Claudio Perusini, amigo de Bergoglio, que vivió gracias al milagro de Mama Antula: «Hace meses me llamó el Papa Francisco, quería verificar cómo me había recuperado»

«Sentimos emoción, agradecimiento, pero sobre todo, no nos sentimos protagonistas, sino los primeros beneficiarios de este milagro que va a bendecir a muchas personas más. Porque fue Dios quien lo sanó y concedió el milagro, después de que intercedimos y se lo pedimos a través de Mama Antula», explica María Laura, esposa de Claudio Perusini

Testimonio de Claudio Perusini y su esposa María Laura que cuentan a Aire Digital como sucedió el milagro de “Mama Antula”

A.L.M. / Camino Católico.- Claudio Perusini tiene 64 años, es profesor de filosofía, fue director de un colegio secundario en Santa Cruz y ahora suma a su currículum vitae haber sido beneficiado con un milagro de la primera santa argentina, Mama Antula. Claudio, que es amigo del Papa Francisco, se enteró el martes 24 de octubre de 2023 por la mañana de una forma particular. Aunque sabía que su sorprendente recuperación después de haber quedado 28 días en estado vegetativo tras sufrir un accidente cerebrovascular (ACV) estaba siendo analizada con cien lupas por los médicos y los expertos del Vaticano, pensó que ese mensaje nunca iba a llegar. Al conocer el anuncio de la aprobación por parte del Vaticano ha dicho al diario argentino La Nación: “Hace algunos meses me llamó el Papa Francisco, quería verificar en persona cómo me había recuperado. Le dije: ‘No me hagas ir a Roma. ¿Por qué no venís a canonizar a Mama Antula a la Argentina?’ Vamos a ver, pero me dijeron que él prefiere hacer las canonizaciones allá. Bueno, por ahí puede venir después con esta hermosa noticia”.

El primer mensaje que le ha llegado comunicando la buena noticia de la aprobación del milagro ha sido de un obispo, que le reenviaba un comunicado del Vaticano… en latín. Aunque lo ha entendido, cree que no era esa confirmación que tantos fieles estaban esperando. Y lo deja allí, sin terminar de leer, para darle prioridad a otro que le mandó su sobrina, que vive en Canadá. Ella le reenviaba una publicación en la que, en inglés, se contaba que el papa Francisco había aprobado el milagro que hacía seis años le había devuelto la vista, el habla y la movilidad de sus miembros.

Claudio y María Laura, su esposa. se abrazaron. “Sentimos emoción, agradecimiento, pero sobre todo, no nos sentimos protagonistas, sino los primeros beneficiarios de este milagro que va a bendecir a muchas personas más. Porque fue Dios quien lo sanó y concedió el milagro, después de que intercedimos y se lo pedimos a través de Mama Antula”, cuenta la mujer.

Para matizar la emoción, Claudio decidió pasar el resto de la mañana y de la tarde trabajando en la carpintería que armó en el fondo de su casa desde que se jubiló. “Lo que más me preocupa es poder encolar este mueble”, comenta, mientras ajusta detalles de un sostén para un piano eléctrico que él mismo va a tocar. María Laura le acerca el teléfono, allí en esta segunda casa que tienen en la ciudad de Santa Fe. En unos días van a volver a Lago Posadas, al noroeste de la provincia de Santa Cruz, donde se instalaron en 2007 cuando Claudio concursó para abrir y ser el director de un colegio secundario en el pueblo. Viven allí los meses más cálidos y después vuelven a Santa Fe para el invierno. En Lago Posadas, Claudio trabajó hasta 2017, cuando se jubiló. Viajaron entonces a Santa Fe para visitar a sus hijos Juan Francisco (hoy tiene 32 años) e Ignacio (30 años).

Juan Francisco, Ignacio, Claudio y María Laura Perusini

Así sufrió el accidente cerebrovascular

El 25 de julio de 2017, a las 5 de la madrugada, Claudio se levantó para ir al baño y, cuando volvió a la cama, tuvo un accidente cerebrovascular. No se enteró de nada. Los sonidos guturales alertaron a María Laura, que enseguida pidió ayuda y llamó a la ambulancia. En el Hospital Cullen el panorama era desolador. A la esposa le dijeron primero que le quedaban 48 horas y luego que eran apenas 24. Tenían que despedirse. Claudio ya no estaba presente.

Así fue cuando llegó un amigo de la familia, el sacerdote Ernesto Giovando, que rezó por él y le dejó una estampa de Mama Antula en el monitor al que estaba conectado en la unidad de Cuidados Intensivos. Le indicó a María Laura que le rezaran, que recientemente había sido considerada beata y que seguramente concedería milagros.

El Papa Francisco llamó a la desolada madre de Claudio

La madre de Claudio estaba desolada. Le habían dicho que era cuestión de horas. Por eso no quiso atender cuando la llamaban por teléfono. Hasta que alguien le aclaró: “No es del hospital, es el Papa Francisco”. Lo atendió y hablaron por media hora. Ocurre que Claudio lo había conocido, como Jorge Bergoglio, cuando asistía al Colegio Inmaculada de Santa Fe. Después, había estado en contacto con él en distintos momentos, durante su formación en la Compañía de Jesús.

Claudio le había comentado que quería ser sacerdote, pero Bergoglio le había dicho que no le veía vocación, que se casara, que él le iba a bautizar a los hijos. Finalmente, Perusini siguió adelante con su vocación religiosa, pero como laico. Y en distintos momentos, tanto en Córdoba como en Buenos Aires, en el Colegio del Salvador, volvió a coincidir con Bergoglio.

Claudio relata la anécdota de una vez que viajó junto a un grupo de profesores al Colegio Máximo de San Miguel y, cuando iban a emprender el viaje, Bergoglio, que era entonces el provincial de los jesuitas, les dijo que no se podían ir sin cenar. “Abrió la heladera, sacó un maple completo, batió los 30 huevos, les agregó cebolla y papa, y nos hizo una enorme tortilla que comimos con pan”, recuerda.

Mama Antula, la primera santa argentina

Una recuperación a pasos agigantados

Fue por esa relación que, cuando el Papa Francisco supo que Claudio estaba internado en el hospital, decidió llamarla a la madre. Mientras toda la familia le rezaba a Mama Antula, ocurrió lo que nadie pensaba. A esa altura, el diagnóstico terminal se había evaporado sin ocurrir y el nuevo panorama decía que Claudio seguiría sus días en estado vegetativo. Sin poder hablar, ni caminar, ni moverse, ni comunicarse.

El milagro no ocurrió de un día para el otro. Como los médicos notaron que Claudio respondía a algunas órdenes, como apretar la mano de su interlocutor o pestañar, le indicaron que iniciara una rehabilitación. La expectativa era que las mejoras fueran mínimas, pero suficientes como para tener una vida más digna. Sin embargo, cuando empezó la rehabilitación, la recuperación empezó a darse a pasos agigantados. Poco tiempo después, afirma María Laura, ya estaba hablando, moviéndose, caminando solo. Al principio con más dificultad, la que después fue desapareciendo hasta permitirle lograr autonomía. Si bien todavía subsisten algunos pequeños obstáculos, no le impiden poder tener una vida plena y fluida, junto a su familia.

Cuando apenas podía hablar, un día le dijeron que esa tarde iba a llamar Francisco. Entonces él anunció que él mismo quería atender. Y así lo hizo. Las mejoras fueron consistentes. No solo los cambios se vieron en lo que podía o no hacer: los médicos se sorprendieron de lo que mostraban las imágenes de las tomografías, resonancias y otros estudios, que revelaban cómo la lesión cerebral se había revertido.

Fue por eso que el sacerdote Giovando les propuso presentar las pruebas al Vaticano para que los especialistas constataran si efectivamente se trataba de un milagro.

Claudio Perusini sostiene en su mano la estampa de Mama Antula que le llevaron cuando estaba en estado de coma en el hospital

¿Quién es Mama Antula? 

María Antonia de Paz y Figueroa nació en 1730 en Santiago del Estero. Trabajó desde muy joven con los jesuitas colaborando en la organización de ejercicios espirituales. Luego partió a Buenos Aires, donde se dedicó durante 20 años a predicar el mensaje de Cristo.

En 1795 fundó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en Buenos Aires, la que aún cumple su misión bajo el cuidado de la Congregación Hijas del Divino Salvador. Falleció el 7 de marzo de 1799 en esa residencia. Sus restos descansan en la iglesia Nuestra Señora de la Piedad en Buenos Aires.

El milagro que permitió su beatificación fue aprobado el 4 de marzo de 2016. Este consistió en la recuperación inexplicable, en 1904, de la religiosa María Rosa Vanina, de las Hijas del Divino Salvador. La religiosa sufría de una colecistitis aguda con shock séptico, luego de que los médicos pronosticaron una muerte segura.

Gracias a ello, el 26 de agosto de 2016, María Antonia de Paz y Figueroa fue beatificada por el delegado del Papa Francisco y entonces prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Cardenal Angelo Amato.

Claudio Perusini, amigo del Papa Francisco, curado de un accidente cerebrovascular que lo dejó en estado vegetativo, el milagro de Mama Antula, primera santa argentina


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