José Miguel Bracero y Francisco Antonio López llamados por Dios a ser sacerdotes en la pobreza de Etiopía y en Fátima: Dejaron Comercio internacional y arquitectura

A la izquierda de la imagen José Miguel Bracero Carretero, de 48 años, natural de Palma del Río, con Francisco Antonio López López, de 27 años

* José Miguel Bracero: «El Señor no tiene un método concreto para llamar a cada uno… En mi nuevo destino me gustaría estar muy pendiente de los pequeños detalles, de esas pequeñas almas que pasan desapercibidas, de aquellas personas que están más apartadas o que no han conocido al Señor pero tienen esa inquietud. Estoy convencido de que el hombre busca a Dios necesariamente»

* Francisco Antonio López: «Claramente es Dios quien lleva la vida de cada uno… Sentí un proceso que Dios estaba haciendo en mí y que me quedó claro cuando viví una peregrinación a Fátima. Desde entonces, dejé arquitectura e ingresé a formarme como sacerdote. Además, durante los dos años que estuve en Jordania pude vivir en la intimidad con el Señor»

CaminoCatólico.com.-  Córdoba tiene, desde este pasado sábado, 2 nuevos sacerdotes: José Miguel Bracero Carretero, de 48 años, natural de Palma del Río, y Francisco Antonio López López, de 27 años, natural de Lucena.  José Miguel ha pasado de ser especialista en comercio internacional a sacerdote, pasando por una experiencia con la pobreza que vio en Etiopía que le hizo reflexionar profundamente. Francisco Antonio, estaba estudiando arquitectura, no necesitó nada más que una peregrinación a Fátima para darse cuenta que su vida no era para vivirla sólo él de manera “egoísta”, sino que tenía que seguir al Señor e ingresar en el Seminario. Su testimonio lo ha publicado la Diócesis de Córdoba.

José Miguel Bracero y Francisco Antonio López han culminado su etapa formativa para empezar una nueva, para ser sacerdotes de Cristo y de su Iglesia. “Estamos felices, con muchas ganas de empezar esta nueva etapa y de poder seguir sirviendo a la Iglesia”, aseguran. Sus vidas han cambiado.

José Miguel Bracero centrado en comercio exterior y con una vida feliz, recibió pequeñas llamadas de Dios

José Miguel Bracero se convenció de la necesidad de entregarse a Dios en Etiopía
José Miguel Bracero se convenció de la necesidad de entregarse a Dios en Etiopía

Curiosamente, en el caso de José Miguel, ha pasado de ser especialista en comercio internacional a sacerdote. “Recuerdo que mi vida era la de un joven con estudios universitarios, con un trabajo centrado en comercio exterior y con una vida feliz, de la que hoy doy gracias a Dios”, cuenta.

Y añade que aunque varias veces sintió pequeñas llamadas del Señor, fue a través de una experiencia de voluntariado en Jordania donde se dio cuenta la labor de un párroco, de una persona entregada a las almas de los demás. “Tuve que ir lejos para darme cuenta de esto y me marcó tanto que no dije que sí al Señor, pero tampoco me negué a su llamada. Tanto así que dejé el trabajo, empecé un máster en cooperación en Madrid y me fui de prácticas a Etiopía para vivir la extrema pobreza de aquellas personas en primera persona. Vi un mundo tan diferente que me movió por completo y me empujó a entregarme de lleno al Señor”.

Reconoce que “el Señor no tiene un método concreto para llamar a cada uno”.

Francisco Antonio López vivió un proceso interior con el Señor que culminó en Fátima

Francisco Antonio López vio clara su vocación en una peregrinación a Fátima
Francisco Antonio López vio clara su vocación en una peregrinación a Fátima

En cambio, Francisco Antonio no necesitó nada más que una peregrinación a Fátima para darse cuenta que su vida no era para vivirla sólo él de manera “egoísta”, sino que tenía que seguir al Señor e ingresar en el Seminario.

“Estaba estudiando en Sevilla arquitectura, centrado en el deporte y en mi familia, lo cual me ayudó a ver que Dios existe y se hacía presente en el amor entre mis padres, mis hermanos, mi comunidad neocatecumenal, mi parroquia, etc. Pero sentí un proceso que Dios estaba haciendo en mí y que me quedó claro cuando viví una peregrinación a Fátima. Desde entonces, dejé arquitectura e ingresé a formarme como sacerdote. Además, durante los dos años que estuve en Jordania pude vivir en la intimidad con el Señor”.

Entregados a Dios y a las almas

Tras años de preparación, llega a sus vidas una nueva etapa. Un ministerio confiado para servir a Cristo y a su Iglesia. “El Señor nos llama a algo grande y eso supone esfuerzo de entrega y fidelidad”, resalta José Miguel. También, supone vivir el ministerio con alegría, “dejándonos resistir tanto a lo que Dios quiere de nosotros” y asumiendo que “claramente es Dios quien lleva la vida de cada uno”, comenta Francisco Antonio.

Y con estas expectativas, cuando le preguntamos por su destino, ambos coinciden en que están preparados para el lugar que se les encomienden. “Me atrae saber que voy a vivir entregándome a Dios y a las almas”, dice José Miguel, sin dejar nunca la oración que es el motor que mueve lo demás; y a la vez Francisco Antonio confía en que “verdaderamente pueda vivir en la gracia de Él”.

A partir de ahora sus vidas cambiarán radicalmente. “En mi nuevo destino me gustaría estar muy pendiente de los pequeños detalles, de esas pequeñas almas que pasan desapercibidas, de aquellas personas que están más apartadas o que no han conocido al Señor pero tienen esa inquietud. Estoy convencido de que el hombre busca a Dios necesariamente”, explica José Miguel.

Por su parte, Francisco Antonio asegura que lo que más le llama la atención en este momento es poder ser un sacerdote cristiano, “no reducirme a una serie de cosas, sino poder vivir la vida en comunidad y para la comunidad”.

Los dos nuevos sacerdotes están convencidos de que el Señor tiene algo muy bueno que ofrecerles y aunque tienen edades muy dispares, José Miguel  48 años y Francisco Antonio 27 años, ambos tienen claro que son “sagrarios andantes por el mundo”. Y que con la confianza puesta en Él, llegarán a alcanzar su gracia y un ministerio pleno.

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