La curación milagrosa de un derrame cerebral del jinete Juan Matute, 22 años: «El padre Nacho me trajo el Santísimo a la UCI. Sentí en mi corazón: El Señor me ha curado»

* «He recibido la gracia de estar más cerca de Dios, tanto por mi parte como de mi familia. Cuando Dios permite este tipo de vivencias también manda la fortaleza para vivirlas. Fue muy importante el papel de Don José Ignacio, capellán de la Fundación Jiménez Díaz, que no faltó un día a visitarme para darme la bendición y en tres ocasiones la unción de los enfermos. Hay algo más que llena mucho más mi corazón, que el hecho de mi regreso a la competición, y es el sentimiento de agradecimiento que tengo hacia las miles de personas que me han acompañado estos meses con sus oraciones de múltiples países y distintas fes, personas conocidas y desconocidas, que se han sentido tocadas por mi caso y se han volcado sin descanso a pedir en sus oraciones por el joven jinete del derrame. A todos ellos les quiero dedicar mi mayor triunfo y mejor medalla que es este testimonio de la misericordia de Dios, de vida y de esperanza»

A.L.M. / Camino Católico.- El joven jinete madrileño de doma clásica Juan Matute Guimón, de 22 años, que aspira a competir en las olimpiadas de Tokio está feliz, porque vuelve a competir desde el pasado 16 de octubre, después de recuperarse milagrosamente y sin secuelas de un derrame cerebral en un tiempo récord, que le tuvo al borde de la muerte y por lo que recibió la extremaunción en tres ocasiones:

“He recuperado todas las facultades físicas e intelectuales. He recibido la gracia de estar más cerca de Dios, tanto por mi parte como de mi familia. Cuando Dios permite este tipo de vivencias también manda la fortaleza para vivirlas. Fue muy importante el papel de Don José Ignacio, capellán de la Fundación Jiménez Díaz, que no faltó un día a visitarme para darme la bendición y en tres ocasiones la unción de los enfermos. Recuerdo con especial emoción el día que el padre Nacho me trajo el Santísimo en la custodia hasta la UCI. Yo no podía parar de llorar. Sentí en mi corazón: el Señor me ha curado.

He recuperado los 22 kilos que perdí y el total control de mi cuerpo. He regresado a mi actividad deportiva y he cumplido mi objetivo de participar el pasado mes de octubre en los Campeonatos de España, para poder seguir optando a una plaza en nuestro equipo olímpico para Tokio.

Sin embargo, hay algo más que llena mucho más mi corazón, que el hecho de mi regreso a la competición, y es el sentimiento de agradecimiento que tengo hacia las miles de personas que me han acompañado estos meses con sus oraciones de múltiples países y distintas fes. Familiares, amigos, compañeros, conventos enteros, Misas, ofrendas, personas conocidas y desconocidas, que se han sentido tocadas por mi caso y se han volcado sin descanso a pedir en sus oraciones por el joven jinete del derrame. A todos ellos les quiero dedicar mi mayor triunfo y mejor medalla que es este testimonio de la misericordia de Dios, de vida y de esperanza”.   

Estas palabras las pronunció Juan Matute Guimón, este pasado 2 de noviembre en la Parroquia de Santo Domingo de la Calzada de Madrid, dando testimonio ante el Santísimo Sacramento de la intervención de Cristo en su curación. Junto a él también explicaron todo lo vivido su padre Juan Matute Azpitarte y su madre María Guimón Ybarra, quienes subrayan como la fe les ha ayudado a luchar y como se producen las concurrentes intervenciones de Dios. En el vídeo superior se visualiza y escucha el testimonio de la familia.

Juan Matute Guimón con quienes le cuidaron en la Fundacion Jiménez Díaz durante su lucha por sobrevivir

Una palabra de conocimiento en la adoración: ‘el Señor quiere curarle’

Según explica su madre, el hecho de que el testimonio de fe de la familia haya sido en la Parroquia Santo Domingo de la Calzada de Madrid es consecuencia de que “Ana, una amiga de Juan hijo, se había conectado a la oración de misericordia de Santo Domingo la noche del 7 de mayo para pedir por la curación de Juan y atónita había escuchado la siguiente palabra de conocimiento: ‘Hay una persona con un problema grave en la parte frontal de la cabeza y el Señor quiere curarle’.

María Guimón Ybarra, madre de Juan Matute, testimoniando en la parroquia de Santo Domingo de Madrid

Yo nunca había oído hablar de esta parroquia, ni de las adoraciones, ni de las palabras de conocimiento. Pero en el momento que escuche vuestro mensaje literalmente pegué un bote en la silla del hospital. El gozo que sentí en mi corazón no se puede explicar. ‘Ya está -le dije a mi cuñada que no entendía nada- este es el mensaje’. Yo lloraba de alegría, Juan estaba en el cuarto de al lado entre la vida y la muerte y yo no paraba de llorar de emoción y de alegría. A partir de ese momento todo empezó a sucederse milagrosamente. Los médicos nos reunieron para comunicarnos que las constantes vitales de Juan se habían estabilizado”.

Sin embargo, todo se volvería a complicar y cuenta María Guimón que “aunque el derrame de Juan había sido sellado, los médicos nos recordaban que aunque viviera las secuelas iban a ser probablemente muy extensas. Y entonces comenzaron las dudas: ‘¿Cómo va a quedar Juan?’. Cuando menos sería muy difícil que pudiera continuar con su carrera deportiva. Cuando Juan despierta, después de veintiún días, se confirman nuestras dudas: Solo responde con gestos faciales y del resto de su cuerpo no hay respuesta.

En mi mente y en mi corazón solo escuchaba la palabra de conocimiento. ‘El Señor le quiere curar’. Y entonces comprendí que el Señor no cura a medias y que si iba a curarle lo iba a hacer en su totalidad, que debía confiar en Él. Y así fue… Cada nuevo movimiento era una fiesta de alabanza a Dios. El día 3 de julio de 2020 le dieron el alta y volvimos a casa como seres nuevos, sabiéndonos hijos muy amados de Dios. Todavía muchos días Juan me pregunta: ‘¿Mamá,  por qué Dios ha actuado así conmigo? No me lo merezco’.

Y yo le digo: Hijo es muy difícil encontrar una respuesta. Yo creo que no podemos ser merecedores de tanto amor por nuestros méritos. No puedo entender el por qué, pero Dios Padre en su infinita misericordia ha actuado en nuestra familia salvando tu vida y despertando nuestros corazones que ahora vibran más fuertes que nunca llenos del amor por Dios”.

Todo sucedió a principios de mayo en plena primera ola de la pandemia

El 5 de mayo de este año, en plena primera ola de la pandemia de coronavirus, Juan Matute estaba entrenando a lomos del caballo ‘Guateque IV’ cuando comenzó a sentirse mal y tras bajarse de él le dio un derrame cerebral.

Juan Matute Guimón en su vuelta a la competición el pasado mes de octubre totalmente recuperado

De aquel día, el joven jinete no guarda recuerdo alguno. «No recuerdo absolutamente nada. No recuerdo ni dolor, ni molestias. Me sucedió y ya está. Durante la semana previa le comenté a mi madre que me dolía mucho la cabeza», relató a Marca el pasado 29 de julio de este año, primer día que volvió a montar ya recuperado.

Su padre Juan Matute Azpitarte, entrenador de su hijo y jinete olímpico en Barcelona 92, Atlanta 96 y Sidney 2000, añade: «El día anterior había estado tocando la guitarra al sol mucho tiempo y pensamos que le dolía por la típica insolación. Le dijimos que se tomase un Gelocatil y no le dimos importancia. Pero al día siguiente, el entrenamiento le costó. Se lo noté. Cuando le vi un poco blanco le dije que se bajase del caballo y en cuestión de segundos tuvo el derrame», desvela su padre.

Angustia y temor se entremezclaban a partes iguales. Los segundos parecían minutos y los minutos, horas. María Guimón Ybarra, su madre, se enteró a través de la llamada de su marido. «Cuando llegué ya estaban dos ambulancias y un coche de policía. Juan estaba en el suelo, inconsciente, con los ojos en blanco y el cuerpo como cuando te da un ataque epiléptico. Como se mordía la lengua, mi marido le tuvo que poner una fusta para que no sangrara. Unos padres no deberían ver nunca lo que vimos», recuerda. La mirada de Javier, el médico del helicóptero que trasladó a su hijo al hospital La Paz de Madrid, se lo dijo todo.

Llegaron a temer lo peor

María lo vio tan mal que pidió que en cuanto llegase al hospital un sacerdote le diese la extremaunción. «Porque no sabía si cuando llegase yo le vería con vida. Los médicos nos dijeron que estaban intentando mantenerle con vida. El intensivista reconoció que era pesimista y nos dijo que nos preparásemos para lo peor», recuerda.

A Juan le habían detectado una malformación congénita. «El tercer día después de la operación ya nos dijeron que no había ningún tipo de posibilidad, estaba prácticamente desahuciado. Le entraron por la arteria y se complicaron las cosas. Pero tuvimos la suerte de tener unos Ángeles de la Guarda con el equipo de neurocirujanos del doctor Claudio Rodríguez, de la Fundación Jiménez Díaz», explica Juan padre. Les hablaron de él y no dudaron en trasladar a su hijo allí. «Le intervinieron a través de la vía intravenosa y ha sido un éxito«, dice agradecido.

La fe ha sido clave

Juan Matute Guimón abrazando a su padre el primer día que volvió a montar a caballo el pasado mes julio

Juan permaneció 25 días en coma y un mes y diez días en total en la UCI hasta que le pasaron a planta. Le dieron el alta el 3 de julio. «Durante todo este tiempo no se ha quejado ni un sólo día. Yo ya sabía de la pasta de la que estaba hecho mi hijo, pero es que su mensaje siempre ha sido que se sentía bendecido por la suerte que había tenido. Tenía hemiparesia, no podía mover nada del lado derecho. Su padre le decía que volvería a estar como antes y él se tocaba el brazo derecho y la pierna porque era consciente, pero no se quejaba», rememora María. «Ha sido un ejemplo de vida y una motivación».

Desde que le pasaron a planta, Juan pidió a su padre que le enseñase vídeos de sus caballos. «Quería ver su progresión. El pasado, pasado está. Hay que pensar de ahora en adelante», dice. «El tercer día después del derrame empecé a venir (a la hípica familiar) porque era una forma de motivarme y pensar que no estaba todo perdido, que Juan se iba a recuperar e íbamos a seguir», dice el progenitor con la voz quebrada.

Durante todo este tiempo, la fe de su familia ha sido clave. «Nos ha ayudado muchísimo. Yo siempre me he considerado un cristiano un poco tibio, pero es que he visto el milagro. Las oraciones llegaban desde todas partes del mundo. La sociedad necesita ese punto de ilusión y de esperanza», dice su padre. «Nunca nos hemos preguntado el por qué le pasó, sino el para qué. Y el para qué es claramente espiritual. Para mí todo esto ha sido una operación del Jefe -refiriéndose a Dios- para movilizar conciencias», añade su madre.

«Antes de meter a Juan en el helicóptero, yo tenía en mi cartera mi escudo olímpico que me había quitado porque mi sueño era dárselo enseguida y en tu carterita (dice mirando a su hijo), te lo puse con la tarjeta de la Seguridad Social y el DNI», confiesa su padre.

Juan Matute Guimón fue campeón de Europa juvenil de 2015 y bronce sub25 en 2016 y 2017. Formó parte del equipo español de doma que logró el billete para los Juegos Olímpicos de Tokio en los Juegos Ecuestres Mundiales celebrados en Tryon (EE.UU.) en 2018. Muchos participantes le doblaban la edad. Ahora quiere ganarse un puesto en el equipo olímpico para Tokio. La Federación sólo llevará a los tres mejores en doma. Con el aplazamiento de los Juegos, todos vuelven a partir de cero en la carrera olímpica.


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