María José y Elías, matrimonio con dos hijos: «La felicidad de nuestra casa no depende de nuestras fuerzas como super padres o esposos, sino que nuestra felicidad está en Dios»

* «Si intentamos cumplir nuestra promesa por nuestras propias fuerzas, caemos, sale nuestro pecado, sale nuestro egoísmo, sale nuestra pereza… Sólo si ponemos al Señor en el centro de nuestra casa va apareciendo eso de ‘…mi yugo es suave y mi carga es ligera’ Mt 11, 30. Él es el Padre que nos cuida, el que guía nuestra vida, aunque se apague la luz algunas veces y no lo veamos bien»

Camino Católico.- María José y Elías se casaron en 2013, tienen dos hijos y cuentan en la web de la Diócesis de Albacete que Cristo es el centro de su hogar y que en estas fiestas navideñas enseñan a sus hijos que Jesús, pobre y pequeño, vino para salvarnos:

El 18 de mayo de 2013 formamos un nuevo hogar. A partir de ese momento descubrimos qué iban a significar esas palabras de “me entrego a ti” y “amarte y respetarte todos los días de mi vida”.

Descubrimos la felicidad de hacer feliz al otro, el dolor por el sufrimiento del otro y entendimos que de ahí en adelante éramos “una sola carne”.

Con la llegada de nuestros hijos Samuel (7 años) y Alicia (5) descubrimos el Amor del Padre en ellos, y también aprendimos a renunciar, acallar nuestros deseos, a darnos sin descanso.

Si intentamos cumplir nuestra promesa por nuestras propias fuerzas, caemos, sale nuestro pecado, sale nuestro egoísmo, sale nuestra pereza… Sólo si ponemos al Señor en el centro de nuestra casa va apareciendo eso de “…mi yugo es suave y mi carga es ligera” Mt 11, 30.

Y descubrimos que la felicidad de nuestra casa no depende de nuestras fuerzas como super padres o super esposos, sino que nuestra felicidad está en Dios.

Ponemos a sus pies la enfermedad de nuestros padres, de nuestros hijos, el cansancio de cada día… Porque Él es el Padre que nos cuida, el que guía nuestra vida, aunque se apague la luz algunas veces y no lo veamos bien, Él es quién nos regala las risas de nuestros hijos, los abrazos en familia, el compartir con nuestra comunidad parroquial, el coro, los momentos de Adoración, la paz y el amor de nuestro hogar.

Por eso damos gracias por estos días en los que nos reunimos las familias, porque vivimos en comunión, en entrega, en servicio, y realmente, este tiempo es un respiro para cantar villancicos, reír alrededor de una mesa, ilusionarnos como niños y enseñar a nuestros hijos que Jesús, pobre y pequeño, vino para salvarnos.

María José y Elías

Papa Francisco en carta a los matrimonios: «Ser dos en Cristo, un “nosotros” en la comunión del amor con Jesús, vivo y presente en su existencia. Dios los acompaña»


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