Papa Francisco en el Ángelus: «Y no os olvidéis: coherencia cristiana, es decir, pensar, sentir y vivir como cristiano, y no pensar como cristiano y vivir como pagano»

«Hoy rezamos de manera particular por cuantos son discriminados, perseguidos y asesinados por su testimonio de Cristo. Quisiera decir a cada uno de ellos: si lleváis esta cruz con amor, habéis entrado en el misterio de la Navidad, estáis en el corazón de Cristo y de la Iglesia. Recemos también para que, gracias al sacrificio de estos mártires de hoy –son muchos, muchísimos– se fortalezca en cada parte del mundo el compromiso para reconocer y garantizar concretamente la libertad religiosa, que es un derecho inalienable de toda persona humana»

26 de diciembre de 2014.- (13 TV Radio Vaticano Camino Católico)  “Hoy rezamos de modo particular por cuantos son discriminados por su testimonio de Cristo. Quisiera decirles a cada uno de ellos: si llevan esta cruz con amor, han entrado en el misterio de Navidad, están en el corazón de cristo y de la Iglesia”,dijo el Papa. El día después de Navidad, el Obispo de Roma volvió a la Plaza del Santuario de san Pedro, esta vez para rezar el Ángelus con muchísimos fieles y peregrinos, con ocasión de la fiesta de San Esteban, primer mártir de la Iglesia.

Explicó que el evangelio de esta fiesta dice: “Serán odiados a causa de  mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin se salvará” y consideró que estas palabras de Señor, cuando envía a sus discípulos en misión, “no turban la celebración del Navidad, sino que la despojan del falso revestimiento empalagoso que no le pertenece y nos ayudan a comprender que en las pruebas aceptadas a causa de la fe, la violencia es vencida por el amor, la muerte por la vida”. Dijo que aunque no todos somos llamados, como Esteban, a derramar propiamente la sangre, “a cada cristiano se le pide ser coherente en cada circunstancia, con la fe que profesa”.En el vídeo se escucha y visualiza la meditación completa del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy la liturgia recuerda el testimonio de san Esteban. Elegido por los Apóstoles, junto con otros seis, para la diaconía de la caridad –es decir, para asistir a los pobres, los huerfanos, las viudas– en la comunidad de Jerusalén, se convirtió en el primer mártir de la Iglesia. Con su martirio, Esteban honra la venida al mundo del Rey de reyes, da testimonio de Él, ofreciéndole el don de su propia vida al servicio de los más necesitados. Y así nos muestra cómo vivir plenamente el misterio de la Navidad.

El Evangelio de esta fiesta muestra una parte del discurso de Jesús a sus discípulos cuando los envían a la misión. Dice, entre otras cosas: «Seréis odiados por todos a causa de  mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin se salvará» (Mt 10, 22). Estas palabras del Señor no turban la celebración de la Navidad, sino que la despojan del falso revestimiento empalagoso que no le pertenece. Nos hacen comprender que en las pruebas aceptadas a causa de la fe, la violencia es derrotada por el amor, la muerte por la vida. Para acoger verdaderamente a Jesús en nuestra existencia y prolongar la alegría de la Noche Santa, el camino es precisamente el que indica este Evangelio. Es decir, testimoniar a Jesús en la humildad, en el servicio silencioso, sin miedo a ir contracorriente y pagar en persona. Y, si no todos están llamados, como san Esteban, a derramar su propia sangre, a todo cristiano se le pide, sin embargo, que sea coherente en cada circunstancia con la fe que profesa.Es la coherencia cristiana. Es una gracia que debemos pedir al Señor. Ser coherentes, vivir como cristianos. Y no decir ‘soy cristiano’ y vivir como pagano. La coherencia es una gracia que hay que pedir hoy.

Seguir el Evangelio es ciertamente un camino exigente –pero bello, ¡bellísimo!– y el que lo recorre con fidelidad y valentía recibe el don prometido por el Señor a los hombres y a las mujeres de buena voluntad. Como cantaban los ángeles el día de Navidad: ¡paz, paz! Esta paz donada por Dios es capaz de serenar la conciencia de todos los que, a través de las pruebas de la vida, saben acoger la Palabra de Dios y se comprometen en observarla con perseverancia hasta el final (cfr. Mt 10, 22).

Hoy, hermanos y hermanas, rezamos de manera particular por cuantos son discriminados, perseguidos y asesinados por su testimonio de Cristo. Quisiera decir a cada uno de ellos: si lleváis esta cruz con amor, habéis entrado en el misterio de la Navidad, estáis en el corazón de Cristo y de la Iglesia.

Recemos también para que, gracias al sacrificio de estos mártires de hoy –son muchos, muchísimos– se fortalezca en cada parte del mundo el compromiso para reconocer y garantizar concretamente la libertad religiosa, que es un derecho inalienable de toda persona humana.

Queridos hermanos y hermanas, os deseo que paséis serenamente las fiestas navideñas. Que san Esteban, diácono y primer mártir, nos sostenga en nuestro camino cotidiano, que esperamos coronar, al final, en la asamblea festiva de los santos en el Paraíso.

(Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:)

Queridos hermanos y hermanas:

os saludo en la alegría de la Navidad y renuevo a todos mi deseo de paz: paz en las familias, paz en las parroquias y comunidades religiosas, paz en los movimientos y en las asociaciones. 

Saludo a todas las personas que se llaman Esteban o Estefanía. ¡Muchas felicidades!

En estas semanas he recibido muchos mensajes de felicitación de Roma, y de otros lugares. No siéndome posible responder a cada uno, expreso hoy a todos mi sentido agradecimiento, especialmente por las oraciones. ¡Gracias de corazón! ¡El Señor os recompense con su generosidad!.

Y no os olvidéis: coherencia cristiana, es decir, pensar, sentir y vivir como cristiano, y no pensar como cristiano y vivir como pagano. ¡Eso no! Hoy, pedimos a Esteban la gracia de la coherencia cristiana. ¡Coherencia cristiana! Y, por favor, seguid rezando por mí. No lo olvidéis.

¡Buena fiesta y buen almuerzo! Hasta pronto

Francisco

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