Gabriel Castillo: «Era adicto a la lujuria y la pornografía, iba a rezar el Rosario por primera vez y una fuerza demoniaca me ahogaba, invoqué a la Virgen, me liberó y convirtió»   

 *  «En el momento en que dije ‘María’, todo se detuvo y volvió a la normalidad. A pesar de que sabía muy poco acerca de María, simplemente pronunciar su nombre fue suficiente para liberarme de una fuerza invisible que no podía resistir… Fue un punto de inflexión importante en mi vida universitaria, y las personas que me conocieron dirán que había dos versiones de mí: la que era antes de esta experiencia y la que era después. Agradezco a Dios, a María y, aunque el demonio jugó su carta, fue la Virgen María quien se convirtió en una verdadera y buena madre para mí, y ahí es cuando nuestra relación realmente comenzó» 

A.L.M. / Camino Católico.- Gabriel Castillo es esposo y padre de cuatro hijos, evangeliza y fundó de True Faith TV, anfitrión del Podcast Children of Mary y productor de documentales sobre la fe. Pero tuvo que encontrarse con Jesucristo expuesto en la custodia y luego ser liberado de molestias demoniacas por la Virgen María, para ser sanado de su adicción a la lujuria y la pornografía, ver su vida transformada y cimentada sobre los criterios del evangelio.

Gabriel es hijo único, creció en un hogar hispano con su madre soltera, que a pesar de haber intentado darle lo mejor, no lo acercó mucho a la religión. “Yo no sabía nada acerca de Jesús; solo sabía que existía San Judas Tadeo. A veces íbamos a Misa en Navidad y Pascua”, explica en un episodio del podcast “The Catholic Gentleman”, conversando con los presentadores John Heinen y Sam Guzman.

A pesar de intentar ser un buen alumno, su vida no tenía un propósito, y poco a poco fue moldeando su moral con las cosas que veía en la televisión, como MTV.

Cuando iba a empezar sus estudios universitarios la Divina Providencia divina propició que le dieran una beca en una universidad católica: “Fui allí burlándome de la idea de tener que tomar cursos de filosofía y ética, entre otras cosas… Sin embargo, esas materias fueron las que abrieron mi mente a la fe católica, porque comencé a darme cuenta de que algo no estaba bien conmigo”, reconoce Gabriel.

La confirmación y el encuentro con Jesús en la adoración

“Afortunadamente, me relacioné con un grupo de amigos que también llevaba un estilo de vida pecaminoso, pero al mismo tiempo, iban a recibir sus sacramentos y hablaban de hacer su confirmación. Pensé que si ellos eran ‘casi católicos’, yo también quería hacer lo que estaban haciendo”, asevera.

Siguiendo a sus amigos, decidió participar del retiro de confirmación, donde asistió por primera vez a la Hora Santa, a pesar de no entender que era la Eucaristía y negarse a creer que en “un círculo blanco” estaba realmente Jesús.

Fui a la capilla “me arrodillé, y como un tonto, me quedé mirando la Eucaristía diciendo: ‘Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús’ durante unos 15 minutos. Aproximadamente a la mitad de esos 15 minutos, empecé a escuchar algo en mi mente que me decía: ‘Deja de hablar, sé silencioso’. Yo pensé: ‘Oh, genial, estoy oyendo cosas. Jesús, Jesús, Jesús’”, cuenta.

“De repente, sin previo aviso, sentí como si el dedo de Dios se introdujera en mi alma. Si mi corazón fuera hielo, el dedo de Dios se hundió en mi corazón, lo derritió, y empecé a llorar y a llorar. Empecé a ver imágenes de la Pasión en mi mente, y sentí como si Dios me dijera en lo más profundo de mi alma una sola cosa: ‘Te amo’”, subraya.

Frente al Santísimo todos los días y pecando

Este encuentro quebró a Gabriel, y decidió empezar a llevar una vida eucarística, donde “iba a la capilla todos los días, hacía mi tarea frente al Santísimo Sacramento todos los días”, pero lamentablemente no dejó de pecar.

Un día durante la Cuaresma, la ministra del campus, la Hermana Claire Hunter, lo animó a confesarse y a renunciar a algo durante ese tiempo litúrgico. “Me dijo: ‘¿Qué tal si renuncias al pecado? ¿Qué tal si renuncias al pecado mortal y dejas de vivir una vida de escándalo?’ Yo le respondí: ‘Hermana, lo intentaré’”, confidencia.

Lamentablemente, solo 3 horas después de la confesión, Gabriel volvió a caer en la pornografía y en los pecados de lujuria. “Me di cuenta de que no estaba pecando porque quisiera, no me hacía feliz, sino que era un adicto. Había sido adicto a la lujuria desde la secundaria y no podía parar. Fue en ese momento, el primer día de Cuaresma, que entré en mi habitación y lloré, experimentando una verdadera contrición. Le dije a Dios: ‘Dios, lo siento’”, relata con humildad.

La experiencia demoniaco y la liberación de la Virgen

En ese momento, escuchó una voz que se burlaba de él, “una voz horrible, aguda y monstruosa, que repetía exactamente lo que yo estaba diciendo”. Gabriel, lleno de miedo, solo atinó a decir “San Juan María Vianney, ruega por mí”, y las voces se detuvieron.

“Al día siguiente, cuando llegó la hora de acostarme, tenía miedo de dormir en mi habitación solo. Agarré un folleto sobre cómo rezar el Rosario que había obtenido de la pastoral del campus. Nunca antes había rezado el Rosario por mi cuenta. Abrí el folleto y comencé a rezar, diciendo ‘Creo’ en voz alta. En el momento en que dije ‘Creo’, sentí una fuerza física que parecía asfixiarme o agarrarme por la garganta. Me empujó hacia la cama y me obligó a acostarme de una manera que no parecía normal”, describe.

Asustado, Gabriel intentó llamar a su madre, que se encontraba en la otra habitación, pero no podía hablar. En su desesperación, escuchó una voz en su cabeza que le decía “Reza el Ave María. No podía pronunciar las palabras en voz alta, así que las pensé en mi mente: ‘Ave María’. Cuando pensé esas palabras, sentí que el agarre en mi garganta se aflojaba, y pude pronunciarlas en voz baja: ‘Ave María’”, reconoce.

“En el momento en que dije ‘María’, todo se detuvo y volvió a la normalidad. A pesar de que sabía muy poco acerca de María, simplemente pronunciar su nombre fue suficiente para liberarme de una fuerza invisible que no podía resistir”, remarca.

Esa noche, Gabriel decidió buscar información en línea sobre la influencia del mal, la lujuria y los ataques demoníacos. Finalmente, llegó a una página web donde le indicaron que tener material pornográfico, libros sobre Nueva Era e imágenes de dioses falsos podría abrir las puertas al demonio.

“Mi madre tenía muchas estatuas, incluyendo estatuas de Buda y estatuillas africanas en casa. Tenía libros de Nueva Era y había imágenes religiosas en todas partes de la casa. Esa noche fue una de las mayores bendiciones de mi vida. Al día siguiente, limpié por completo mi habitación. Destruí todo lo que estaba relacionado con supersticiones, religiones orientales o dioses falsos africanos o asiáticos”, asevera.

“Los ataques diabólicos se detuvieron. Fue un punto de inflexión importante en mi vida universitaria, y las personas que me conocieron dirán que había dos versiones de mí: la que era antes de esta experiencia y la que era después. Agradezco a Dios, a María y, aunque el demonio jugó su carta, fue la Virgen María quien se convirtió en una verdadera y buena madre para mí, y ahí es cuando nuestra relación realmente comenzó”, resaltó.

Vídeo en inglés del testimonio de conversión de Gabriel Castillo

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