Guillaume, por su novia, cambió el rock duro de signos satánicos por un grupo de oración: «Descubrí a Dios, a un Padre que nos ama y que me decía: ‘¡No temas!’»

* «Fuimos al gran encuentro de jóvenes que cada verano organiza la comunidad del Emmanuel en Paray-le-Monial (Francia): Tres mil jóvenes que se reúnen y rezan de rodillas en la adoración… ¡Es impresionante! Tres mil personas, y ni un solo ruido… Entonces, recé. No sabía rezar mucho, pero muchas cosas pasaron por mi cabeza. Y en ese momento, no sé si fue un milagro -quizá sería demasiado, no me atrevo a decirlo-, pero… ¡conocí el rostro de Cristo! Sentí un calor, un amor… me puse a llorar de alegría al descubrirle». Desde entonces, Jesús realmente se convirtió en Alguien para mí: alguien que está en mi corazón, en mi espíritu, en mi vida, a quien puedo hablar todos los días, a quien puedo confiar mis momentos más duros, ms exámenes. Me ayudó a construir mi familia, a creer en la familia. Hoy tengo una familia numerosa plena de amor. Y quiero compartir esa felicidad, que es una felicidad de Dios»

Camino Católico.-  Los padres de Guillaume le amaban a él, «pero no se amaban entre sí»se divorciaron. Siendo joven, se aficionó al rock duro no solo tocándolo como género musical (“sigo siendo un fan”), sino como forma de vida. Se introdujo en un mundo “en el que faltan referencias: arrastra a muchos excesos”. Él carecía de toda convicción religiosa. Cuando llega a su vida su novia cambió el rock duro de signos satánicos por un grupo de oración. Lo que a Guillaume le impresionó fue ver a 3000 jóvenes en adoración, «sin un solo ruido» explica a Découvrir Dieu, en un video en el que transparenta su conversión. Así vivió su transformación:

De los excesos del rock duro a saber que es verdad que Dios es amor

Mi nombre es Guillaume. Os cuento mi historia. Todo comienza en una familia francesa clásica: padres que me aman, pero que no se aman entre sí y que se divorcian.

Entonces, recurro a un estilo de música, a algo que me interesa, que se llama rock duro: soy fan (sigo siendo fan del rock duro). Pero es un mundo en el que faltan referencias: arrastra a muchos excesos porque además, las únicas relaciones que hay con la religión consisten en la edad de Jesucristo, 33 años. Y a los 33, por lo general, tales excesos empiezan a pagarse y hay quien lo deja, pero también hay quien puede suicidarse.

Afortunadamente, antes de esos 33 años, conocí a una joven que no era como las demás. Muy pronto me presenta a su familia. Todos me acogen con los brazos abiertos. Me quedé hiper-sorprendido, porque yo tenía el estilo hard rock: pelo largo y rapado por debajo, pantalones y cazadoras que no olían muy bien, camisetas satánicas que daban miedo

Guillaume

Pero veo que hay algo en esta familia que es algo más que una familia por el hecho de convivir, se veía que se amaban. Eran una familia cristiana. La chica me puso condiciones: “Si quieres ir más lejos, tendríamos que casarnos”. Pensé para mí: “¡Ah, no, esto no me gusta! ¡No me lo esperaba!” En mi familia ha habido demasiados divorcios y ha sido todo muy complicado. Pero bueno, me dije a mi mismo: “¡Me gusta!”. Y decidí hacer un esfuerzo.

Mi novia acudía a los grupos de oración y me invita a acompañarla: Me resulta extraña la forma en la que rezaban, alzando las manos rezamos con las manos en alto. El caso es que cantaban, y como a mí me gusta tocar la guitarra, les acompañaba. Me resultaba simpático. También ella iba a la iglesia y en ocasiones la acompañaba.

Aprendemos a descubrirnos en el noviazgo. Acudimos juntos a varios retiros, uno de ellos en una abadía, donde todo fue muy bien. Los directores del encuentro fueron, eso sí, muy directos al hacernos reflexionar con realismo sobre lo que implica el matrimonio:

-¿Vas a soportar a este tipo? ¿Toda la vida?

-Sí, sí –respondí.

Todo aquello me convencía porque yo veía que queríamos construir algo sobre roca. Pero ¿sobre qué roca? Me dije que tenía que haber algo debajo.

No recuerdo exactamente qué día fue. Había ido a la iglesia solo por acompañar a mi novia. Allí empecé a notar que había algo que me afectaba más de lo habitual. Pensé: ‘Realmente hay algo’. Abrí mi Biblia y empecé a leerla. Y al hacerlo se derrumbaron de repente muchos prejuicios. Descubrí a Dios, pero no solo a Dios, también a un Padre que nos ama y que me decía: ‘¡No temas!’ Eso me marcó enormemente. Aquel día se sembró una semilla que empezó a crecer.

Y la vida continúa….Algún tiempo después, fuimos al gran encuentro de jóvenes que cada verano organiza la comunidad del Emmanuel en Paray-le-Monial (Francia): Tres mil jóvenes que se reúnen y rezan de rodillas en la adoración… ¡Es impresionante! Tres mil personas, y ni un solo ruido… Entonces, recé. No sabía rezar mucho, pero muchas cosas pasaron por mi cabeza. Y en ese momento, no sé si fue un milagro -quizá sería demasiado, no me atrevo a decirlo-, pero… ¡conocí el rostro de Cristo! Sentí un calor, un amor… me puse a llorar de alegría al descubrirle».

Desde entonces, Jesús realmente se convirtió en Alguien para mí: alguien que está en mi corazón, en mi espíritu, en mi vida, a quien puedo hablar todos los días, a quien puedo confiar mis momentos más duros, ms exámenes. Me ayudó a construir mi familia, a creer en la familia. Hoy tengo una familia numerosa plena de amor. Y quiero compartir esa felicidad, que es una felicidad de Dios. Es la alegría de saber que no estamos solos en la tierra. De saber que es verdad que Dios es amor.

Guillaume

El vídeo del testimonio de Guillaume en francés


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