Miguel, trasplantado de hígado y riñón: «El desasosiego me llevó a Dios, los médicos dudaban de si intervenir, entré en el quirófano encomendándome al Señor y dejé de tener miedo»

* «Conocer a Dios es lo más grande y positivo que todo esto ha tenido para mí. Nací de nuevo y cambiaron nuestras vidas, la mía y  la de mi familia. Hace trece años de mi trasplante y vivo sin dolores, sin complicaciones y con una excelente calidad de vida nunca antes conocida»

Camino Católico.  Miguel ha sido ejecutivo de banca jubilado, vinculado a la Parroquia de la Consolación, donde es adorador, aunque su parroquia es la de Santa Marina de Córdoba. Son sus señas de identidad porque reconoce a Iglesia en Córdoba que durante su delicada situación “me ayudó muchísimo mi fe y mi confianza en Dios, y que cada día me suministrara el capellán del hospital la Comunión, que tanto me reconfortaba y daba fuerzas para seguir luchando”.

Su enfermedad necesitaba un doble trasplante de hígado y riñón y él se encontraba tan débil que los médicos dudaban de la fortaleza de su organismo ante la intervención, pero él entró en el quirófano “con mucha fe y esperanza, encomendándome al Señor. Y fue tal la sensación de paz que sentí, que entré en un estado de serenidad absoluta y dejé de tener miedo”.

Al despertar, ya trasplantado, “me di cuenta de que estaba vivo, sentí mucha alegría y felicidad, pensando que volvería a ver a mis seres queridos; a mi mujer, a mis hijos, a mis nietos, y al resto de mi familia y amigos”. Al regresar a su casa, lo hizo lleno de agradecimiento y amor, por tanto como había recibido y por la oportunidad que le daba esta nueva vida regalada. En el hospital reconoce que aprendió a valorar las pequeñas cosas de la vida.

Su vida cambió después de muchos años arrastrando una enfermedad congénita que había deteriorado su organismo, “un sufrimiento constante no sólo para mí sino también para mi familia”; cuando recibió el doble trasplante y recuperó una salud que nunca antes había tenido, “nací de nuevo y cambiaron nuestras vidas, la mía y  la de mi familia”.

El 8 de febrero, quedará marcado para siempre en su memoria, hace trece años de su trasplante y vive “sin dolores, sin complicaciones y con una excelente calidad de vida nunca antes conocida”. Para Miguel “el desasosiego me condujo a Dios”, algo que valora como “lo más grande y positivo que todo esto ha tenido para mí”.

Ahora, proclama que “Donar es salvar vidas” y defiende con agradecimiento inabarcable en palabras que donar un órgano “es un acto de amor y generosidad del que dona y es esperanza de vida para el que lo recibe”.


Para entrar en el catálogo y en la tienda pincha en la imagen

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad