Erminia Bertoli nació muerta, pero Dios intervino y el milagro permitió beatificar a la mística Itala Mela, que por años fue atea

En estos casos, se trata de intentar revivir al bebé durante diez minutos, y si no hay reacción, de acuerdo con el protocolo se interrumpe las maniobras… A los cinco minutos el índice de vitalidad continuaba en cero. Todo indicaba nula esperanza de vida para esa recién nacida. Fue entonces que la enfermera Diva Pellini, movida por una certeza espiritual irrefrenable, salió del lugar… marcó el número del Monasterio de las Clarisas de Sarzana y pide oraciones. Las hermanas rezan y piden la intercesión de Itala Mela. En esos momentos, «He sentido una gran paz que me envolvió por completo», dice Francesca Colombani Bertoli, «la presencia luminosa del amor divino. Por eso, cuando meses después bautizamos a nuestro hija, además de Erminia, también hemos querido llamarla Luz Bendita»

22 de junio de 2017.- (Camino Católico)Erminia Bertoli es una bella y brillante estudiante de la escuela secundaria»Lorenzo Costa»de La Spezia, es deportista y aspira a seguir en los pasos de su familia y convertirse en una buena doctora en medicina como sus abuelo, papá y mamá. Es el final feliz de una tragedia de la que fue la protagonista: nació prácticamente muerta; Las clarisas de clausura de Sarzana rezaron por ella y el milagro, algo realmente excepcional, también ha sido reconocido por los médicos ateos. “Es que los hechos están ahí” hadicho su madre, la doctora en pediatría Francesca Colombani Bertoli.

Su marido, el cardiólogo Daniele Bertoli, y ella (ambos en la imagen de la izquierda) tenían una niña de casi tres años, Eugenia, nacida por cesárea. Cuando llegó este segundo embarazo. En el séptimo mes Francesca comenzó a sangrar, por lo que la madrugada del 8 de febrero de 1999 ingresa en el hospital en Sarzana. El ginecólogo principal fue el Dr. Bernardini. Ante la perspectiva de una cesárea, se llama a un segundo anestesiólogo, además del que ya está prestando servicio en el hospital.

Francesca, a la que se le ha aplicado la anestesia epidural, se encuentra en medio de una nueva hemorragia masiva. La labor del equipo médico se volvió frenética y a Francesca Colombani Bertoli, a quien se le practica no uno sino dos cortes debido a que el feto estaba muy arriba, tiene la percepción de«un trapo gris» pasa por encima de su cabeza. Ella ve primero palidecer a su marido, luego a los dos anestesiólogos.

Aquel«trapo gris» era su hija, ella no da ninguna señal de vida. Aplicando el Test de Apgar, que mide la vitalidad en una escala de cero a diez, se comprueba que el índice es cero. En estos casos, se trata de intentar revivir al bebé durante diez minutos, y si no hay reacción, de acuerdo con el protocolo americano, se interrumpe las maniobras, ya sea porque el paciente está inequívocamente muerto o, si sobrevive, permanecerá siempre en un estado puramente vegetativo.

A los cinco minutos el índice continuaba en cero. Todo indicaba nula esperanza de vida para esa recién nacida. Fue entonces que la enfermera Diva Pellini, movida por una certeza espiritual irrefrenable, salió del lugar… mientras los médicos continuaban su trabajo de reanimación. Fueron apenas un par de minutos los que Pellini tardó en tomar el teléfono, marcar el número del Monasterio de las Clarisas de Sarzana. Las monjas iban camino a la capilla para sus oraciones. La última de la fila oye el timbre del teléfono y se da cuenta que tiene que ir a responder. La voz le pide oraciones por la tragedia que está teniendo lugar en ese momento en la sala de operaciones. Las hermanas rezan y piden la intercesión de Itala Mela. En esos momentos,«He sentido una gran paz que me envolvió por completo», dice Francesca Colombani Bertoli,«la presencia luminosa del amor divino. Por eso, cuando meses después bautizamos a nuestro hija, además de Erminia, también hemos querido llamarla Luz Bendita».

Pero esa paz que envolvió por completo a la doctora Bertoli no la percibió tras más de diez minutos de intentar recuperar a la bebé y comprobar que el índice de vitalidad de la niña seguía en cero. Pero al continuar reanimándola, de improviso mostró reacción y al evaluarla el índice se elevó a siete. Mostraba un mejor color de piel, ¡por fin respiraba y tenía frecuencia cardíaca!

Los 18 años de vida de Erminia y el milagro que a ella le permitió vivir ha sido el fundamento para que el pasado 10 de junio la italiana Itala Mela, conocida como “la mística de Liguria”, fuera beatificada en La Spezia, su ciudad natal.

Itala Mela, del ateísmo a los altares, bajo el signo de la Trinidad

Nació Itala Mela en La Spezia -una pintoresca ciudad costera de la Liguria en Italia-, el 28 de agosto de 1904 como hija de Pasquino y Luigia,  ambos profesores y también conocidos por ser ateos. Sin embargo, desde que cumplió un año de edad hasta los 10 fue criada por sus abuelos. Gracias a ellos conoció de Dios, recibiendo la Primera Comunión y Confirmación poco antes de ser llevada por sus padres el año 1915, tras estallar la Primera Guerra Mundial.

Cinco años después, en 1920,  falleció su pequeño hermano, Enrico, de tan solo nueve años de edad. El dolor de esta pérdida le marcó al punto de creer que Dios no existía; y se declaró por años atea… «Después de su muerte, nada», escribió Itala.

No duraría mucho este invierno del alma, pues en la fiesta de la Inmaculada Concepción del año 1922 fue visitada por Dios restaurando su fe que comenzó a cultivar con fervor y rigor en la formación. Ella misma cuenta en sus escritos que la frase “Señor, te seguiré hasta en la oscuridad, hasta la muerte”, se convirtió en su lema.

Ese mismo año finalizó con excelencia los estudios secundarios e ingresó a la Universidad de Génova para obtener una Licenciatura en Letras (se tituló en 1928). En esos años Itala fue una activa miembro de la Federación de Universitarios Católicos Italianos, donde conoció personas que en el tiempo serían líderes al servicio de Dios en la Iglesia… Giovanni Battista Montini (el futuro Papa Pablo VI); Alfredo Ildefonso Schuster (monje benedictino y luego Cardenal Arzobispo de Milán durante la Segunda Guerra Mundial); Divo Barsotti (sacerdote y teólogo) y Agostino Gemelli (franciscano fundador y primer rector de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán), fueron algunas de esa figuras.

Pero Itala Mela también sería instrumento de Dios para fortalecer a la Iglesia… el 3 de agosto de 1928 estando en oración, se le permitió ver algo que ella narra como un “haz de luz” en el tabernáculo de la iglesia del Seminario en Pontremoli. Sería la primera de varias visiones que fortalecerían su amor por la Santísima Trinidad y reflexión mística sobre el misterio de Dios.

Tras aquél primer evento extraordinario partió a Milán, eligió como confesor al sacerdote, doctor en derecho canónico, Adriano Bernareggi; iniciando así un camino hacia la consagración laical a Dios como oblata benedictina, coronado el 4 de enero de 1933 en la iglesia de San Pablo Extramuros (Roma) al tomar los cuatro votos benedictinos: pobreza, castidad, obediencia y estabilidad. Pero Itala –marcada por sus visiones- tomó un quinto voto: el compromiso de difundir la verdad de la «inhabitación» de la Santísima Trinidad en el alma… «ayudando a los bautizados, especialmente a los sacerdotes y religiosos, a restaurar la vitalidad que esta certeza otorga a la vida cristiana», escribiría más tarde Itala, quien tomó además por nombre, «María de la Trinidad».

En abril de 1941, fiel a ese quinto voto, presentó al Papa Pío XII un “Memorial”, escrito aceptado con gratitud por el Pontífice donde esta excepcional mujer concentra sus visiones del misterio de la Santísima Trinidad y vínculo con la Virgen María, como espiritualidad de una futura familia sacerdotal de vida eremítica. Los cronistas vaticanos de la época señalan que al conocer ese Memorial, Su Santidad se mostró sorprendido «por tanta luz, tanta humildad y tan profundamente enraizada en la tradición cristiana.»

María de la Trinidad, falleció en gracia de Dios el 29 de abril de 1957; sus restos fueron trasladados a la catedral de La Spezia en 1983. El 14 de diciembre de 2015 Papa Francisco autorizó la publicación del decreto del milagro atribuido a su intercesión. La ceremonia de beatificación presidida por el enviado papal, cardenal Angelo Amato, tuvo lugar en La Spezia el pasado 10 de junio de 2017.

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