Jack Soulsby se declaró ateo bajo las bombas nazis… pero hoy, con 86 años, es un sacerdote misionero incansable: una empresa de ética católica y un libro le convirtieron a Cristo

* «Descubrí que el bautismo era la Trinidad que vivía en mí y me inundaba. Descubrí que el Padre vivía en mí, que era mi Padre como lo era de Cristo, qué gran descubrimiento. Descubrí que Jesús, día tras día, brotaba de mí, por cortesía de Dios Padre. Y el siguiente gran descubrimiento: que Jesús, Rey de Reyes, vive dentro de mí, toda mi vida. Me pregunté: ¿y qué hace en mi interior? Y me llegó rápido la respuesta: ‘me he casado contigo, soy el novio, tú eres la novia’. El Cantar de los Cantares. El Espíritu Santo me hace creativo, como Él, está vivo en mí, siempre ha estado; esto me da un volcán de gratitud»

8 de diciembre de 2017.- (P.J.G. / Religión en Libertad / Camino Católico) Jack Soulsby tenía 10 años cuando la Alemania nazi bombardeaba Londres. Fue el llamado «Blitz»: 8 meses de bombardeos seguidos, de septiembre de 1940 a mayo de 1941. Londres fue atacada en 71 ocasiones por la Luftwaffe, la Fuerza Aérea alemana. También lo fueron otras 15 ciudades inglesas. Un millón de hogares resultaron destruidos. Se calcula que unos 40.000 civiles murieron, la mitad en Londres.

Allí estaba el pequeño Jack, sufriendo las bombas y temiendo por su madre y sus hermanas, una familia católica llegada a Londres desde Cornualles.

“Las bombas iban a por mí y a por mi madre y a por mis dos hermanas, a las que quería mucho, y si Dios existía, Él podría pararlas, pero las bombas no se detenían y así supe que Dios no existía”, recuerda 76 años después, en un hospital australiano, contando la historia de su vida y su fe al The Catholic Leader.

Nueva vida en Australia… y una empresa especial

Con 25 años, Jack llegó a Australia con su familia. Por entonces no creía en Dios. Se graduó como ingeniero civil y entró como becario en Gutteridge Haskins&David, una empresa de ingeniería muy especial. Su director, Geoffrey Davey era un católico devoto, incluso recibiría una condecoración papal.

“Creo que podemos resumirlo diciendo que aquella empresa era una suma de los principios sociales católicos en acción”, dice Jack.  “La calidad de ese hombre impregnaba toda la organización, y los valores de la organización eran los más altos valores católicos”.

En la biblioteca de Davey el 99% de los libros eran de ingeniería. Pero Jack tomó con curiosidad uno que no lo era, que era de religión: “El armazón de un Estado católico”, del jesuita E.Cahill. Tres líneas del libro llamaron su atención, cambiaron su vida y las ha predicado y repetido después en muchos países y encuentros. La frase decía:

“El hombre tiene dentro de sí una cierta naturaleza que debe descubrir, y de esa naturaleza brotan todos los derechos que pueda disfrutar y todos los deberes que ha de realizar”.

“Era mi primer contacto con la ley moral natural”,explica Jack. Dice que solo con la palabra “descubrir” él puede impartir seminarios y retiros. Porque él descubrió poco a poco muchas cosas.

El descubrimiento de la Trinidad en el corazón

“Descubrí que el bautismo era la Trinidad que vivía en mí y me inundaba. Descubrí que el Padre vivía en mí, que era mi Padre como lo era de Cristo, qué gran descubrimiento. Descubrí que Jesús, día tras día, brotaba de mí, por cortesía de Dios Padre. Y el siguiente gran descubrimiento: que Jesús, Rey de Reyes, vive dentro de mí, toda mi vida. Me pregunté: ¿y qué hace en mi interior? Y me llegó rápido la respuesta: ‘me he casado contigo, soy el novio, tú eres la novia’. El Cantar de los Cantares”.

Y la tercera parte: el Espíritu Santo. “Me hace creativo, como Él, está vivo en mí, siempre ha estado; esto me da un volcán de gratitud”.

Misa, formación… y vocación

El libro cambió su vida. Volvió a ir a misa, algo que no había hecho durante 17 años.Después encontró un anuncio que decía: “Academia Aquinas: escuela de filosofía y teología para adultos católicos insatisfechos con una apreciación infantil de su fe”. Y se apuntó. Acudió a sus clases cada noche, cuatro días a la semana, durante cinco años.

Además, el sacerdote marista que daba las enseñanzas le gustó. Y quiso ser como él: un marista que compartiese la fe. Se hizo marista y sacerdote y sirvió en parroquias y escuelas.

Al pasar el tiempo se dio cuenta de que él quería ser evangelizador a tiempo completo. ¿Por qué hacer retiros para alejados o para avivar a los tibios solo en fin de semana? ¿Por qué no dedicarse a eso toda la semana? Sus superiores le dieron permiso.

Predicador itinerante en 98 países

Así se convirtió en un predicador itinerante, de país en país y de retiro en retiro. Ha estado en cada diócesis australiana varias veces, y en 98 países, detalla.

“Me especializo en países del tercer mundo: sea Sudán, Uganda o Ruanda, o en la guerra, donde la gente vive un infierno”,afirma.

Buena parte de su apostolado lo realiza en encuentros de la Renovación Carismática y en sus clásicos Seminarios de Vida en el Espíritu. Siempre dice que la gente en el tercer mundo tiene muchas necesidades, pero la mayor necesidad es descubrir el tesoro oculto en su corazón, la vida en abundancia que brota del amor de Dios.

Salir del hospital y seguir con 86 años

Ahora pasa un tiempo en el hospital, a sus 86 años, pero dice que se va a poner bien y va a volver a predicar y contagiar la fe. Habla como un poeta y tiene mil imágenes para compartir. “La fe me permite sentarme en las rodillas de mi Padre. Me permite bailar un vals con Jesús. Me permite besar y abrazar a María. Por la fe, hago mío el coraje, también en este hospital”, afirma.

“Antes tenía envidia de los que pudieron sentarse a escuchar a Jesús, a sus pies. Pero ya no la tengo, porque la fe me dice que puedo hacerlo siempre que quiera”,afirma.

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