James McMillan era de las juventudes comunistas y ahora es católico devoto y premiado director de orquesta: «El Evangelio no necesita marxismo»

* «Yo tocaba el órgano en la iglesia, la misma donde fui bautizado y fueron bautizados mis padres… Vivimos en tiempos en que la gente está fascinada por la religión, y los aspectos más desconcertantes de la creencia cristiana son los que más atraen»

Camino Católico.- El escocés James McMillan es uno de los más famosos compositores y directores modernos de coro, orquesta y ópera. Alcanzó reconocimiento internacional con su obra «Veni, Veni, Emmanuele», estrenada en 1992 e interpretada ya más de 500 veces, algo asombroso en la música culta moderna.

Su segunda ópera, «The Sacrifice» (basada en el ciclo de leyendas galesas del Mabinogion), estrenada en 2007, ganó el Premio de la Royal Philharmonic Society. Para la visita que Benedicto XVI realizó a Gran Bretaña en 2010, MacMillan compuso la obra Tu es PetrusHa estrenado 4 sinfonías y pronto presentará una quinta, dedicada al Espíritu Santo, «el gran desconocido». Y en los últimos años está volcado en el gran avivamiento de la música coral en las Islas Británicas.

En 2016 James MacMillan tocó el piano en la isla abandonada de St Kilda, con antiguas melodías recuperadas… pero él se dedica más bien a música moderna culta

Al cumplir 60 años, habla con el Catholic Herald inglés y confiesa lo que más le avergüenza de su juventud: haber militado en la Liga de los Jóvenes Comunistas en su adolescencia. Lo cuenta P.J.G. en Religión en Libertad.

Dice que lo recuerda «no solo con arrepentimiento sino con vergüenza. Si acabo en el purgatorio, será por eso, porque la política del Evangelio no necesita marxismo; es un desperdicio del mensaje evangélico de paz y justicia».

Los desaparecidos de Argentina y los pobres de Sudamérica

Él nació en una familia católica en una comunidad minera en Ayrshire, una región que entró en crisis cuando se cerraron las minas. En esa adolescencia y juventud, mientras estudiaba música en la universidad y daba clases, tenía intereses políticos y de justicia social. Exploró en la teología de la liberación y publicó temas musicales como «Búsqueda» (1988, una coral dramática de 30 minutos sobre poemas de Madres de la Plaza de Mayo en Argentina) y «Cantos Sagrados» (1989), canciones solidarias con los pobres de Sudamérica.

Hoy ha matizado mucho su convicción sobre la relación entre fe y política. «Cuando la Iglesia ha colaborado con la izquierda secular, la izquierda ha ganado y ha usado a la Iglesia como una herramienta», explica. Al darse cuenta de esto, su música fue abandonando la motivación de protesta y ganó en devoción espiritual. La mayor parte de su música en los últimos 30 años tiene un importante componente espiritual.

«Lo más desconcertante del cristianismo, atrae»

Está convencido, dice, de que «vivimos en tiempos en que la gente está fascinada por la religión, y los aspectos más desconcertantes de la creencia cristiana son los que más atraen, parece«.

Sobre la importancia de la espiritualidad cristiana en la música culta moderna, no tiene dudas. «Messiaen, Stravisnky, Schoenberg, Tavener, Arvo Pärt y muchos de los rusos de la generación post-Shostakovich han escrito todos música considerada una ventana hacia lo divino. Incluso John Cage -la gente suele olvidarlo- planeaba al principio llamar a sus 4 minutos 33 segundos de silencio ‘Oración silenciosa'».

Durante bastantes años fue el responsable de música de su pequeña parroquia escocesa natal. «Yo tocaba el órgano en la iglesia, la misma donde fui bautizado y fueron bautizados mis padres. Mi abuelo era minero de carbón, pero la música era su pasión y tocaba el eufonio en la banda local», recordaba hace unos años en el Telegraph.

El dolor de perder una nietecita

Hace poco se retiró con su familia a un lugar más aislado para componer, dejando su vieja parroquia. Su familia ha vivido el dolor de la pérdida. En 2010 su hija Catherine dio a luz a una niña con graves discapacidades, una niña que murió 6 años después. “Era una niñita adorable, que trajo luz a nuestras vidas; cuando murió fue un golpe terrible», reconocía al Telegraph. Eso le inspiró en parte para escribir un «Stabat Mater», el llanto de la Virgen ante la Cruz y la muerte de su Hijo… y el de todos los que sufren en este mundo con dolor.

Explica que en los años recientes la música coral, tanto popular como la culta, han crecido enormemente en el interés del público y de los músicos. Esta semana santa varias corales cantarán en Londres sus temas, especialmente su cantata «Seven Last Words from the Cross», las últimas 7 palabras de Jesús. Y tiene preparado un motete recién compuesto para llevarlo de gira por 27 conciertos. Se llama «O Virgo prudentissima».

McMillan en la isla abandonada de StKilda en 2016

Intentó llevar el gregoriano y música culta a las parroquias… «fracasé»

Hay otra cosa que lamenta: haber intentado potenciar la música culta en las parroquias católicas, especialmente a través de corales, y no haberlo conseguido.

«Lo intenté tanto como pude, argumenté una y otra vez para volver al gregoriano [chant], que es el sonido del catolicismo. Y se rechaza diciendo que es elitista, algo completamente injusto. He de aceptar que es una batalla que perdí, me rindo. Tengo que seguir viviendo», constata.

En 2016 McMillan fue a la isla abandonada de Saint Kilda a tocar en el piano melodías tradicionales recuperadas de la isla

Las 7 palabras desde la Cruz, una obra de McMillan para Semana Santa

Un miserere, canto vocal moderno, sin instrumentos

El Gloria de la misa para beatificar al cardenal Newman en 2010, en Birmingham,
con Benedicto XVI

Veni, Veni, Enmanuel, una versión de 1992, con mucha percusión y xilófono; se ha interpretado más de 500 veces y le ha hecho popular

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