Migueli, cantautor: «La oración es ahondar, sintonizar con las ondas de Dios, regar la fe, me conecta a mí mismo, a lo que está pasando, a los demás y a Dios»

* «Rezamos como Dios nos da a entender. La oración es un regalo más que una obligación. Y Dios comprende el ritmo que tenemos, y nos va regalando por muchos lados su Gracia. A mí, la paternidad (tengo tres hijos de 9, 13 y 16 años) me da la oportunidad gozosa de compartirlo con mis niños. Para mí es fundamental arrancar el día con la oración en esa dinámica agradecida de «fliparlo» con la vida y decirle a Dios ‘Gracias, porque vaya a donde vaya, aquí estás cuidándome’»

Camino Católico.- Migueli, cantautor católico, acompaña con su música la historia de amor con Dios de muchas personas. Reconoce que, para él, la música es un don de Dios, muy recomendable, especialmente, para los jóvenes y explica a Ana María Medina en Diócesis de Málaga como vive su relación con Dios.

«Recuerdo a mi madre, muy tierna pero con mucho carácter, una referencia para mí toda la vida, enseñarme a rezar con mucha naturalidad. Éramos cinco hermanos y ese tiempo que nos dedicada a cada uno a mí me encantaba. Lo esperaba con mucho deseo. Me gusta pensar que el rezo nos unía así. Luego debía de ser yo un pelmazo porque me mandaron a un colegio de niños difíciles y allí tengo el recuerdo de tener que aprender las oraciones obligado, sin entenderlas. Son dos sensaciones contrapuestas». 

Migueli, cantautor católico, interpretando una de sus canciones

Ahora en su vida es algo completamente necesario. «Me conecta a mí mismo, a lo demás (lo que está pasando), a los demás (los otros) y a lo Demás (a Dios). Igual que como, duermo, hago deporte o ensayo, necesito tener el momento de saber conectar con esa realidad que me supera, es fundamental».

Aunque reconoce que ha tenido rachas de su vida en las que ha perdido intensidad en la oración, quiere lanzar un mensaje a quienes por una u otra cosa, no pueden rezar como les gustaría:

«Me lo dijeron en el MAC, y así lo creo yo también. Ellos se animaban mutuamente diciendo: «los que hacen más, por los que hacen menos, y los que rezan más por los que rezan menos». Me encantaba y me llenó, porque en la Iglesia, en la comunidad de hermanos en que vivimos nuestra fe, hay momentos en que podemos dedicarnos más a la acción, otras que no; y con la oración también nos puede pasar. Lo digo para que nadie se sienta culpable porque flaquee un poco. No por quitarle importancia, sino por quitarnos tensión. Hay que seguir adelante siempre».

Para Migueli, «rezamos como Dios nos da a entender. Los que tenemos suerte de vivir en comunidad nuestra fe o tenemos obligaciones pastorales, tenemos ya una dinámica creada, pero luego cada uno tienen una oración muy propia, muy particular». En su caso lo hace a través de la escritura, de la música, de los momentos de viaje…

«La oración es un regalo más que una obligación. Y Dios comprende el ritmo que tenemos, y nos va regalando por muchos lados su Gracia. A mí, la paternidad (tengo tres hijos de 9, 13 y 16 años) me da la oportunidad gozosa de compartirlo con mis niños. Para mí es fundamental arrancar el día con la oración en esa dinámica agradecida de «fliparlo» con la vida y decirle a Dios «Gracias, porque vaya a donde vaya, aquí estás cuidándome»». 

Para él el contacto con quienes peor lo pasan en la vida (en situación de cárcel o de calle), que siempre ha tenido en su vida, ha motivado un acompañamiento que para él ha sido la oración más profunda. «Contemplar todo eso, respirar y consolar lo que no comprendo ha sido y sigue siendo mi oración. Esa conexión con la vida, mi música la hace oración, aunque yo no haya querido convertirlo en una alabanza o una petición, sino solo compartir eso que he descubierto. La oración es ahondar, sintonizar con las ondas de Dios, regar la fe. Esto es lo que me mantiene en esa dimensión hacia arriba y hacia adentro», afirma.

Migueli en plena actuación

DULCE MADRE

Una de sus oraciones preferidas la aprendió en Latinoamérica, y se la enseñó a sus niños de pequeños:

Dulce Madre no te alejes

tus ojos de mí no apartes

Llévame a todas partes

Y solo nunca me dejes.

Ya que me proteges tanto

Haz que me bendiga

el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

«Me resulta muy tierna», dice. Y luego, como no podía ser de otro modo, la música. «Continuamente cambio la playlist de las canciones con las que rezo. Siempre hay una o varias. La música forma parte de mí, es una mediadora. Cada día estoy creando, a veces canciones que no sirven para nada, pero a mí me sirven, forman parte de mi oración».


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