Papa Francisco en la Audiencia, 14-2-2024: «Si estamos bajo el yugo de la acedia, acoger las situaciones difíciles, ser pacientes y confiar en Jesús, que nunca nos abandona»

* «La de la acedia es una batalla decisiva que hay que ganar a toda costa. Y es una batalla de la que no se han librado ni siquiera a los santos. Estos santos nos enseñan a atravesar la noche con paciencia, aceptando la pobreza de la fe. Recomiendan, bajo la opresión de la acedia, mantener una medida de compromiso más pequeña, fijarse metas más al alcance de la mano y, al mismo tiempo, resistir y perseverar apoyándose en Jesús. La fe atormentada por la prueba de la acedia no pierde su valor. Al contrario, es la fe verdadera, la humanísima fe que, a pesar de todo, a pesar de la oscuridad que la ciega, sigue humildemente creyendo.  Es esa fe que permanece en el corazón, como las brasas bajo las cenizas. Siempre permanece»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

* «Hoy comienza la Cuaresma, hagamos de este tiempo una ocasión de conversión y de renovación interior en la escucha de la Palabra de Dios, en la atención a nuestros hermanos y hermanas que necesitan, necesitan tanto. Y aquí no olvidemos nunca a la atormentada Ucrania y a Palestina e Israel que tanto sufren. Recemos por estos hermanos y hermanas que sufren la guerra. Sigamos adelante en este proceso de conversión, en la escucha de la Palabra de Dios, en la atención a nuestros hermanos y hermanas necesitados, y sigamos adelante intensificando la oración, especialmente para pedir la paz en el mundo»

Foto: Vatican Media 14-2-2024

14 de febrero de 2024.- (Camino Católico) Es la acedia el vicio sobre el que el Papa invita a reflexionar en la audiencia general en el Aula Pablo VI, a los miles de peregrinos presentes. «Una tentación muy peligrosa» que incita casi «a desear la muerte». Cuando asalta hay que contrarrestarla con «una medida de compromiso más pequeña», pero con perseverancia «apoyándose en Jesús»: Cuando una persona se encuentra bajo el yugo de la acedia, es necesario que persevere en la presencia de Dios, acogiendo las situaciones difíciles tal como se presentan “aquí y ahora”. En esos momentos oscuros —que incluso los santos han experimentado— es preciso ser pacientes, aceptando nuestra pobreza y confiando siempre en Jesús, que nunca nos abandona”.

Acedia del griego significa «falta de cuidado», explica el Papa, y es la causa de la pereza que hace a la persona «inoperante, indolente, apática». Y prosigue: “Esta es una tentación muy peligrosa; no bromees con ella. Quien cae víctima de ella está como aplastado por un deseo de muerte: siente asco por todo; su relación con Dios se le hace aburrida; e incluso los actos más santos, los que en el pasado le habían calentado el corazón, ahora le parecen completamente inútiles”. 

Foto: Vatican Media 14-2-2024

Tras impartir su catequesis, Francisco hace referencia al gran número de mártires con los que cuenta la Iglesia desde sus inicios, de los cuales muchos de ellos “fueron sepultados aquí (en Roma), en las excavaciones se encuentran estas tumbas”, pero alerta que en la actualidad son los mismos o incluso más el número de seguidores de Cristo que son perseguidos por el odio a la fe.

Fue en este momento cuando el Papa sacaba a relucir al cardenal Simoni: “Vivió 18 años en la cárcel comunista de Albania, una de las más crueles. Y sigue dando su testimonio. Ahora tiene 95 años, y sigue trabajando para la Iglesia sin desanimarse. Querido hermano, te agradezco tu testimonio, gracias”, expresa el Santo Padre, cuyo homenaje al cardenal albanés suscita los aplausos de los presentes en el Aula Pablo VI. En el vídeo superior de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Foto: Vatican Media 14-2-2024
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI
Miércoles de Ceniza, 14 de febrero de 2024
Catequesis. Vicios y virtudes. 8. La acedia
Foto: Vatican Media 14-2-2024

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Entre todos los vicios capitales hay uno que a menudo pasa inadvertido, quizás en virtud de su nombre, que a muchos les resulta poco comprensible: estoy hablando de la acedia. Por eso, en el catálogo de los vicios, el término acedia está a menudo sustituido por otro de uso mucho más común: la pereza. En realidad, la pereza es más un efecto que una causa. Cuando una persona permanece inactiva, indolente, apática, nosotros decimos que es perezosa. Pero, como enseña la sabiduría de los antiguos padres del desierto, a menudo la raíz de esta pereza es la acedia, en griego significa literalmente “falta de cuidado”.

Foto: Vatican Media 14-2-2024

Se trata de una tentación muy peligrosa, con la que no se debe jugar. Quien cae víctima de este vicio es como si estuviera aplastado por un deseo de muerte: todo le disgusta; la relación con Dios se le vuelve aburrida; y también los actos más santos, los que le habían calentado el corazón, ahora, le parecen completamente inútiles. La persona empieza a lamentar el paso del tiempo y la juventud que queda irremediablemente atrás.

Foto: Vatican Media 14-2-2024

La acedia ha sido definida como “el demonio del mediodía”: nos atrapa en mitad del día, cuando la fatiga está en su ápice y las horas que nos esperan nos parecen monótonas, imposibles de vivir. En una célebre descripción, el monje Evagrio representa así esta tentación: «El ojo del acidioso se fija en las ventanas continuamente y en su mente imagina visitantes […] Cuando lee, el acidioso bosteza a menudo y se deja llevar fácilmente por el sueño, se frota los ojos, se refriega las manos y, apartando la mirada del libro, la fija en la pared; después, dirigiéndola nuevamente al libro, lee un poco más […]; finalmente, inclinando la cabeza, coloca el libro debajo de ella y se duerme en un sueño ligero, hasta que el hambre lo despierta y le apremia a atender sus necesidades»; en conclusión, «el acidioso no realiza con solicitud la obra de Dios» [1].

Foto: Vatican Media 14-2-2024

Los lectores contemporáneos advierten en estas descripciones algo que recuerda mucho el mal de la depresión, tanto desde el punto de vista psicológico como filosófico. En efecto, para quienes están atenazados por la acedia, la vida pierde su sentido, rezar es aburrido, cada batalla parece carecer de significado. Las pasiones que alimentamos en la juventud ahora nos parecen ilógicas, sueños que no nos hicieron felices. Así que nos dejamos llevar y la distracción, el no pensar, parecen ser la única salida: a uno le gustaría estar aturdido, tener la mente completamente vacía… Es un poco como morir anticipadamente, y es feo.

Foto: Vatican Media 14-2-2024

Contra este vicio, del que nos damos cuenta que es tan peligroso, los maestros de espiritualidad prevén varios remedios. Me gustaría señalar el que me parece más importante y que yo llamaría la paciencia de la fe. Aunque bajo el azote de la acedia el deseo del hombre es estar «en otra parte», escapar de la realidad, hay que tener en cambio el valor de permanecer y acoger en mi «aquí y ahora», en mi situación tal como y es, la presencia de Dios. Los monjes dicen que para ellos la celda es la mejor maestra de vida, porque es el lugar que concreta y cotidianamente te habla de tu historia de amor con el Señor. El demonio de la acedia quiere destruir precisamente esta alegría sencilla del aquí y ahora, este asombro agradecido ante la realidad; quiere hacerte creer que todo es en vano, que nada tiene sentido, que no vale la pena preocuparse por nada ni por nadie. En la vida encontramos gente “acidiosa”, personas de las que decimos: “¡Pero este es aburrido!”, y no nos gusta estar con ellas; personas que incluso tienen una actitud de aburrimiento que contagia. Eso es la acedia.

Foto: Vatican Media 14-2-2024

¡Cuánta gente, presa en las garras de la acedia, movida por una inquietud sin rostro, ha abandonado tontamente el camino del bien que había emprendido! La de la acedia es una batalla decisiva que hay que ganar a toda costa. Y es una batalla de la que no se han librado ni siquiera a los santos, porque en muchos de sus diarios hay páginas que revelan momentos tremendos, verdaderas noches de fe en las que todo parecía oscuro. Estos santos nos enseñan a atravesar la noche con paciencia, aceptando la pobreza de la fe. Recomiendan, bajo la opresión de la acedia, mantener una medida de compromiso más pequeña, fijarse metas más al alcance de la mano y, al mismo tiempo, resistir y perseverar apoyándose en Jesús, que nunca nos abandona en la tentación.

La fe atormentada por la prueba de la acedia no pierde su valor. Al contrario, es la fe verdadera, la humanísima fe que, a pesar de todo, a pesar de la oscuridad que la ciega, sigue humildemente creyendo.  Es esa fe que permanece en el corazón, como las brasas bajo las cenizas. Siempre permanece. Y si alguno de nosotros cae en este vicio o en la tentación de la acedia, que intente mirar en su interior y custodiar las brasas de la fe: así es como se sigue adelante.

Foto: Vatican Media 14-2-2024

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Dedicamos nuestra catequesis de hoy a un vicio poco conocido, pero muy importante, la acedia. En la lista de vicios capitales, este término se sustituye más comúnmente por el de pereza, porque la pereza es uno de los efectos de la acedia. La acedia es una tentación muy peligrosa, que nos lleva a ver todo gris, monótono, aburrido. Puede inducirnos a abandonar el buen camino que habíamos emprendido, y llevarnos incluso a perder el sentido de la propia existencia.

Foto: Vatican Media 14-2-2024

Para combatir este vicio, los maestros de espiritualidad nos ofrecen diversos remedios. Quisiera subrayar uno muy importante, que es la paciencia de la fe. Cuando una persona se encuentra bajo el yugo de la acedia, es necesario que persevere en la presencia de Dios, acogiendo las situaciones difíciles tal como se presentan “aquí y ahora”. En esos momentos oscuros —que incluso los santos han experimentado— es preciso ser pacientes, aceptando nuestra pobreza y confiando siempre en Jesús, que nunca nos abandona.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Hoy, Miércoles de ceniza, comenzamos la Cuaresma. Los invito durante este tiempo a acompañar a Jesús en el desierto con la oración, el ayuno y la limosna, dando testimonio de la fe con alegría y humildad. Que Dios los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.

Foto: Vatican Media 14-2-2024

En otras lenguas el Santo Padre ha manifestado:

Papa Francisco con el cardenal Simoni / Foto: Vatican Media 14-2-2024

Todos hemos leído y oído las historias de los primeros mártires de la Iglesia, que fueron muchos. Aquí, en el Vaticano, hay un cementerio y sepultados muchos de los martirizados; en las excavaciones se encuentran sus tumbas. Pero aún hoy hay muchos mártires en todo el mundo: muchos, quizás más que al principio. Hay muchos perseguidos por su fe. Y hoy me tomo la libertad de saludar de manera especial a un «mártir viviente», el cardenal Simoni. Él, como sacerdote, como obispo, vivió 28 años de prisión, en las cárceles de la Albania comunista, quizás la persecución más cruel. Y sigue dando testimonio. Y como él, muchos, muchos, muchos. Ahora tiene 95 años y sigue trabajando para la Iglesia sin desanimarse. Querido hermano, te agradezco tu testimonio. Gracias.

Foto: Vatican Media 14-2-2024

Por último, mi pensamiento es para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. Hoy comienza la Cuaresma, hagamos de este tiempo una ocasión de conversión y de renovación interior en la escucha de la Palabra de Dios, en la atención a nuestros hermanos y hermanas que necesitan, necesitan tanto. Y aquí no olvidemos nunca a la atormentada Ucrania y a Palestina e Israel que tanto sufren. Recemos por estos hermanos y hermanas que sufren la guerra. Sigamos adelante en este proceso de conversión, en la escucha de la Palabra de Dios, en la atención a nuestros hermanos y hermanas necesitados, y sigamos adelante intensificando la oración, especialmente para pedir la paz en el mundo.

¡Mi bendición para todos!

Francisco

[1]  Evagrio Pontico, Gli otto spiriti della malvagità , 14.

Papa Francisco en homilía, 14-2-2024: «Vuelve al centro de ti mismo, donde se alojan tantos miedos, sentimientos de culpa y pecados; el Señor está ahí para sanarte y purificarte»  

Santa Misa, presidida por el Papa Francisco, de hoy, Miércoles de Ceniza, 14-2-2024


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