Papa Francisco en el Ángelus, 13-8-2023: «Recemos: ‘¡Señor, sálvame!’ Esta oración expresa la certeza de que el Señor puede salvarnos, vence nuestro mal y los miedos»

* «Jesús, que camina sobre las aguas, es decir, sobre esas fuerzas del mal, Él camina sobre las fuerzas del mal y dice a sus discípulos: «Ánimo, soy yo, ¡no tengan miedo«. Este es el mensaje que Jesús nos da. He aquí el significado del signo: los poderes malignos, que nos atemorizan y que somos incapaces de dominar, con Jesús se ven disminuidos. Él, caminando sobre las aguas, quiere decirnos: «No tengan miedo, yo pongo a tus enemigos bajo tus pies»: ¡no las personas!, ellos no son los enemigos, sino la muerte, el pecado, el diablo: a estos enemigos Él los pisotea por nosotros»  

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Hace unos días se produjo otro trágico naufragio en el Mediterráneo: cuarenta y una personas perdieron la vida en el Mediterráneo: He rezado por ellos. Y con dolor y vergüenza hay que decir que desde principios de año ya son casi dos mil los hombres, mujeres y niños que han muerto en este mar intentando llegar a Europa. Es una herida abierta de nuestra humanidad. Aliento los esfuerzos políticos y diplomáticos que tratan de curarla con espíritu de solidaridad y fraternidad, así como los esfuerzos de todos los que trabajan para evitar los naufragios y rescatar a los migrantes» 

13 de agosto de 2023.- (Camino Católico)  “Hoy Cristo repite a cada uno de nosotros: ¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo! Ánimo, porque estoy aquí, porque ya no estás solo en las aguas bravas de la vida”, lo ha dicho el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del ángelus de este domingo, 13 de agosto, desde la ventana del Palacio Apostólico, ante miles de fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro del Vaticano, al comentar el Evangelio de este XIX Domingo del Tiempo Ordinario, San Mateo (14, 22-33), en que Jesús camina sobre las aguas hacia los discípulos en medio de la tempestad.

Foto: Vatican Media

Entonces, aplicando esta situación de los discípulos a la nuestra, el Papa Francisco se pregunta: ¿qué hacer cuando nos encontramos en alta mar y a merced de los vientos contrarios? ¿Qué hacer ante el miedo, cuando sólo vemos oscuridad y nos sentimos perdidos? El Papa dice que podemos hacer dos cosas que hacen los discípulos en el Evangelio: invocan y acogen a Jesús. “Invocan: Pedro camina un poco sobre el agua hacia Jesús, pero luego se asusta, se hunde y grita: ‘¡Señor, sálvame!’ (v. 30). Esta es una hermosa oración, que expresa la certeza de que el Señor puede salvarnos, de que Él vence nuestro mal y nuestros miedos. Repitámosla también nosotros, sobre todo en tiempos de ‘tormenta’: ¡Señor, sálvame!”.

El Santo Padre, después de rezar la oración del ángelus, elevó sus oraciones por la peregrinación de paz que se realizará en Bafoussam (Camerún), por la paz en Ucrania y por las víctimas de los incendios que han devastado la isla de Maui, en Hawái. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Foto: Vatican Media

 

PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro, Vaticano
XIX Domingo del Tiempo Ordinario
13 de agosto de 2023

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy el Evangelio narra un prodigio particular de Jesús: Él, de noche, camina sobre las aguas del lago de Galilea para encontrarse con los discípulos que estaban realizando la travesía en barca (cfr Mt 14,22-33). Nos preguntamos, ¿por qué Jesús ha hecho esto? ¿Como si fuera un espectáculo? ¡No! Pero, ¿por qué? ¿Quizá por una necesidad urgente e imprevisible, para socorrer a los suyos que se encontraban bloqueados por el viento en contra? No, porque fue Él quien programó todo, les hizo salir por la noche, incluso – dice el texto – “obligándoles” (cfr v. 22). ¿Quizá para hacerles una demostración de grandeza y de poder? Pero esto no es propio de Él, que es tan sencillo. Entonces, ¿por qué lo hizo? ¿Por qué quiso caminar sobre las aguas?

Detrás del caminar sobre las aguas hay un mensaje no inmediato, un mensaje para que acojamos nosotros. De hecho, en aquella época las grandes extensiones de agua eran consideradas sedes de fuerzas malignas no dominables por el hombre; especialmente si eran agitadas por la tempestad, los abismos eran símbolo del caos y hacían referencia a las oscuridades de los infiernos. Entonces, los discípulos se encontraban en el medio del lago en la oscuridad: en ellos está el miedo de ahogarse, de ser absorbidos por el mal. Y aquí llega Jesús, que camina sobre las aguas, es decir por encima de las fuerzas del mal, Él camina por encima de las fuerza del mal y dice a los suyos: «¡Ánimo!, que soy yo; no temáis» (v. 27). Es todo un mensaje que Jesús nos da. Este es el sentido del signo: los poderes malignos, que nos asustan y no logramos dominar, con Jesús se redimensionan inmediatamente. Él, caminando sobre las aguas, quiere decirnos: “no temas, yo pongo bajo los pies a tus enemigos” – bonito mensaje: “yo pongo bajo los pies a tus enemigos” -: ¡no las personas!, no son esos los enemigos, sino la muerte, el pecado, el diablo: estos son los enemigos de la gente, nuestros enemigos. Y Jesús estos enemigos los pisa por nosotros.

Foto: Vatican Media

Cristo hoy repite a cada uno de nosotros: “¡Animo, soy yo, no temas!”. Ánimo, es decir, porque estoy yo, porque ya no estás solo en las aguas agitadas de la vida. Y entonces, ¿qué hacer cuando nos encontramos en mar abierto y a merced de vientos contrarios? ¿Qué hacer en el miedo, que es un mar abierto, cuando se ve solo oscuridad y nos sentimos perdidos? Debemos hacer dos cosas, que en el Evangelio hacen los discípulos. ¿Qué hacen los discípulos? Invocan y acogen a Jesús. En los momentos peores, más oscuros, de tempestad, invocar a Jesús y acoger a Jesús.

Los discípulos invocan a Jesús: Pedro camina un poco sobre las aguas hacia Jesús, pero después se asusta, se hunde y entonces grita: «¡Señor, sálvame!» (v. 30). Invoca a Jesús, llama a Jesús. Es bonita esta oración, con la cual se expresa la certeza de que el Señor puede salvarnos, que Él vence nuestro mal y nuestros miedos. Os invito a repetirla ahora todos juntos: ¡Señor, sálvame! Juntos, tres veces: ¡Señor sálvame, Señor sálvame, Señor sálvame!

Y después los discípulos acogen. Primero invocan, después acogen a Jesús en la barca. El texto dice que, apenas subió a bordo, «amainó el viento» (v. 32). El Señor sabe que la barca de la vida, así como la barca de la Iglesia, está amenazada por vientos contrarios y que el mar sobre el que navegamos a menudo está agitado. Él no nos salva de la fatiga de la navegación, es más – el Evangelio lo subraya – impulsa a los suyos a partir: es decir, nos invita a afrontar las dificultades, para que también estas se conviertan en lugares de salvación, ya que Jesús las vence, se conviertan en ocasiones para encontrarle a Él. El, de hecho, en nuestros momentos de oscuridad viene a nuestro encuentro, pidiendo ser acogido, como esa noche en el lago.

Por tanto, preguntémonos: en los miedos, en las dificultades, ¿cómo me comporto? ¿Voy adelante solo, con mis fuerzas, o invoco al Señor con confianza? ¿Y cómo va mi fe? ¿Creo que Cristo es más fuerte que las olas y que los vientos adversos? Pero, sobre todo: ¿navego con Él? ¿Lo acojo, le hago sitio en la barca de mi vida – nunca solo, siempre con Jesús – le confío el timón?

María, Madre de Jesús, Estrella del mar, nos ayude a buscar, en las travesías oscuras, la luz de Jesús.

Foto: Vatican Media

Oración del Ángelus:                         

Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.
Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave Maria…

Foto: Vatican Media

Ecce ancílla Dómini.
Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave Maria…

Et Verbum caro factum est.
Et habitávit in nobis.
Ave Maria…

Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.
Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.

Orémus.
Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,
méntibus nostris infunde;
ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.

Amen.

Gloria Patri… (ter)
Requiem aeternam…

Benedictio Apostolica seu Papalis

Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.
Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,
Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.

Amen.

Foto: Vatican Media

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas,

otro trágico naufragio ha sucedido hace algunos días en el Mediterráneo: cuarenta y una personas han perdido la vida. He rezado por ellas. Y con dolor y vergüenza debemos decir que desde el inicio del año ya casi dos mil hombres, mujeres y niños han muerto en este mar tratando de llegar a Europa. Es una llaga abierta de nuestra humanidad. Animo los esfuerzos políticos y diplomáticos que tratan de sanarla en un espíritu de solidaridad y de fraternidad, como también el compromiso de todos aquellos que trabajan para prevenir los naufragios y socorrer a los migrantes.

Foto: Vatican Media

Mañana, vigilia de la fiesta de María Santísima Asunta al Cielo, tendrá lugar en Bafoussam, Camerún, la peregrinación para pedir la paz en el país, todavía afligido por la violencia y la guerra. Unámonos en oración a nuestros hermanos de Camerún para que, por intercesión de la Virgen, Dios sostenga la esperanza del pueblo, que sufre desde hace años, y abra caminos de diálogo para llegar a la concordia y a la paz.

Y rezamos también por la martirizada Ucrania, que sufre tanto por esta guerra.

Deseo también asegurar mi oración por las víctimas de los incendios que han devastado la isla de Maui, en Hawái.

Dirijo ahora mi saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de varios países. Saludo en particular algunos grupos que han participado en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa… ¡Son muchos! Veo banderas… Polonia, México, Argentina, Italia, Salvador, ¡muchos! Los sacerdotes y los jóvenes de El Salvador que son tan fuertes; los estudiantes de la Universidad Iberoamericana de Puebla, México; y los jóvenes de Taiwán. ¡Buen camino!

Y a todos os deseo un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

                                                             Francisco


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