.Papa Francisco en el Ángelus: «No se puede dar culto a Dios y causar daño a los pobres, o anteponer al amor a Dios el propio interés»

* «Ante las necesidades del prójimo, estamos llamados a privarnos de algo indispensable, no sólo de lo superfluo; estamos llamados a dar el tiempo necesario, no sólo el que nos sobra; estamos llamados a dar enseguida sin reservas algún talento nuestro, no después de haberlo utilizado para nuestros objetivos personales o de grupo»   

Vídeo completo traducido al español

8 de noviembre de 2015.- (13 TV / Radio Vaticano Camino Católico)  Sobre cómo no deben ser los seguidores de Jesús y el ideal ejemplar del cristiano, habló Francisco en el Ángelus del 8 de noviembre de 2015. No se puede dar culto a Dios y causar daño a los pobres, o anteponer al amor a Dios el propio interés, dijo, hablando de los escribas y doctores de la ley que fingen hacer largas oraciones, pero que les roban a las viudas. Y de la viuda pobre que puso todo lo que tenía para vivir en el tesoro del Templo.

El Papa comparó a la viuda pobre con la Virgen María que dio toda su vida a Dios por nosotros y pidió a Dios un corazón pobre, pero rico de generosidad alegre y gratuita.

Después de rezar el Ángelus desde la ventana del estudio pontificio en la Plaza de San Pedro, el Pontífice quiso lanzar un mensaje tranquilizador a los fieles sobre los últimos acontecimientos. El Papa Francisco afirmó que el robo de documentos privados del Vaticano y su reciente publicación en dos libros, “Via Crucis” y“Avarizia”, escritos por periodistas italianos, es“un acto deplorable que no ayuda” y hacerlos salir“ha sido un error”. Pero a pesar de ello continuará con el proceso de reforma ya iniciado. En el vídeo superior se escucha y visualiza la meditación del Santo Padre traducida al español y las palabras posteriores al rezo de la oración mariana, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y  hermanas ¡buenos días, con este lindo sol!

El episodio del Evangelio de este domingo se compone de dos partes: en una se describe cómo no deben ser los seguidores de Cristo; en la otra, se propone un ideal ejemplar de cristiano.

Comencemos por la primera, qué cosa no tenemos que hacer: en la primera parte, Jesús adeuda a los escribas, maestros de la ley, tres defectos que se manifiestan en su estilo de vida: soberbia, avidez e hipocresía. A ellos «les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes» (Mc 12,38-39). Pero, bajo apariencias tan solemnes, se esconden falsedad e injusticia. Mientras se pavonean en público, usan su autoridad – así dice Jesús – para «devorar los bienes de las viudas» (cfr v 40), a las que se consideraba, junto con los huérfanos y los extranjeros, como a las personas más indefensas y desamparadas. En fin, los escribas – dice Jesús –  «fingen hacer largas oraciones» (v 40).

También hoy existe el riesgo de asumir estas conductas. Por ejemplo, cuando se separa la oración de la justicia, porque no se puede rendir culto a Dios y causar daño a los pobres. O cuando se dice que se ama a Dios y, sin embargo, se antepone a Él la propia vanagloria, el propio provecho.

Y en esta línea, se coloca la segunda parte del Evangelio de hoy. La escena se ambienta en el templo de Jerusalén, precisamente en el lugar donde la gente echaba las monedas como oferta. Hay muchos ricos que echan tantas monedas y hay una pobre mujer, viuda, que da apenas dos pequeñas monedas. Jesús observa atentamente a esa mujer y llama la atención de los discípulos sobre el contraste neto de la escena. Los ricos han dado, con gran ostentación, lo que para ellos era superfluo, mientras que la viuda, con discreción  y humildad, ha dado «todo lo que tenía para vivir» (v 44); por ello – dice Jesús – ella ha dado más que todos. Debido a su extrema pobreza, hubiera podido ofrecer una sola moneda para el templo y quedarse con la otra. Pero ella no quiere hacer a medias con Dios: se priva de todo. En su pobreza ha comprendido que, teniendo a Dios, lo tiene todo; se siente amada totalmente por Él y, a su vez, lo ama totalmente. ¡Qué lindo ejemplo esa viejita, lindo ejemplo!

Jesús, hoy, nos dice también a nosotros que el metro de juicio no es la cantidad, sino la plenitud. Hay una diferencia entre cantidad y plenitud. Tú puedes tener tanto dinero, pero ser una persona vacía. No hay plenitud en tu corazón. Piensen esta semana en la diferencia que hay entre cantidad y plenitud.  No es cosa de billetera, sino de corazón. Hay diferencia entre billetera y corazón… Hay enfermedades cardiacas  que hacen que el corazón se baje hasta la billetera… ¡Y esto no va bien! Amar a Dios «con todo el corazón» significa confiar en Él, en su providencia, y servirlo en los hermanos más pobres, sin esperarnos nada a cambio.

Permítanme que cuente una anécdota, que sucedió en mi diócesis precedente. Estaban en la mesa una mamá con sus tres hijos; el papá estaba en el trabajo; estaban comiendo milanesas… Ese en ese momento, llaman a la puerta y uno de los hijos – chicos, 5, 6 años, 7 años, el más grande – viene y dice: «Mamá, hay un mendigo que pide comida». Y la mamá, una buena cristiana, les pregunta: «¿qué hacemos? – Démosle mamá… Bien… Agarra el tenedor y el cuchillo y les quita la mitad de cada milanesa. ¡Ah, non, mamá no! ¡Así no! Agarra de la refrigeradora – ¡No! ¡Preparamos tres sándwiches  así! Y los hijos aprendieron que la verdadera caridad se hace no con lo que nos sobra, sino con lo que nos es necesario. Estoy seguro de que esa tarde tuvieron un poco de hambre.. ¡pero, así se hace!

Ante las necesidades del prójimo, estamos llamados a privarnos – como esos niños, de la mitad de la milanesa – de algo indispensable, no sólo de lo superfluo; estamos llamados a dar el tiempo necesario, no sólo el que nos sobra; estamos llamados a dar enseguida sin reservas algún talento nuestro, no después de haberlo utilizado para nuestros objetivos personales o de grupo.

Pidamos al Señor que nos admita a la escuela de esta pobre viuda, que Jesús, entre el desconcierto de los discípulos, hace subir a la cátedra y presenta como maestra de Evangelio vivo. Por intercesión de María, la mujer pobre que ha dado toda su vida a Dios por nosotros, pidamos el don de un corazón pobre, pero rico de una generosidad alegre y gratuita.

(Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:)

Vídeo fragmento de las palabras del Santo Padre sobre el Vatileaks después de rezar el Ángelus

Queridos hermanos y hermanas,

Sé que muchos de ustedes se han visto turbados por las noticias que han circulado los días pasados sobre documentos reservados de la Santa Sede que han sido sustraídos y publicados.

Por eso querría decirles primero de todo que robar estos documentos es un delito. Es un acto deplorable que no ayuda. Yo mismo había pedido hacer este estudio, y estos documentos ya los conocíamos bien mis colaboradores y yo y se han tomado algunas medidas que han comenzado a dar sus frutos, también algunos de ellos visibles.

Pero quiero decirles también que este triste hecho no me desvía ciertamente del trabajo de reforma que estamos llevando adelante con mis colaboradores y con la ayuda de todos ustedes. Sí, con la ayuda de toda la Iglesia, porque la Iglesia se renueva con la oración y con la santidad cotidiana de cada bautizado. Por eso les agradezco y les pido continuar orando por el Papa y por la Iglesia, sin dejarnos turbar pero yendo adelante con confianza y esperanza.

Hoy en Italia se celebra la Jornada de la Acción de Gracias, que este año lleva por tema “El suelo, bien común”. Me asocio a los obispos en el desear que todos actúen como administradores responsables de un precioso bien colectivo, la tierra, cuyos frutos tienen una destinación universal. Me siento cercano con gratitud al mundo agrícola, y animo a cultivar la tierra de tal forma que se cuide la fertilidad para que produzca comida para todos, hoy y para las generaciones futuras. En tal contexto tiene lugar en Roma la Jornada diocesana para el cuidado de la creación, que esta año se enriquece con la “Marcha por la tierra”.

Mañana, en Florencia, inicia el 5º Congreso Eclesial Nacional, con la presencia de los obispos y de los delegados de todas las diócesis italianas. Se trata de un evento importante de comunión y de reflexión, en el que tendré la alegría de participar también yo, el próximo martes.

Os saludo con afecto a todos vosotros, romanos y peregrinos. En particular a los estudiantes franceses de la región parisina, a los fieles de Japón y de Polonia, como también a los de Scandicci. Saludo a los representantes de la Orden de los Predicadores –dominicos– que ayer abrieron el octavo centenario de la fundación.

A todos os deseo un buen domingo. ¡Y no os olvidéis de rezar por mí! Buen almuerzo y hasta pronto.

Francisco

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