Papa Francisco en el Ángelus: «El Maligno no quiere que la semilla del Evangelio germine en el corazón de los hombres»

El Pontífice hace un nuevo llamamiento por la paz en Tierra Santa y ora después del Ángelus:

«Ahora, Señor: ¡ayúdanos Tú! ¡Dónanos Tú la paz, enséñanos Tú la paz, guíanos Tú hacia la paz! Abre nuestros ojos y nuestros corazones y dónanos el coraje de decir: “¡nunca más la guerra!”»

13 de julio de 2014.- (13 TV Radio Vaticano Camino Católico) El verdadero protagonista es la propia semilla, que produce más o menos fruto según el terreno sobre el que cae, explicó el Papa Francisco en la reflexión previa a la oración dominical del ángelus en la plaza de san Pedro en Roma, con miles de peregrinos que llegaron al mediodía para escucharlo y rezar a la Virgen con el Papa. Su reflexión se inspiró en el Evangelio del día, de san Mateo, que nos muestra a Jesús que predica a la orilla del lago de Galilea hablando en parábolas.

En este caso Jesús no se limitó a presentar la parábola, afirmó Francisco. “La semilla que cae sobre el camino indica a cuantos escuchan el anuncio del Reino de Dios pero no lo acogen; así llega el Maligno y se lo lleva. De hecho el Maligno no quiere que la semilla del Evangelio germine en el corazón de los hombres”.

Tras el rezo a la Madre de Dios, el Papa Francisco se refirió a la dramática situación que está viviendo Tierra Santa, en donde la violencia ha provocado centenares de muertes, dirigiendo un fuerte llamado a continuar rezando por el cese de toda hostilidad en estas tierras. En el vídeo se visualiza y escucha toda la meditación y la oración del Ángelus. El texto completo de la alocución del Papa es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!:

El Evangelio de este domingo (Mt 13,1-23) nos muestra a Jesús que predica a orillas de lago de Galilea, y como mucha gente lo rodea, Él sube en una barca, se aleja un poco de la orilla y predica desde ahí. Cuando habla al pueblo, Jesús utiliza muchas parábolas: un lenguaje comprensible a todos, con imágenes tomadas de la naturaleza y de situaciones de la vida diaria.

Lo primero que narra es una introducción a todas las parábolas: es aquella del sembrador, que a manos llenas arroja las semillas sobre todo tipo de terreno. Y el verdadero protagonista de esta parábola es la semilla, que produce más o menos frutos según el terreno sobre el cual ha caído. Los primeros tres terrenos son improductivos: a lo largo del camino las aves se comen la semilla; sobre el terreno pedregoso los brotes se secan rápidamente porque no tiene raíces; en medio a las zarzas la semilla viene sofocada por las espinas. El cuarto tipo de terreno es el terreno bueno, y solamente ahí la semilla germina y da fruto.

En este caso, Jesús no se ha limitado a presentar la parábola, también lo ha explicado a sus discípulos. La semilla que cae sobre el camino indica a cuantos escuchan el anuncio del Reino de Dios pero no lo reciben; así llega el Maligno y se lo lleva. De hecho el Maligno no quiere que la semilla del Evangelio germine en el corazón de los hombres. Esta es la primera comparación. La segunda es aquella de la semilla que cae sobre las piedras: representa a las personas que escuchan la Palabra de Dios y la reciben enseguida, pero superficialmente, porque no tiene raíces y son inconstantes; y cuando llegan las dificultades y los tribulaciones, estas personas se abaten enseguida. El tercer caso es aquella de la semilla que cae entre las zarzas: Jesús explica que se refiere a las personas que escuchan la Palabra pero, a causa de las preocupaciones mundanas y de las seducciones de la riqueza, permanece sofocada. Finalmente, la semilla que cae en terreno fértil representa a cuantos escuchan la Palabra, la reciben, la cuidan y la comprenden, y esa da fruto. El modelo perfecto de esta tierra buena es la Virgen María.

Esta parábola habla hoy a cada uno de nosotros, como hablaba a los oyentes de Jesús dos mil años atrás. Nos recuerda que nosotros somos el terreno donde el Señor echa incansablemente la semilla de su Palabra y de su Amor. ¿Con qué disposición la acogemos? Y podemos preguntarnos: ¿Cómo esta nuestro corazón? ¿A qué terreno se parece: a un camino, a un pedregal, a unas zarzas? Depende de nosotros convertirnos en terreno bueno sin espinas ni piedras, pero formado y cultivado con cuidado, para que pueda dar buenos frutos para nosotros y para nuestros hermanos. 

Y nos hará bien no olvidarnos que también nosotros somos sembradores, Dios siembra semillas buenas, y también aquí podemos preguntarnos: ¿qué tipo de semilla salen de nuestro corazón y de nuestra boca? Nuestras palabras pueden hacer tanto bien, así como tanto mal, pueden sanar y pueden herir, pueden animar y pueden deprimir, recuerden: aquello que cuenta nos es los que entra, sino lo que sale de la boca y del corazón. La Virgen nos enseñe con su ejemplo a cuidar y hacerla fecunda en nosotros y en los demás.   

(Después del rezo Marianao del Ángelus el Santo Padre ha hecho un llamamiento y una oración por la paz en Tierra Santa –que puede visualizarse y escucharse en el vídeo debajo de estas líneas- y ha dicho:)

Queridos hermanos y hermanas:

Dirijo a todos ustedes un firme llamado a continuar rezando con insistencia por la paz en Tierra Santa, a la luz de los trágicos eventos de los últimos días. Tengo vivo todavía en la memoria el recuerdo del encuentro del 8 de junio pasado con el Patriarca Bartolomé, el Presidente Peres y el Presidente Abbas, junto a los cuales hemos invocado el don de la paz y escuchado la llamada a romper la espiral del odio y de la violencia.

Alguien podría pensar que tal encuentro ha tenido lugar en vano. En cambio no, porque la oración nos ayuda a no dejarnos vencer por el mal ni a resignarnos a que la violencia y el odio predominen sobre el diálogo y la reconciliación.

Exhorto a las partes interesadas y a todos los que tienen responsabilidad política a nivel local e internacional a no escatimar la oración y cualquier tipo de esfuerzo para hacer cesar toda hostilidad y conseguir la paz deseada para el bien de todos. E invito a todos a unirse en la oración.

Ahora, Señor: ¡ayúdanos Tú! ¡Dónanos Tú la paz, enséñanos Tú la paz, guíanos Tú hacia la paz! Abre nuestros ojos y nuestros corazones y dónanos el coraje de decir: “¡nunca más la guerra!”; “¡con la guerra todo está destruido!”. Infunde en nosotros el coraje de cumplir gestos concretos para construir la paz. Haznos disponibles para escuchar el grito de nuestros ciudadanos que nos piden que transformemos nuestras armas en instrumentos de paz, nuestros miedos en confianza y nuestras tensiones en perdón. Amén.

(Luego, el Papa Francisco ha saludado y ha añadido:)

Queridos hermanos y hermanas,

¡Saludo cordialmente a todos, romanos y peregrinos!

Hoy se celebra el “Domingo del Mar”. Dirijo mi pensamiento a los marinos, a los pescadores y a sus familias. Exhorto a las comunidades cristianas, en especial a aquellas costeras, para que estén atentos y sensibles a ellos.

Invito a los capellanes y a los voluntarios del Apostolado del Mar a continuar su compromiso en el cuidado pastoral de estos hermanos y hermanas. Los encomiendo a todos, especialmente a cuantos se encuentran en dificultad y lejos de casa, a la materna protección de María, Estrella del Mar.

Me uno en oración a los pastores y a los fieles que participan en la peregrinación de la familia de Radio María a Jasna Góra, Czestochowa. Les agradezco por vuestras oraciones y los bendigo de corazón. 

Saludo ahora con gran afecto a todos los hijos y las hijas espirituales de San Camilo de Lelis, del cual mañana se celebra el 400 aniversario de su muerte. Invito a la familia camiliana, al final de este año jubilar, a ser signo del Señor Jesús que, como buen samaritano, se inclina sobre las heridas del cuerpo y del espíritu de la humanidad sufriente, derramando el aceite de la consolación y el vino de la esperanza.

A todos ustedes reunidos aquí en la Plaza de San Pedro, como también a los operadores sanitarios que prestan servicio en los hospitales y las casa de cura, les deseo que siempre crezcan más en el carisma de la caridad, alimentados del contacto cotidiano con los enfermos.

Por favor no se olviden de rezar por mí. A todos les deseo buen domingo. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Papa Francisco

 

Comentarios 0

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad