María Arratibel era atea, le impactó el Jesús de la Pasión de Mel Gibson, fue a un monasterio a descansar y rezando el rosario por primera vez encontró a Cristo

* «Antes no me lo creía y ahora me lo creo todo… Dar razón de tu fe es una gracia. Nuestra fe va madurando y terminas por darte cuenta de que el mandato que está por encima de todo es el amor.  La evangelización es un mandato divino. Es algo que no podemos no hacer. Aunque es un tesoro escondido en vasijas de barro. Hay que hablar las cosas con naturalidad y con paz, sin imponer las cosas y desde el respeto al otro. Quizá, a veces, no sabemos respetar al otro. Y si Dios existe, igual tenemos que tener un poco más de confianza en Él. Creo que tenemos una fe demasiado voluntarista. Parece que está en nuestra mano que la gente se convierta y una conversión es una cosa de Dios, absolutamente. La fe es un don»

CaminoCatólico.-  María Arratibel era atea redomada y de repente sintió como moría de amor al ver una imagen del Sagrado Corazón. Así se podría resumir el cambio tan radical que experimentó. Ella antes era de las que se reía de la religión. La fe no era nada, hasta que pasó a serlo todo.

Después de ella se acercó a la fe su madre tras estar muchos años alejada de la Iglesia; y luego, más adelante, se convirtió su hermana pequeña. Su hermano, David Arratibel, conocido director y productor, decidió llevar a la pantalla la historia de su familia con el galardonado documental «Converso» (pincha aquí para verlo).

María con su hermano David Arratibel, conocido director y productor, que siendo agnóstico realizó el documental «Converso» sobre la conversión al catolicismo de toda su familia. Foto: José Calderero

El preámbulo para acercarse a Dios fue la belleza de la música. Un amigo suyo le regaló un oboe y empezó a recibir clases de música en el conservatorio. La música empezó a ser una de sus pasiones, le atrapó. Allí conoció a un profesor de música, el que ahora es su marido.

Le atraía la reflexión que hacía sobre el mundo, el dolor, el amor y la vida. Y empezó a quedar con él y con sus amigos. Nunca había reflexionado antes sobre su ateísmo y empezó a darse cuenta de que no tenía argumentos para sostenerlo.

El personaje de Jesús de la Pasión de Mel Gibson le impresionó. Ella sabía que históricamente Jesús existió y sufrió los horrores y tormentos de la pasión; pero de ahí a afirmar que era el Hijo De Dios, había un gran salto que ella no había dado.

Quería descansar y estudiar y decidió irse unos días al Monasterio de la Oliva. Y María, allí se encontró cara a cara con Jesús, rezando el rosario por primera vez en su vida y ayudada por un folleto explicativo, en su habitación de la hospedería de la Oliva. “Antes no me lo creía y ahora me lo creo todo”, afirma con rotundidad todavía sorprendida Arratibel. Así es la fe; el encuentro con Cristo no deja a nadie indiferente. Si Dios existe lo cambia todo, ya nada es igual. Arguments la entrevistó en enero de 2019 y cuenta su testimonio en el vídeo superior.

Dar razón de tu fe es una gracia

María Arratibel en declaraciones a Alfa y Omega, contaba que “tener fe de repente no es tan natural. Si en tu casa nunca se ha bendecido la mesa a la hora de comer, no te sale de un día para otro: «Bendice Señor los alimentos que vamos a tomar…». Será más natural en las familias que siempre han tenido eso asimilado o, por ejemplo, en mi propia familia, donde mis hijos ya han nacido en un hogar creyente. Dar razón de tu fe es una gracia. No nos volvemos valientes de pronto… En mi trabajo ahora es cuando saben que antes de entrar a trabajar he ido a Misa. No es tan fácil, y menos hoy en día que es un tema que la gente piensa que no queda bien”.

Foto: José Calderero

Por otra parte, María asegura que “Nuestra fe va madurando y terminas por darte cuenta de que el mandato que está por encima de todo es el amor.  La evangelización es un mandato divino. Es algo que no podemos no hacer. Aunque es un tesoro escondido en vasijas de barro. Muchas veces lo hacemos mal, lo hacemos aburrido, pero no tenemos derecho a guardárnoslo. A Jesucristo, que hacía milagros delante de la gente, había quien le daba la espalda. Nosotros no vamos a ser más. No puedes renunciar a cuestiones que son esenciales por gustar al mundo, porque no se te enfaden, por no ser raros. Hay que hablar las cosas con naturalidad y con paz, sin imponer las cosas y desde el respeto al otro. Quizá, a veces, no sabemos respetar al otro. Y si Dios existe, igual tenemos que tener un poco más de confianza en Él. Creo que tenemos una fe demasiado voluntarista. Parece que está en nuestra mano que la gente se convierta y una conversión es una cosa de Dios, absolutamente. La fe es un don”.

El testimonio del Papa Francisco y del del padre Werenfried, fundador de Ayuda a la Iglesia Necesitada

María reconoce que “todo lo que dice el Papa ya existía en la Iglesia. Ahí está toda la doctrina social, etc. Pero yo creo que hasta ahora un Papa no lo había transmitido así desde su propia vivencia. Una cosa es la doctrina social y otra es escuchar lo que dice un Papa que ha estado en los suburbios de Buenos Aires con la gente más tirada. Desde esa experiencia de vida a Francisco le surge una preocupación de verdad, real y urgente por los pobres, por los desheredados, por la justicia social”.

Además, reflexiona valorando que “yo tenía una posición absolutamente beligerante contra la Iglesia y era muy burra. Pero también tengo la sensación de que me llegaba solo una parte del mensaje. Que hay una información muy selectiva. Que sale la foto con Pinochet pero no salen otras cosas en las que también ha estado la Iglesia. Ahí está, por ejemplo, la figura del padre Werenfried, fundador de Ayuda a la Iglesia Necesitada. Era cañerísimo con esto. Denunciaba que estábamos gastando dinero en restaurar iglesias en Europa mientras a nuestros hermanos les están comiendo las ratas en una cloaca de Bombay. En la Iglesia siempre ha habido, y siempre habrá, este tipo de personas, pero el Papa Francisco tiene más eco mediático”.


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