Melissa Villalobos curada de graves problemas en un embarazo, el milagro que hará santo al Cardenal Newman: «Dije: ‘Por favor detenga el sangrado y se detuvo»

* «Pensé en ese momento: ‘¡Oh Dios mío! Mi bebé está bien. Estoy bien. Mis cuatro hijos están bien. Todos estamos bien’. Y dije: ‘Gracias, Cardenal Newman’. Pude reanudar mi vida activa como mamá. Me había perdido de ser una madre normal. Extrañaba a mis hijos, especialmente a mi hijo de un año. Quiero asegurarme de servir a Dios tanto como pueda en mi vida sabiendo que me ha dado esta cura, no quiero desperdiciarla. Quiero estar al servicio de los demás y de mis hijos y esposo, y realmente expresar mi amor por ellos y por las personas en mi vida tanto como pueda y tan a menudo como pueda»

Camino Católico.- Melissa Villalobos, una mujer de 42 años originaria de Chicago (Estados Unidos), ha explicado todos los detalles sobre la curación milagrosa que recibió por intercesión del Beato John Henry Newman,  en virtud del cual será canonizado el próximo 13 de octubre de 2019 por el Papa Francisco. En declaraciones  al diario Chicago Catholic, Melissa cuenta que su primer acercamiento al Cardenal Newman sucedió en el año 2000 cuando vio el programa “Newman 2000” de EWTN, que presentaba a académicos y sacerdotes hablando sobre su gran trabajo y legado. Sin embargo, su devoción por el Purpurado comenzó unos años después.

“Avanzando al año 2011, mi esposo trajo a casa un par de estampas con la foto del Cardenal Newman. Puse una en la sala de estar y otra en nuestra habitación. Hacía pequeñas oraciones por las necesidades de nuestra familia en ese momento: los niños, mi esposo y yo. Realmente comencé a desarrollar un diálogo muy constante con él”, narra la madre de siete hijos y profesional de la Facultad de Derecho de la Universidad Northwestern.

Aquellas oraciones fueron las que en el 2013, desencadenarían un milagro. Por aquel entonces, Melissa empezó a sufrir de sangrado durante el primer trimestre (de la semana 1 a la 12) de un embarazo. Hasta ese momento, la madre tenía hijos de 6, 5, 3 y 1 año, y había sufrido un aborto espontáneo en un embarazo anterior.

Cardenal John Henry Newman

“Comencé a sangrar en mi embarazo y estaba perdiendo mucha sangre. Cuando fui al médico, hizo una ecografía y dijo que la placenta se había desprendido parcialmente de la pared uterina, por lo que había un agujero en la placenta y ese orificio permitía que la sangre escapara”, describe.

Se informó que Melissa también desarrolló un hematoma coriónico, un coágulo de sangre en la membrana que rodea el embrión, que era el doble de grande que éste. Debido a su condición y etapa del embarazo los médicos solo le recomendaron reposo en cama.

“No había ningún medicamento o procedimiento que pudiéramos hacer para cerrar esto. Definitivamente estaba nerviosa de que incluso un estornudo fuera de lugar podía terminar con el embarazo y la vida de mi niño por nacer”, asegura Melissa.

La madre cuenta que este suceso ocurrió en mayo. El nacimiento del bebé debía ocurrir en enero del siguiente año.

El viernes 10 de mayo de 2013, Melissa fue a la sala de emergencias porque el sangrado empeoró y el médico volvió a pedirle un estricto descanso en cama. También le indicó que era muy probable que sucediera un aborto espontáneo, y que si el bebé sobrevivía, probablemente nacería prematuramente. Melissa regresó a casa y pasó el fin de semana en la cama, pero no hubo mejoría.

“La hemorragia seguía. No se estaba desacelerando. Pensé: ‘Dios mío, ¿cuánto más puedo resistir? ¿Qué más puedo hacer?”, recuerda la madre.

Otra dificultad surgió cuando el esposo de Melissa, David, tuvo que hacer un viaje de negocios por varios días desde el miércoles 15 de mayo de 2013. “El miércoles por la mañana me desperté en la cama en un charco de sangre. Mi esposo ya estaba en un avión camino a Atlanta”, relata Melissa.

No llamó a la ambulancia porque no sabía quién cuidaría a sus hijos si la internaban en un hospital. “Sabía en mi corazón que no tenía muchas opciones aquí, pero iba a hacer mi mejor esfuerzo” dice. En horas de la mañana, Melissa se levantó y preparó desayunos rápidos para sus hijos pequeños; luego les pidió que no se levanten de la mesa.

“Mi temor era que salieran de sus asientos y se lastimaran. No estaba en posición de darles atención o que se me acercaran y me vieran sangrando tan excesivamente. No quería traumatizarlos”, narra. Luego, Melissa subió las escaleras hasta su habitación, entró en el baño y cerró las puertas de ambas habitaciones para poder ocultar el nuevo sangrado.

“El sangrado fue terrible porque acababa de subir las escaleras, lo que realmente no debí hacer. Me derrumbé en el piso del baño por la debilidad y desesperación”, describe. Melissa se quedó allí pensando en llamar a la ambulancia, pero se dio cuenta de que no tenía su celular. También sabía que la fuerza que haría al gritar le causaría más daño y sangrado. Ninguno de sus hijos pudo escuchar y alcanzarle el móvil para pedir auxilio.

Frente al terror que vivía, Melissa optó por una oración. “Entonces dije: ‘Por favor, Cardenal Newman, detenga el sangrado’. Esas fueron mis palabras exactas. En ese momento, tan pronto como terminé la frase, el sangrado se detuvo”.

Melissa se levantó del piso y verificó que no había más sangrado y dijo: ”‘Gracias, Cardenal Newman. Gracias’”. En ese momento, la madre afirmó que un aroma de rosas muy fuerte colmó el baño. “Entonces el olor se detuvo y dije retóricamente: ‘Cardenal Newman, ¿usted hizo esas rosas? Gracias’. Y luego hubo un segundo estallido de rosas. Sabía que era él”, asegura.

Melissa explicó que, instintivamente sabía que ella y su bebé estaban bien. Inmediatamente, se apresuró y bajó para ver a sus otros hijos. Estaban tranquilos y los vio todavía sentados a la mesa. “Pensé en ese momento: ‘¡Oh Dios mío! Mi bebé está bien. Estoy bien. Mis cuatro hijos están bien. Todos estamos bien’. Y dije: ‘Gracias, Cardenal Newman’”, relata.

Entonces, fue cuando olió las rosas por tercera vez y les preguntó a sus hijos si también podían sentir el aroma, pero no podían.

Esa tarde, la curación de Melissa se confirmó en una ecografía. El médico le dijo que todo estaba “perfecto” y que no había más agujeros en la placenta. “Pude reanudar mi vida activa como mamá. Me había perdido de ser una madre normal. Extrañaba a mis hijos, especialmente a mi hijo de un año”.

El bebé que llevaba en su vientre resultó ser una mujercita, a quien le puso de nombre Gemma. Nació el 27 de diciembre de 2013 completamente sana. Melissa esperó hasta que naciera Gemma para informar sobre su caso a la causa de canonización del Cardenal Newman. En el 2014, representantes de la causa visitaron Chicago y se reunieron con la familia.

La causa inició el proceso formal con los funcionarios de la Arquidiócesis de Chicago y continuó en Roma con nuevas investigaciones. El resultado se reveló el 13 de febrero, cuando el Papa Francisco anunció que este milagro fue aceptado y que el Cardenal Newman sería canonizado.

“Me hace sentir llena de alegría y gratitud, pero también quiero asegurarme de servir a Dios tanto como pueda en mi vida sabiendo que me ha dado esta cura, no quiero desperdiciarla. Quiero estar al servicio de los demás y de mis hijos y esposo, y realmente expresar mi amor por ellos y por las personas en mi vida tanto como pueda y tan a menudo como pueda”, expresa Melissa.

Finalmente, sostiene que se curó “a través de la intercesión de Newman para poder continuar una vida ordinaria, si así lo desea, pero al mismo tiempo estar completamente dedicada a él y especialmente a Dios mismo y a nuestra Iglesia”.

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