar. “Soy hijo de padres divorciados, no particularmente creyentes, pero desde una edad muy temprana me fascinó la idea de que la gente tocara en la iglesia. Comencé así, uniéndome al coro parroquial y luego continué. Entre otras cosas, mi catequista era muy bueno: si en la escuela hacía muchas trastadas, en catequesis era diligente porque me interesaba lo que se decía. Y ‘después de la Confirmación’ fue una experiencia igualmente emocionante: tuve experiencias maravillosas en mi parroquia”.

Uno de estos grandes momentos –afirma este cantante- fue la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en Madrid en 2011 con el Papa Benedicto XVI. Pero confiesa que la experiencia que más le marcó en este itinerario de fe “fue la enfermedad de Chiara: una chica que era el pegamento de nuestro grupo parroquial. Ella murió de cáncer en muy poco tiempo. Cuando sucede algo como esto, hay quienes se sienten traicionados por Dios. Ella no: estuvo serena hasta el final. Todo nuestro grupo vivió la enfermedad junto a ella, rezando y haciéndole compañía. Es impresionante como su muerte nos unió, devolviéndonos a la esencia de las cosas. Después de su muerte todos estábamos más apegados a la vida”.

La importancia de los sacerdotes en su vida

Pese a sus escasos 28 años, Eugenio tiene claro que es importante tener referencias espirituales en el camino de fe. En su opinión, en los últimos años “la figura del sacerdote o padre espiritual se ha perdido un poco, pero dentro de la Iglesia hay personas, incluso jóvenes, preparados y con gran profundidad, que están listos para recibir el dolor humano y transformarlo con el amor de Dios”.

Esta transformación –prosigue- “no necesariamente alivia el dolor, pero le da un nombre. Esta es la única forma de aceptar la historia personal de uno, que no siempre es clara. Yo trato mucho con un sacerdote, el padre Dominic”.

Cuando le dicen que la fe es un refugio para las personas débiles, Eugenio se pregunta si “hay personas realmente fuertes en el mundo” y no cree que sea así. Sobre este aspecto recuerda que “una vez fui a confesarme con el padre Antonio, otro sacerdote muy bueno y muy empático, y admití que no había rezado durante mucho tiempo. Me preguntó: ah, ¿para qué vives?’. Es una pregunta importante que a menudo me pregunto: ¿para qué vives? ¿Dónde está tu corazón? Si no estás con Dios, si no miras hacia arriba, ¿dónde estás mirando? ¿Abajo? Todavía recuerdo la confesión con don Antonio. Al hablar con él entendí que mi corazón estaba cerrado por las cosas, por la ambición… Me preguntó: ‘¿cómo estás?’. Mi respuesta fue que ‘mal’. No fue necesario agregar nada más; como dije, todo de alguna manera es muy simple. Para mí, la fe es esto: llevarme de vuelta a la tierra, volver a las prioridades reales”.


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