Papa Francisco en el Ángelus, 15-9-19: «¿Cómo se vence el mal? Acogiendo el perdón de Dios y el perdón de los hermanos»

* «Sucede cada vez que nos confesamos: allí recibimos el amor del Padre que vence nuestro pecado: ya no está más, Dios lo olvida. Dios, cuando perdona, pierde la memoria, se olvida de nuestros pecados, se olvida. Es tan bueno Dios con nosotros! No como nosotros, que después de decir “no es nada”, a la primera oportunidad nos acordamos con intereses de los males que hemos sufrido. No, Dios cancela el mal, nos hace nuevos dentro y así hace renacer la alegría en nosotros»

Video completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «La semana pasada se llevó a cabo el tan esperado intercambio de prisioneros entre la Federación de Rusia y Ucrania. Me alegro por las personas liberadas, que han podido volver a abrazar a sus seres queridos, y continúo rezando por un rápido final del conflicto y por una paz duradera en el este de Ucrania… Ayer en la ciudad italiana de Forlì, fue proclamada beata Benedetta Bianchi Porro, quien murió en 1964 con solo 28 años. Toda su vida estuvo marcada por la enfermedad, y el Señor le dio la gracia para soportarla, de hecho, para transformarla en un testimonio luminoso de fe y amor. Y hoy en Limburg (Alemania) es ha proclamado Beato Padre Riccardo Henkes, un sacerdote palotino, asesinado por odio a la fe en Dachau en 1945. Que el ejemplo de estos dos valientes discípulos de Cristo también sostenga nuestro camino a la santidad»

15 de septiembre de 2019.- (Camino Católico)  En su alocución previa al rezo mariano de hoy domingo, el Papa retomó el Evangelio de hoy, que comienza diciendo que algunos criticaban a Jesús, por estar con recaudadores de impuestos y pecadores. El Papa nos recuerda que, en cada misa, en cada iglesia, Jesús da la bienvenida a los pecadores y come con ellos, es feliz de recibirlos en su mesa, donde se ofrece por nosotros.

En el Evangelio, Jesús les responde con tres parábolas: la de la oveja y la moneda pérdidas y la del hijo pródigo. Sobre estas parábolas, el Papa nos dice que Dios no se resigna, a él realmente importamos. “A él realmente le importas tú, que aún no conoces la belleza de su amor, tú que aún no has recibido a Jesús en el centro de tu vida, tú que no puedes vencer tu pecado”.

Nadie puede reemplazarnos en el corazón de Dios, somos valiosos para Dios. Dios nos espera, no se cansa ni se desanima, cada uno de nosotros es aquel hijo que vuelve a abrazar. Y aunque hayamos cometido demasiados errores, el Papa nos anima diciendo que no tenemos que tener miedo, Dios nos ama y sabe que solo su amor puede cambiar nuestras vidas. Dios no es un dios riguroso que “derrota al mal con el poder en vez de con perdón, dijo más adelante el Pontífice. Dios salva con misericordia, con amor no con la fuerza, se propone sin imponerse”.

Para perdonar es necesario dejar de lado la pretensión de creernos justos, y que los malos son los demás. Es necesario, dijo el Papa, sentir la necesidad de ir al Señor, que nos está esperando para perdonarnos. “Muchas veces nos equivocamos cuando creemos que tenemos razón, y pensamos que los malos son los demás”. El Papa aseveró: “No nos creamos buenos, porque solos, sin la ayuda de Dios que es bueno, no sabemos cómo vencer el mal. El mal se vence aceptando el perdón de Dios.”

Sucede cada vez que vamos a confesarnos: allí recibimos el amor del Padre que vence nuestro pecado: no hay más, Dios lo olvida. No como nosotros, afirmó Francisco, que después de decir «no pasa nada», en la primera oportunidad nos recordamos con los intereses de las faltas sufridas. No, Dios cancela el mal, nos hace nuevos por dentro y nos trae alegría. Ánimo, con Dios ningún pecado tiene la última palabra.

El Papa recordó este mediodía, en los saludos al final del rezo mariano que “la semana pasada se llevó a cabo el tan esperado intercambio de prisioneros entre la Federación de Rusia y Ucrania. Me alegro por las personas liberadas, que han podido volver a abrazar a sus seres queridos, y continúo rezando por un rápido final del conflicto y por una paz duradera en el este de Ucrania”.

Francisco en sus saludos, mencionó las dos beatificaciones una ayer y otra hoy. La de ayer en la ciudad italiana de Forlì, fue proclamada beata Benedetta Bianchi Porro, quien murió en 1964 con solo 28 años. “Toda su vida estuvo marcada por la enfermedad, y el Señor le dio la gracia para soportarla, de hecho, para transformarla en un testimonio luminoso de fe y amor”. Y hoy en Limburg (Alemania) es proclamado Beato Padre Riccardo Henkes, un sacerdote palotino, asesinado por odio a la fe en Dachau en 1945. “El ejemplo de estos dos valientes discípulos de Cristo también apoya nuestro viaje a la santidad”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy (Lc 15, 1-32) comienza con algunos que critican a Jesús, viéndolo en compañía de publicanos y pecadores, y dicen con desprecio: “Él acoge a los pecadores y come con ellos” (v.2). Esta frase se revela en realidad como un anuncio maravilloso. Jesús acoge a los pecadores y come con ellos. Esto es lo que sucede con nosotros, en cada Misa, en cada iglesia: Jesús se alegra de acogernos en su mesa donde se ofrece así mismo por nosotros. Es la frase que podríamos escribir en las puertas de nuestras iglesias: “Aquí Jesús acoge a los pecadores y los invita a su mesa”. Y el Señor, respondiendo a aquellos que lo criticaban, cuenta tres maravillosas parábolas, que muestran su predilección por los que se sienten lejos de Él. Hoy sería lindo que cada uno de ustedes tomara el Evangelio, el Evangelio de Lucas, capítulo 15, y leyera las tres parábolas. Son estupendas.

En la primera parábola dice: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja a las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada hasta que la encuentra?” (v. 4) ¿Quién de ustedes? Una persona con sentido común no hace dos cálculos y sacrifica una para mantener las noventa y nueve. Dios, en cambio, no se resigna, a Él le importas tú, que todavía no conoces la belleza de su amor, tú que todavía no has acogido a Jesús en el centro de tu vida, tú que no logras superar tu pecado, tú que quizás por las cosas malas que han acaecido en tu vida, no crees en el amor. En la segunda parábola, tú eres esa pequeña moneda que el Señor no se resigna a perder y busca sin cesar: quiere decirte que eres precioso a sus ojos, que eres único. Nadie puede sustituirte en el corazón de Dios. Tienes un lugar, eres tú, nadie puede sustituirte; y tampoco a mí, nadie puede sustituirme en el corazón de Dios. Y en la tercera parábola Dios es padre que espera el regreso del hijo pródigo: Dios siempre nos espera, no se cansa, no se desanima. Porque somos nosotros, cada uno de nosotros, ese hijo en sus brazos de nuevo, esa moneda encontrada de nuevo, esa oveja acariciada y puesta sobre los hombros. Él espera cada día que nos demos cuenta de su amor. Si tú dices: “Pero yo me he equivocado demasiado!” No tengas miedo: Dios te ama, te ama como eres y sabe que sólo su amor puede cambiar tu vida.

Pero este amor infinito de Dios por nosotros pecadores, que es el corazón del Evangelio, puede ser rechazado. Eso es lo que hace el hijo mayor de la parábola. Él no entiende la parábola y tiene en mente más a un dueño que a un padre. Es un riesgo para nosotros también: creer en un dios que es más riguroso que misericordioso, un dios que derrota al mal con poder en vez de con perdón. No es así, Dios salva con el amor, no con la fuerza; proponiéndose, no imponiéndose. Pero el hijo mayor, que no acepta la misericordia de su padre, se encierra, comete un error peor: se presume justo, se presume traicionado y juzga todo en base de su pensamiento de justicia. Así se enoja con el hermano y reprocha al padre: “Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, haces matar para él el ternero engordado” (cf. v. 30). “Este hijo tuyo”: no lo llama hermano, sino tu hijo. Se siente hijo único. También nosotros nos equivocamos cuando nos creemos justos, cuando pensamos que los malos son los otros. No nos creamos buenos porque solos, sin la ayuda de Dios, que es bueno, no sabemos vencer el mal. Hoy no se olviden, tomen el Evangelio y lean las tres parábolas de Lucas, capítulo 15. Les hará bien, será salud para ustedes.

¿Cómo se hace para vencer el mal? Acogiendo el perdón de Dios, acogiendo el perdón de los hermanos. Sucede cada vez que nos confesamos: allí recibimos el amor del Padre que vence nuestro pecado: ya no está más, Dios lo olvida. Dios, cuando perdona, pierde la memoria, se olvida de nuestros pecados, se olvida. Es tan bueno Dios con nosotros! No como nosotros, que después de decir “no es nada”, a la primera oportunidad nos acordamos con intereses de los males que hemos sufrido. No, Dios cancela el mal, nos hace nuevos dentro y así hace renacer la alegría en nosotros, no la tristeza, no la oscuridad en el corazón, no la sospecha, la alegría.

Hermanos y hermanas, coraje, ánimo, con Dios, ningún pecado tiene la última palabra. La Virgen, que desata los nudos de la vida, nos libere de la pretensión de creernos justos y nos haga sentir la necesidad de ir hacia el Señor, que siempre nos espera para abrazarnos, para perdonarnos.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

La semana pasada se llevó a cabo el tan esperado intercambio de prisioneros entre la Federación de Rusia y Ucrania. Me alegro por las personas liberadas, que han podido volver a abrazar a sus seres queridos, y continúo rezando por un rápido final del conflicto y por una paz duradera en el este de Ucrania.

Ayer en la ciudad italiana de Forlì, fue proclamada beata Benedetta Bianchi Porro, quien murió en 1964 con solo 28 años. Toda su vida estuvo marcada por la enfermedad, y el Señor le dio la gracia para soportarla, de hecho, para transformarla en un testimonio luminoso de fe y amor. Y hoy en Limburg (Alemania) es ha proclamado Beato Padre Riccardo Henkes, un sacerdote palotino, asesinado por odio a la fe en Dachau en 1945. Que el ejemplo de estos dos valientes discípulos de Cristo también sostenga nuestro camino a la santidad. ¡Un aplauso a los nuevos beatos!

Saludo con afecto a todos vosotros, romanos y peregrinos de diferentes países: familias, grupos parroquiales y asociaciones.

Saludo a los fieles de Honduras y Bolivia; jóvenes empresarios africanos comprometidos en trabajar juntos, harambe, por el futuro de África; y a la peregrinación de automóviles eléctricos desde Polonia.

Saludo a los militares reunidos en memoria del Siervo de Dios Padre Gianfranco Chiti; a las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor; los fieles de Montecchio Emilia con sus amigos venezolanos; y los confirmandos de Crotone. Saludo al grupo UNITALSI y bendigo la gran peregrinación nacional a Lourdes que tendrá lugar en los próximos días.

Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Francisco

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