Papa Francisco en el Ángelus, 28-7-19: «Jesús enseña a orar estableciendo una relación de confianza filial y personal con el Padre»

* «Lo que pedimos en el “Padre Nuestro” ya se ha cumplido y nos ha sido dado en el Hijo Unigénito: la santificación del Nombre, la venida del Reino, el don del pan, el perdón y la liberación del mal. Cuando pedimos, abrimos nuestras manos para recibir. Recibimos los dones que el Padre nos ha hecho ver en el Hijo. La oración que el Señor nos ha enseñado es la síntesis de cada oración, y la dirigimos al Padre siempre en comunión con nuestros hermanos»

Video completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «He recibido con dolor la noticia del dramático naufragio que ha tenido lugar en los últimos días en las aguas del Mediterráneo, donde decenas de migrantes han perdido la vida, entre ellos mujeres y niños. Reitero mi sincero llamamiento a la comunidad internacional para que actúe con rapidez y decisión, evite que se repitan esas tragedias y garantice la seguridad y la dignidad de todos.  Los invito a orar conmigo por las víctimas y sus familias y desde el corazón preguntarnos: “Padre, ¿Por qué?”»

28 de julio de 2019.- (Camino Católico)  En la oración del Ángelus del mediodía de este último domingo de julio, el Papa Francisco retoma el texto de Lucas 11,1-13 y muestra la fascinación de los discípulos porque Jesús no oraba como los otros maestros de la época, sino que su oración era un vínculo íntimo con el Padre. El Papa Francisco nos recuerda las circunstancias en las que Jesús enseña el Padre Nuestro a sus discípulos.  Ellos conocen y recitan las fórmulas de la tradición judía, sin embargo, observan que en Jesús la oración adquiere una dimensión y calidad nuevas.

 “La oración es esencial en la vida del maestro”, afirma el Papa, e insiste: “estaban fascinados porque veían que no rezaba como los otros maestros de la época, sino que su oración era un vínculo íntimo con el Padre, hasta el punto de que deseaban participar en estos momentos de unión con Dios, para saborear plenamente su mansedumbre”.

Ante la solicitud de los discípulos, el Papa Francisco afirma que: “Jesús no da una definición abstracta de la oración, ni enseña una técnica eficaz para orar y «obtener» algo. En cambio, invita a sus seguidores a experimentar la oración, poniéndolos directamente en comunicación con el Padre, despertando en ellos la nostalgia de una relación personal con él”. El Papa insiste: “¡He aquí la novedad de la oración cristiana! Es un diálogo entre personas que se aman, un diálogo basado en la confianza, apoyado por la escucha y abierto al compromiso solidario” … “Por eso les entrega el Padre Nuestro”.

En el Padre Nuestro, Jesús nos revela su misterio de Hijo y de hermano. En esta oración, recuerda el Papa, “Jesús nos hace penetrar en la paternidad de Dios y nos muestra el camino para entrar en un diálogo orante y directo con él, por el camino de la confianza filial”.

En el Padre Nuestro, insiste el Papa, “Lo que pedimos …  ya se ha cumplido y nos ha sido dado en el Hijo Unigénito: la santificación del Nombre, la venida del Reino, el don del pan, el perdón y la liberación del mal. Cuando pedimos, abrimos nuestras manos para recibir. La oración que el Señor nos ha enseñado es la síntesis de cada oración, y la dirigimos al Padre siempre en comunión con nuestros hermanos y hermanas”.

El Papa subraya la actitud de perseverar de manera insistente en la oración: Dice: «Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá» (v. 9). En particular, debemos recordar estas palabras de Jesús cuando perdemos la confianza o el deseo de orar. Estamos llamados a orar incesantemente, sin cansarnos”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el pasaje del Evangelio de hoy (cf. Lc 11, 1-13), san Lucas cuenta las circunstancias en las que Jesús enseña el “Padre Nuestro” a sus discípulos. Ellos ya saben rezar, recitando las fórmulas de la tradición judía, pero también desean ellos poder vivir la misma “calidad” de la oración de Jesús. Porque ellos pueden ver que la oración es una dimensión esencial en la vida de su Maestro, de hecho cada acción importante de Él se caracteriza por pausas prolongadas de oración. Además, estaban fascinados porque veían que no rezaba como los otros maestros de la época, sino que su oración era un vínculo íntimo con el Padre, hasta el punto de que deseaban participar en estos momentos de unión con Dios, para saborear plenamente su mansedumbre.

Así, un día, esperan a que Jesús termine su oración, en un lugar apartado, y luego le piden: “Señor, enséñanos a orar” (v. 1). Respondiendo a la pregunta explícita de los discípulos, Jesús no da una definición abstracta de la oración, ni enseña una técnica eficaz para orar y «obtener» algo. En cambio, invita a sus seguidores a experimentar la oración, poniéndolos directamente en comunicación con el Padre, despertando en ellos la nostalgia de una relación personal con Él, con Dios, con el Padre. ¡He aquí la novedad de la oración cristiana! Es un diálogo entre personas que se aman, un diálogo basado en la confianza, apoyado por la escucha y abierto al compromiso solidario. Es un diálogo del Hijo al Padre, un diálogo entre hijos y Padre, esta es la oración cristiana.

Por eso les entrega la oración del “Padre Nuestro”, que es quizás uno de los dones más precioso que nos ha dejado el divino Maestro en su misión terrenal. Después de habernos revelado su misterio de Hijo y hermano, con esta oración Jesús nos hace penetrar en la paternidad de Dios; quiero subrayar esto: cuando Jesús nos enseña el Padrenuestro nos hace penetrar en la paternidad de Dios y nos muestra el camino para entrar en un diálogo orante y directo con Él, por el camino de la confianza filial. Es un diálogo entre el papá y su hijo, del hijo con el papá. Lo que pedimos en el “Padre Nuestro” ya se ha cumplido y nos ha sido dado en el Hijo Unigénito: la santificación del Nombre, la venida del Reino, el don del pan, el perdón y la liberación del mal. Cuando pedimos, abrimos nuestras manos para recibir. Recibimos los dones que el Padre nos ha hecho ver en el Hijo. La oración que el Señor nos ha enseñado es la síntesis de cada oración, y la dirigimos al Padre siempre en comunión con nuestros hermanos. Algunas veces sucede que en la oración hay distracciones pero muchas veces sentimos como las ganas de detenernos en la primera palabra: “Padre” y sentir esa paternidad en el corazón.

Luego, Jesús cuenta la parábola del amigo inoportuno y dice: “Es necesario insistir en la oración”. Y a mí me viene a la mente aquello que hacen los niños, entre los tres, tres años y medio, que empiezan a preguntar cosas, cosas que no entienden. En mi tierra se llama “la edad del por qué”, creo que aquí también se dice así y los niños comienzan a mirar a sus padres, al papá y le dicen: “Papá, ¿por qué?, ¿por qué?” Piden explicaciones. Seamos cuidadosos: cuando el papá empieza a explicar ese “por qué”, ellos vienen con otra pregunta sin escuchar la explicación completa. ¿Qué es lo que pasa? Sucede que los niños se sienten inseguros acerca de tantas cosas que empiezan a entender a mitad. Sólo quieren atraer sobre él, la mirada del papá y por eso preguntan: “¿Por qué, por qué, por qué?” Nosotros, en la oración del Padrenuestro, si nos detenemos en la primera palabra, Padre, haremos lo mismo que hacíamos cuando éramos pequeños, atraeremos la mirada del Padre sobre nosotros diremos: “Padre, Padre”, y también podemos decirle: “¿Por qué?. Y Él nos mirará.

Pidamos a María, la mujer orante, que nos ayude a orar al Padre en unión con Jesús para vivir el Evangelio, guiados por el Espíritu Santo.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

He recibido con dolor la noticia del dramático naufragio que ha tenido lugar en los últimos días en las aguas del Mediterráneo, donde decenas de migrantes han perdido la vida, entre ellos mujeres y niños. Reitero mi sincero llamamiento a la comunidad internacional para que actúe con rapidez y decisión, evite que se repitan esas tragedias y garantice la seguridad y la dignidad de todos.  Los invito a orar conmigo por las víctimas y sus familias y desde el corazón preguntarnos: “Padre, ¿Por qué?” [Sigue un minuto de silencio]

Os saludo a todos, romanos y peregrinos de Italia y de diversas partes del mundo: familias, grupos parroquiales, asociaciones.

En particular, saludo a las Hermanas de Santa Isabel provenientes de diferentes países, al grupo AVART Organización Internacional de Arte y Cultura Mexicana de Puebla (México) y a los jóvenes de la parroquia Santa Rita da Cascia de Turín. ¡Veo una bandera uruguaya pero no veo el mate! ¡Bienvenidos! También saludo a los tantos polacos que veo aquí con las banderas y también al grupo de españoles.

Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de orar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Francisco

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