El Papa en la Audiencia 20-3-19: «Cuando pedimos a Dios «hágase tu voluntad» quiere decir que confiamos en Él, como nuestro Padre, que desea para nosotros el bien»

* «El «Padre Nuestro» es una oración que enciende en nosotros el mismo amor de Jesús por la voluntad del Padre, una llama que empuja  a transformar el mundo con amor. El cristiano no cree en un «fato» ineluctable. No hay nada al azar en la fe de los cristianos: en cambio, hay una salvación que espera manifestarse en la vida de cada hombre y de cada mujer y cumplirse en la eternidad. Si rezamos es porque creemos que Dios puede y quiere transformar la realidad venciendo el mal con el bien. Tiene sentido obedecer a este Dios y abandonarse  a Él incluso en la hora de la prueba más dura»

Video completo de la transmisión en directo realizada por 13 TV de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

* «En estos días, grandes inundaciones han sembrado lutos y devastación en varias regiones de Mozambique, Zimbabue y Malawi. Expreso mi dolor  y mi cercanía a esas queridas poblaciones. Confío a las muchas víctimas y sus familias a la misericordia de Dios e imploro consuelo y apoyo para los afectados por esta calamidad»                            

20 de marzo de 2019.- (Camino Católico)  “Queridos hermanos: continuamos con la catequesis sobre el Padrenuestro, y lo hacemos reflexionando sobre la tercera invocación: «Hágase tu voluntad» que se une a las dos primeras de este tríptico: «sea santificado tu nombre» «venga tu Reino»”, lo ha dicho el Papa Francisco en la Audiencia General del tercer miércoles de marzo de 2019 ante miles de peregrinos en la plaza de San Pedri , continuando con su ciclo de catequesis dedicadas a la oración del Padre Nuestro.

En su catequesis, el Santo Padre recordó que, es siempre Dios quien toma la iniciativa para salvarnos, y nosotros lo buscamos en la oración, y descubrimos que Él ya nos estaba esperando, la perspectiva de Dios es diferente a la del hombre.

Por eso, el Santo Padre dice que cuando oramos diciendo “hágase tu voluntad”, no estamos invitados a inclinar nuestras cabezas servilmente, como si fuéramos esclavos. No, Dios nos quiere libres, es su Amor el que nos libera. El Padre Nuestro, de hecho, es la oración de los hijos, que conocen el corazón de su padre y están seguros de su designio de amor. Ay de nosotros sí, al decir estas palabras, levantamos los hombros como signo de rendición ante un destino que nos repugna y que no podemos cambiar. Al contrario, es una oración llena de ardiente confianza en Dios que quiere para nosotros el bien, la vida, la salvación. Es una oración valiente, incluso combativa, porque en el mundo hay muchas, demasiadas realidades que no están de acuerdo con el plan de Dios.

El Papa Francisco también dijo que, el Padre Nuestro es una oración que enciende en nosotros el mismo amor de Jesús por la voluntad del Padre, una llama que nos impulsa a transformar el mundo con el amor. “El cristiano – precisa el Papa – no cree en un ‘destino’ ineludible. No hay nada aleatorio en la fe de los cristianos, sino una salvación que espera manifestarse en la vida de cada hombre y mujer y realizarse en la eternidad. Si oramos es porque creemos que Dios puede y quiere transformar la realidad superando el mal con el bien. A este Dios tiene sentido obedecer y abandonarse incluso en la hora de la prueba más dura”.

Antes de concluir su catequesis, el Papa Francisco saludó a los peregrinos de lengua española venidos de España y América Latina: “Pidamos al Señor que nuestro testimonio y nuestra oración – invocó el Pontífice – sean el revulsivo para que todos los hombres lleguen al conocimiento de la verdad y se salven. Dios los Bendiga”. En el vídeo superior de 13 TV se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Prosiguiendo nuestras catequesis sobre el «Padre Nuestro», hoy nos detenemos en la tercera invocación: «Hágase tu voluntad». Debe leerse en unidad con las dos primeras, «Santificado sea tu nombre» y «Venga a nosotros tu Reino», para que juntas formen un tríptico: “Santificado sea tu nombre”, “Venga a nosotros tu Reino”, “Hágase tu voluntad”.

Antes  de que el hombre cuide del mundo, Dios cuida ya  incansablemente al hombre y al mundo. Todo el evangelio refleja esta inversión de perspectiva. El pecador Zaqueo se sube a un árbol porque quiere ver a Jesús, pero no sabe que, mucho antes, Dios había ido a buscarlo. Jesús, cuando llega, le dice: «Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa». Y al final declara: «El Hijo del hombre ha venido a buscar y  salvar lo que estaba perdido» (Lc 19, 5.10). He aquí la voluntad de Dios,  la que pedimos que se haga. ¿Cuál es la voluntad de Dios encarnada en Jesús?: Buscar y salvar lo que está perdido. Y nosotros, cuando rezamos, pedimos que la búsqueda de Dios tenga éxito, que se cumpla su plan universal de salvación, primero en cada uno de nosotros y luego en todo el mundo. ¿Habéis pensado lo que significa que Dios me busca? Cada uno de nosotros puede decir: “Pero ¿Dios me busca?”. “Sí, ¡Te busca!” “Me busca”.

Dios no es ambiguo, no se esconde detrás de enigmas, no ha planeado el futuro del mundo de una manera indescifrable.  No, Él es claro. Si no lo entendemos, nos arriesgamos a no entender el significado de la tercera frase del «Padre Nuestro». En efecto, la Biblia está llena de frases que nos hablan de la voluntad positiva de Dios hacia el mundo. Y en el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos una colección de citas que atestiguan esta voluntad divina fiel y paciente (ver n. 2821-2827). Y San Pablo, en la Primera Carta a Timoteo, escribe: «Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» (2,4). Esta, sin lugar a dudas, es la voluntad de Dios: la salvación del hombre, de los hombres, de cada uno de nosotros. Dios con su amor llama a la puerta de nuestro corazón ¿Por qué? Para atraernos, para atraernos a Él y llevarnos adelante por el camino de la salvación. Dios está cerca de cada uno de nosotros  con su amor, para llevarnos de la mano a la salvación. ¡Cuánto amor hay detrás de todo ello!

Así, rezando «hágase tu voluntad», no estamos invitados a bajar servilmente la cabeza, como si fuéramos esclavos. ¡No! Dios nos quiere libres; y es su amor el que nos libera.  El «Padre Nuestro” es, en efecto,  la oración de los hijos, no de los esclavos; sino de los hijos que conocen el corazón de su padre y están seguros de su plan de amor. ¡Ay de nosotros sí, al pronunciar estas palabras, nos encogiéramos de hombros y nos rindiéramos ante un destino que nos repele y que no conseguimos cambiar! Al contrario, es una oración llena de ardiente confianza en Dios que quiere el bien para nosotros, la vida, la salvación. Una oración valiente, incluso combativa, porque en el mundo hay muchas, demasiadas realidades que no obedecen al plan de Dios. Las conocemos todos. Parafraseando al profeta Isaías, podríamos decir: «Aquí, Padre, hay guerra, prevaricación, explotación; pero sabemos que Tú quieres nuestro bien, por eso te suplicamos: ¡Hágase tu voluntad! Señor, cambia los planes del mundo, convierte las espadas en azadones y las lanzas en podaderas; ¡Que nadie se ejercite más en el arte de la guerra! «(ver 2: 4).

El «Padre Nuestro» es una oración que enciende en nosotros el mismo amor de Jesús por la voluntad del Padre, una llama que empuja  a transformar el mundo con amor. El cristiano no cree en un «fato» ineluctable. No hay nada al azar en la fe de los cristianos: en cambio, hay una salvación que espera manifestarse en la vida de cada hombre y de cada mujer y cumplirse en la eternidad. Si rezamos es porque creemos que Dios puede y quiere transformar la realidad venciendo el mal con el bien. Tiene sentido obedecer a este Dios y abandonarse  a Él incluso en la hora de la prueba más dura.

Así fue para Jesús en el Huerto de Getsemaní, cuando experimentó la angustia y oró: «¡Padre, si quieres, aparta de mi esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya!”(Lucas 22:42). Jesús es aplastado por el mal del mundo, pero se abandona confiadamente al océano del amor de la voluntad del Padre. Tampoco los mártires, en su prueba,  buscaban la muerte, si no el después de la muerte,  la resurrección. Dios, por amor, puede llevarnos a caminar por senderos difíciles, a experimentar dolorosas heridas y espinas, pero nunca nos abandonará. Estará siempre con nosotros, cerca de nosotros, dentro de nosotros Para un creyente esto, más que una esperanza, es una certeza. Dios está conmigo. La misma que encontramos en esa parábola del Evangelio de Lucas dedicada a la necesidad de rezar siempre. Jesús dice: «¿Dios no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto”. Así es el Señor, así nos ama, así nos quiere. Pero, yo tengo ganas de invitaros, ahora, a rezar todos juntos el Padre nuestro. Y los que no saben italiano, que lo recen en su idioma. Vamos a rezar juntos:

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos:

Continuamos con la catequesis sobre el Padrenuestro, y lo hacemos reflexionando sobre la tercera invocación: «Hágase tu voluntad» que se une a las dos primeras de este tríptico: «sea santificado tu nombre» «venga tu Reino». Dios siempre toma la iniciativa para salvarnos, y nosotros lo buscamos en la oración, y descubrimos que Él ya nos estaba esperando. Esa es la voluntad de Dios y es lo que pedimos para que se cumpla su plan de salvación.

Como nos dice la primera carta a Timoteo, Dios quiere que todos los hombres se salven.
Por tanto, cuando pedimos a Dios «hágase tu voluntad» quiere decir que no nos resignamos a un destino que no conocemos ni compartimos, sino que confiamos en Él, como nuestro Padre, que desea para nosotros el bien y la vida. Las insidias del mundo, que llenan de obstáculos ese proyecto, son vencidas por la fuerza de una oración que pide, como el profeta, cambiar las espadas en arados y las lanzas en podaderas.

Si rezamos es porque creemos que estas realidades de destrucción y muerte, pueden ser transformadas en instrumentos para generar fecundidad y vida. Dios tiene un proyecto para cada uno de nosotros, y confiando en Él, nos abandonamos en sus manos también en el momento de la prueba, seguros de que escucha nuestro grito y nos hará justicia sin tardar.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y América Latina, en modo particular a la Fundación Manos Unidas de España que, desde el compromiso cristiano en su campaña contra el hambre, busca cumplir la voluntad de Dios para que a nadie falte el pan cotidiano ni lo necesario en sus vidas. Pidamos al Señor que nuestro testimonio y nuestra oración, sean el revulsivo para que todos los hombres lleguen al conocimiento de la verdad y se salven. Dios los Bendiga. Muchas gracias.

El Papa ha dicho al final de la catequesis:

Ayer celebramos la solemnidad de San José. ¡Qué la protección que ofreció a la Sagrada Familia sea un ejemplo significativo para nosotros! Como hizo San José, custodiemos  a Jesús en nosotros, cuando hoy lo recibimos en la Eucaristía y en la escucha de su palabra. Con el mismo amor, dirijámonos a María pidiéndole ayuda y buen consejo en la vida diaria. Aprendemos de San José la  confianza en Dios, la humildad,  el valor y la obediencia. Alabado sea Jesucristo.

Un pensamiento especial para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados :El camino de  Cuaresma, que estamos siguiendo, sea ocasión para cada  uno de conversión auténtica, para que podamos llegar a la plena madurez de la fe en Cristo, deseosos por difundir su Evangelio en todos los entornos de la vida en los que nos encontramos.

En estos días, grandes inundaciones han sembrado lutos y devastación en varias regiones de Mozambique, Zimbabue y Malawi. Expreso mi dolor  y mi cercanía a esas queridas poblaciones. Confío a las muchas víctimas y sus familias a la misericordia de Dios e imploro consuelo y apoyo para los afectados por esta calamidad.

Francisco

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