El don de la familia / Por † Lluís Martínez Sistach, Cardenal arzobispo de Barcelona

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23 de agosto de 2010.- Jesús, para salvarnos, nació en el seno de una familia: es la Sagrada Familia de Nazaret. Así, Dios manifiesta la armonía que hay entre lo que Él ha creado y la manera como realiza la salvación.

La familia se fundamenta en el matrimonio de un hombre y una mujer, y es una institución muy importante para el bien de las personas. El Concilio Vaticano II afirma que "el bienestar de la persona y de la sociedad humana y cristiana va estrechamente unida a la buena situación de la comunidad conyugal y familiar". Esto significa que la buena salud de las familias es muy necesaria para la realización de las personas de los esposos y en especial de los hijos.

iglesiadomestica.jpgSin duda alguna se dan hoy muchos factores, en la sociedad en general y en la nuestra en particular, que dificultan la armonía y la estabilidad de las familias. Se ha convertido en tópico hablar de la crisis de la familia. ¿Hay acaso alguna institución en nuestros días que no pase por una cierta situación de crisis? De todos modos, la familia es una de las instituciones que más resiste a la crisis. El escritor André Frossard afirmaba que el matrimonio y la familia son piezas de resistencia.Todos hemos de ser conscientes de lo que está en juego en la salud o en la crisis de las familias.

La familia tendrá buena salud si la sociedad redescubre los valores imprescindibles para que hombre y mujer, en la unión matrimonial y familiar, realicen plenamente su dignidad como personas. Y el primero de estos valores es el verdadero amor conyugal entendido como una entrega mutua de los esposos, un amor para siempre, lleno de fidelidad y abierto a la vida, a fin de construir una familia como íntima comunidad de vida y de amor.

El amor que la Iglesia tiene a las personas y a la sociedad la empuja a defender con energía la identidad del matrimonio y de la familia. En esta misión han destacado los últimos papas, sobre todo Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Nos estamos preparando ahora para recibir a Benedicto XVI el próximo 7 de noviembre, día en que vendrá para presidir la ceremonia de la dedicación del templo de la Sagrada Familia. El hecho de que este gran templo lleve el nombre de la santa familia de Nazaret permitirá sin duda al Santo Padre decirnos muchas cosas importantes y muy necesarias para todos nosotros. Desde la familia hasta la vida, desde la belleza hasta el diálogo fe-cultura. Estoy muy seguro de que la familia será un punto que nos recordará, y creo que su magisterio nos enriquecerá y nos ayudará también a sacar las consecuencias para nuestra vida del hecho de que en Barcelona tengamos una iglesia tan original dedicada precisamente a la Familia de Nazaret.

Por nuestra parte, en los temas de reflexión que hemos propuesto para preparar espiritualmente la visita del Papa, ocupa un lugar importante la familia. El templo que el Santo Padre dedicará litúrgicamente a Dios empezó como una ofrenda votiva a la Sagrada Familia, como un templo expiatorio de los pecados cometidos contra la santidad del matrimonio y de la familia. Por ello, el acto del 7 de noviembre será también una invitación a dedicar, esto es, a ofrecer a Dios el santuario vivo que son las familias, verdaderas iglesias domésticas, tal como afirmó el Concilio Vaticano II.

La belleza del templo de Gaudí se convierte así en una invitación para todos nosotros. Una invitación a descubrir el verdadero sentido del matrimonio y de la familia en el plan de salvación de Dios.

† Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona

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