Papa Francisco en la Audiencia: «El Espíritu Santo actúa en nosotros, quienes hemos sido bautizados, obrando en nuestra alma para conducirla a una vida virtuosa»

* «¡Cuántos cristianos han llegado a la santidad a través de las lágrimas, al constatar que no podían superar ciertas debilidades! Pero han experimentado que Dios ha completado esa obra buena que para ellos era sólo un esbozo. La gracia precede siempre a nuestro compromiso moral. Además, no debemos olvidar nunca la riquísima lección que nos ha llegado de la sabiduría de los antiguos, que nos dice que la virtud crece y puede ser cultivada. Y para que esto ocurra, el primer don del Espíritu que hay que pedir es precisamente la sabiduría»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

 * «Los invito a todos a proseguir con empeño el itinerario cuaresmal, dispuestos a realizar gestos de solidaridad cristiana allí donde la Providencia os llame a trabajar. Y, por favor, perseveremos en la oración ferviente por quienes sufren las terribles consecuencias de la guerra. Hoy me trajeron un rosario y el Evangelio de un joven soldado que murió en el frente: Rezaba con esto. ¡Muchos jóvenes, muchos jóvenes van a morir! Oremos al Señor para que nos dé la gracia de superar esta locura de la guerra que siempre es una derrota»

Foto: Vatican Media, 13-3-2024

13 de marzo de 2024.- (Camino Católico)  “Para el cristiano, el primer auxilio es la gracia de Dios. De hecho, el Espíritu Santo actúa en nosotros, quienes hemos sido bautizados, obrando en nuestra alma para conducirla a una vida virtuosa”, ha dicho el Papa Francisco, en la plaza de San Pedro, ante miles de fieles, en su catequesis en la que ha introducido el tema de las virtudes. 

Todavía resfriado, el Pontífice confió la lectura a un colaborador de la Secretaría de Estado, el padre Pierluigi Giroli. En el texto, el Papa invita a «volver la mirada» a lo que se opone a «la experiencia del mal» y explica que si «el corazón humano puede complacer las malas pasiones» y hacer caso a las tentaciones, «también puede oponerse a todo esto», porque «el ser humano está hecho para el bien», por lo que puede realizarlo y «ejercitarse en este arte»,

«La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien», reza el Catecismo de la Iglesia católica; no es algo «improvisado», añade Francisco, y no puede clasificarse entre los actos buenos, de los que incluso los delincuentes pueden ser capaces «en un momento de lucidez», que «están escritos en el ‘libro de Dios'». Por el contrario, «es un bien que surge de una lenta maduración de la persona, hasta convertirse en su característica interior».

Foto: Vatican Media, 13-3-2024

Son necesarios dos elementos para que la virtud crezca y se cultive. En primer lugar, es necesario pedir, entre los dones del Espíritu, el de la sabiduría, indica el Papa. El hombre «no es territorio libre para la conquista de los placeres, de las emociones, de los instintos, de las pasiones», incapaz de hacer frente a «estas fuerzas, a veces caóticas, que lo habitan», la sabiduría le permite «aprender de los errores para dirigir bien la vida». Y luego hace falta buena voluntad, concluye Francisco, es decir, «la capacidad de elegir el bien, de moldearnos mediante el ejercicio ascético, rehuyendo los excesos». En el vídeo superior de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Plaza de San Pedro
Miércoles, 13 de marzo de 2024
Catequesis. Vicios y virtudes. 11. El actuar virtuoso  
Foto: Vatican Media, 13-3-2024

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Después de haber concluido nuestra visión general de la serie sobre los vicios, ha llegado el momento de volver la mirada a la imagen especular que se opone a la experiencia del mal.  El corazón humano puede complacerse en malas pasiones, puede prestar atención a tentaciones nocivas disfrazadas con vestidos seductores, pero también puede oponerse a todo esto. Por fatigoso que sea, el ser humano está hecho para el bien, que le realiza verdaderamente, y también puede practicar este arte, haciendo que ciertas disposiciones se hagan permanentes en él. La reflexión sobre esta maravillosa posibilidad nuestra constituye un capítulo clásico de la filosofía moral: el capítulo de las virtudes.

Foto: Vatican Media, 13-3-2024

Los filósofos romanos la llamaban virtus, los griegos aretè. El término latino subraya sobre todo que la persona virtuosa es fuerte, valiente, capaz de disciplina y ascetismo; por tanto, el ejercicio de la virtud es fruto de una larga germinación que requiere esfuerzo e incluso sufrimiento. La palabra griega aretè, indica algo que sobresale, algo que resalta, que suscita admiración. La persona virtuosa es, entonces, la que no se desnaturaliza deformándose, sino que es fiel a su vocación, realiza plenamente su ser.  

Foto: Vatican Media, 13-3-2024

Nos equivocaríamos si pensáramos que los santos son excepciones de la humanidad: una suerte de estrecho círculo de campeones que viven más allá de los límites de nuestra especie. Los santos, en esta perspectiva que acabamos de introducir sobre las virtudes, son, en cambio, aquellos que llegan a ser plenamente ellos mismos, que realizan la vocación propia de todo ser humano. ¡Qué feliz sería el mundo si la justicia, el respeto, la benevolencia mutua, la amplitud del corazón y la esperanza fueran la normalidad compartida, y no una rara anomalía! Por eso el capítulo del actuar virtuoso, en estos tiempos dramáticos nuestros, en los que a menudo nos encontramos con lo peor de lo humano, debería ser redescubierto y practicado por todos. En un mundo deformado, debemos recordar la forma en la que hemos sido plasmados, la imagen de Dios que está impresa para siempre en nosotros.

Foto: Vatican Media, 13-3-2024

Pero, ¿cómo definir el concepto de virtud? El Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una definición precisa y concisa: «La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien» (n. 1803). No es, por tanto, un bien improvisado y algo casual que cae del cielo de forma episódica. La historia nos dice que incluso los criminales, en un momento de lucidez, han realizado buenas acciones; ciertamente estas acciones están escritas en el «libro de Dios», pero la virtud es otra cosa. Es un bien que nace de una lenta maduración de la persona, hasta convertirse en una característica interior suya. La virtud es un hábitus de la libertad. Si somos libres en cada acto, y cada vez estamos llamados a elegir entre el bien y el mal, la virtud es lo que nos permite tener un hábito hacia la elección correcta.

Foto: Vatican Media, 13-3-2024

Si la virtud es un don tan hermoso, inmediatamente surge una pregunta: ¿cómo es posible adquirirla? La respuesta a esta pregunta no es sencilla, sino compleja.

Para el cristiano, el primer auxilio es la gracia de Dios. De hecho, el Espíritu Santo actúa en nosotros, quienes hemos sido bautizados, obrando en nuestra alma para conducirla a una vida virtuosa. ¡Cuántos cristianos han llegado a la santidad a través de las lágrimas, al constatar que no podían superar ciertas debilidades! Pero han experimentado que Dios ha completado esa obra buena que para ellos era sólo un esbozo. La gracia precede siempre a nuestro compromiso moral.

Foto: Vatican Media, 13-3-2024

Además, no debemos olvidar nunca la riquísima lección que nos ha llegado de la sabiduría de los antiguos, que nos dice que la virtud crece y puede ser cultivada. Y para que esto ocurra, el primer don del Espíritu que hay que pedir es precisamente la sabiduría. El ser humano no es territorio libre para la conquista de los placeres, de las emociones, de los instintos, de las pasiones, sin que pueda hacer nada contra esas fuerzas a veces caóticas que lo habitan. Un don inestimable que poseemos es la apertura mental, es la sabiduría que sabe aprender de los errores para dirigir bien la vida. Luego se necesita la buena voluntad: la capacidad de elegir el bien, de plasmarnos mediante el ejercicio ascético, rehuyendo los excesos.

Queridos hermanos y hermanas, comencemos así nuestro viaje a través de las virtudes, en este universo sereno que resulta desafiante, pero que es decisivo para nuestra felicidad.

Foto: Vatican Media, 13-3-2024

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Foto: Vatican Media, 13-3-2024

Queridos hermanos y hermanas:

Avanzando en nuestro ciclo de catequesis, hoy iniciamos nuestra reflexión sobre las virtudes. El origen de la palabra “virtud” nos remite a la fuerza y a la valentía, y también a la capacidad de disciplina y de ascesis. Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica que «la virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien» (n. 1803).

Foto: Vatican Media, 13-3-2024

La constancia y la disponibilidad para hacer el bien son propiedades del ser virtuoso, de modo que nuestros actos no sean casuales e improvisados, sino fruto de un ejercicio y entrenamiento que conlleva esfuerzo y sacrificio, para que esas disposiciones se conviertan en un hábito.

Podemos decir que la virtud es un bien que nace de una lenta maduración de la persona, hasta convertirse en una de sus características interiores. El primer auxilio que recibimos para que esto sea posible es la gracia de Dios, que trabaja en nuestro interior por medio del Espíritu Santo.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Espíritu Santo el don de sabiduría para que nos ayude a tomar decisiones y a ejercitar las virtudes, orientando nuestra vida por el camino del bien. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.

Foto: Vatican Media, 13-3-2024

En otras lenguas el Santo Padre ha manifestado:

Los invito a todos a proseguir con empeño el itinerario cuaresmal, dispuestos a realizar gestos de solidaridad cristiana allí donde la Providencia os llame a trabajar. Y, por favor, perseveremos en la oración ferviente por quienes sufren las terribles consecuencias de la guerra. Hoy me trajeron un rosario y el Evangelio de un joven soldado que murió en el frente: Rezaba con esto. ¡Muchos jóvenes, muchos jóvenes van a morir! Oremos al Señor para que nos dé la gracia de superar esta locura de la guerra que siempre es una derrota. ¡Mi Bendición para todos ustedes!

Francisco


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