Monseñor Cosma Shi Enxiang y monseñor James Su Zhimin, de 90 y 80 años, obispos chinos, en paradero desconocido: 50 años prisioneros por Cristo

20 de enero de 2012.- Monseñor Cosma Shi Enxiang y monseñor James Su Zhimin, de 90 y 80 años, comenzaron, en los años 50, a ser perseguidos por la dictadura china. Han pasado la mayor parte de su vida en prisión, y ahora están desaparecidos a manos del Gobierno, al igual que tres sacerdotes. La agencia católica AsiaNews, que los ha nombrado Ilustres Desconocidos del año 2011, denuncia el silencio internacional sobre este caso, y teme que sean los próximos obispos en morir en prisión.

Media vida bajo las garras de la dictadura comunista china. Es el precio que están pagando dos ancianos obispos de la provincia de Hebei por su fidelidad al Papa y su negativa a ingresar en la Asociación patriótica china, la Iglesia nacional mediante la cual el régimen pretende controlar a los católicos chinos. Desde hace más de una década se encuentran, literalmente, desaparecidos a manos del Gobierno. La agencia católica AsiaNews con el nombramiento de Ilustres Desconocidos del año 2011, para denunciar su situación, piden al Gobierno chino que los libere a ellos, a otros tres sacerdotes desaparecidos, y a un obispo y tres sacerdotes encarcelados.

(M.M.L. / Alfa y OmegaMonseñor James Su Zhimin, obispo de Baoding, fue acusado de contrarrevolucionario ya en los años 50. Desde entonces, ha pasado unos 40 años -tiene 80- en prisiones y campos de trabajo. Fue arrestado de nuevo en octubre de 1997. No ha sido juzgado, y no se saben los cargos contra él ni dónde lo retienen. En el último Congreso Católicos y vida pública, Regina Lynch, Directora de Proyectos de Ayuda a la Iglesia Necesitada Internacional, narraba que, durante un viaje a China en ese mismo año, se reunió con un joven sacerdote de su diócesis. Como también estaban desaparecidos el obispo auxiliar, el Vicario General y varios sacerdotes de la diócesis, «este sacerdote, que no llegaba a los 40 años, estaba temporalmente al frente de la diócesis. Nos describió el gran número de seminaristas escondidos en granjas, el miedo constante a ser traicionados». Sólo les pidió una cosa: «Rezad por nosotros».

En 2003, monseñor Su Zhimin fue visto en un hospital de su ciudad, rodeado de miembros de las fuerzas de seguridad. Poco después, volvió a desaparecer. Aún menos información se tiene sobre monseñor Cosma Shi Enxiang, el obispo de Yixian, diócesis vecina a Baoding. A sus 90 años, monseñor Shi Enxiang carga sobre sus espaldas con 50 años de cautividad. Auténtico prisionero por Cristo Jesús, realizó trabajos forzados en una granja y una mina de carbón durante 23 años. Desapareció a manos de la policía el Viernes Santo de 2001.

Todos temen a China

El padre Bernardo Cervellera, Director de AsiaNews, ha denunciado el silencio de la comunidad internacional ante estos casos: «A veces hay una condena formal por la falta de libertad religiosa, pero hoy en día todos los países temen el poder económico de China y callan; o ponen la defensa de los derechos humanos como un problema menor», que se diluye frente a lo económico. «¡En Italia -añade indignado-, el Presidente incluso ha felicitado a China por sus mejoras en el campo de los derechos humanos! Para los líderes políticos mundiales, los ataques contra la libertad religiosa parecen crímenes muy leves. En realidad, están en el núcleo de la dignidad humana, y sin respeto por esta libertad ningún otro derecho humano está asegurado». Con esta distinción y la campaña a favor de estos y otros obispos y sacerdotes chinos, «queremos que la opinión pública mundial no los olvide. En primer lugar, son campeones de los derechos humanos y de la libertad religiosa. Merecen ser recordados. En segundo lugar, tememos que el régimen los torture hasta matarlos, como ya les ha ocurrido a varios obispos». Se refiere a monseñor Fan Xueyan, monseñor John Gao Kexian y monseñor John Han Dingxiang, fallecidos en 1992, 2006 y 2007 respectivamente.

Los que no son Liu Xiaobo

En diciembre de 2008, el intelectual y disidente chino Liu Xiaobo fue detenido, juzgado y condenado por participar en la redacción y difusión de un manifiesto a favor de la democracia y los derechos humanos. La comunidad internacional alzó la voz en su favor, y en 2010 fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz. Este apoyo, aunque loable, contrasta con el silencio sobre otras víctimas. Se calla no sólo sobre los católicos, sino sobre personas del mismo prestigio que Liu. Una de ellas es Gao Zhisheng, uno de los mejores abogados del país. Tras su conversión al cristianismo, se dedicó a defender a las minorías. Desapareció tras ser arrestado en febrero de 2009, y sólo recientemente su familia supo que está preso en una región muy remota.

En el caso de Chen Guangcheng, el silencio se empieza a romper. En 2006, Chen denunció que, en su provincia, Linyi, cada año se producían 130.000 abortos y esterilizaciones forzadas, como parte de la política de un solo hijo. Estuvo en prisión cuatro años y tres meses y, desde septiembre de 2010, sufre un durísimo arresto domiciliario. Tanto en prisión como en casa, ha sufrido palizas y malnutrición, y se le ha denegado la asistencia médica. El pasado octubre, se llegó a sospechar que había muerto. Los Gobiernos y los organismos internacionales callan, pero tanto dentro como fuera de China la sociedad está empezando a alzar la voz.

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