Papa Francisco en Mensaje de Pascua y la bendición Urbi et Orbi, 21-4-19: “Que el Resucitado abra nuestros corazones a las necesidades de los indefensos”

* “La resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres y mujeres, porque la verdadera renovación comienza siempre desde el corazón, desde la conciencia. Pero la Pascua es también el comienzo de un mundo nuevo, liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte: el mundo al fin se abrió al Reino de Dios, Reino de amor, de paz y de fraternidad. Cristo vive y se queda con nosotros. Muestra la luz de su rostro de Resucitado y no abandona a los que se encuentran en el momento de la prueba, en el dolor y en el luto… Que, ante los numerosos sufrimientos de nuestro tiempo, el Señor de la vida no nos encuentre fríos e indiferentes. Que haga de nosotros constructores de puentes, no de muros. Que Él, que nos da su paz, haga cesar el fragor de las armas, tanto en las zonas de guerra como en nuestras ciudades, e impulse a los líderes de las naciones a que trabajen para poner fin a la carrera de armamentos y a la propagación preocupante de las armas, especialmente en los países más avanzados económicamente

Video completo del Mensaje de Pascua del Papa Francisco y de la bendición Urbi et Orbi traducido al español

* “Me enteré con tristeza y dolor de la noticia de los graves atentados que precisamente hoy, el día de Pascua, han traído luto y dolor a algunas iglesias y otros lugares de encuentro en Sri Lanka. Deseo manifestar mi afectuosa cercanía a la comunidad cristiana, golpeada mientras se encontraba recogida en oración y a todas las víctimas de tan cruel violencia. Confío al Señor a quienes han muerto trágicamente y rezo por los heridos, y por todos aquellos que sufren a causa de este dramático suceso

21 de abril de 2019.- (Camino católico)  En el tradicional mensaje de Pascua previo a la Bendición “Urbi et Orbi”, a la ciudad de Roma y al mundo, que impartió este domingo 21 de abril, Domingo de Resurrección, en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa Francisco hizo un llamado a la paz en el mundo, y en especial en aquellos países que sufren el drama de la guerra.

“La resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres y mujeres, porque la verdadera renovación comienza siempre desde el corazón, desde la conciencia. Pero la Pascua es también el comienzo de un mundo nuevo, liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte: el mundo al fin se abrió al Reino de Dios, Reino de amor, de paz y de fraternidad”.

Francisco ha manifestado, después de la bendición Pascual ‘Urbi et Orbi’, en el balcón de la Basílica Vaticana, su “afectuosa cercanía” a la comunidad cristiana de  Sri Lanka, con motivo de los graves atentados ocurridos hoy, Domingo de Pascua, en algunas iglesias y lugares de encuentro del país. En el Vídeo se visualiza y escucha el Mensaje de Pascua, traducido al español y la bendición Urbi et Orbi, cuyo texto es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!

Hoy la Iglesia renueva el anuncio de los primeros discípulos: «Jesús ha resucitado». Y de boca en boca, de corazón a corazón resuena la llamada a la alabanza: «¡Aleluya!… ¡Aleluya!». En esta mañana de Pascua, juventud perenne de la Iglesia y de toda la humanidad, quisiera dirigirme a cada uno de vosotros con las palabras iniciales de la reciente Exhortación apostólica dedicada especialmente a los jóvenes:

«Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza» (Christus vivit, 1-2).

Queridos hermanos y hermanas, este mensaje se dirige al mismo tiempo a cada persona y al mundo. La resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres y mujeres, porque la verdadera renovación comienza siempre desde el corazón, desde la conciencia. Pero la Pascua es también el comienzo de un mundo nuevo, liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte: el mundo al fin se abrió al Reino de Dios, Reino de amor, de paz y de fraternidad.

Cristo vive y se queda con nosotros. Muestra la luz de su rostro de Resucitado y no abandona a los que se encuentran en el momento de la prueba, en el dolor y en el luto. Que Él, el Viviente, sea esperanza para el amado pueblo sirio, víctima de un conflicto que continúa y amenaza con hacernos caer en la resignación e incluso en la indiferencia. En cambio, es hora de renovar el compromiso a favor de una solución política que responda a las justas aspiraciones de libertad, de paz y de justicia, aborde la crisis humanitaria y favorezca el regreso seguro de las personas desplazadas, así como de los que se han refugiado en países vecinos, especialmente en el Líbano y en Jordania.

La Pascua nos lleva a dirigir la mirada a Oriente Medio, desgarrado por continuas divisiones y tensiones. Que los cristianos de la región no dejen de dar testimonio con paciente perseverancia del Señor resucitado y de la victoria de la vida sobre la muerte. Una mención especial reservo para la gente de Yemen, sobre todo para los niños, exhaustos por el hambre y la guerra. Que la luz de la Pascua ilumine a todos los gobernantes y a los pueblos de Oriente Medio, empezando por los israelíes y palestinos, y los aliente a aliviar tanto sufrimiento y a buscar un futuro de paz y estabilidad.

Que las armas dejen de ensangrentar a Libia, donde en las últimas semanas personas indefensas vuelven a morir y muchas familias se ven obligadas a abandonar sus hogares. Insto a las partes implicadas a que elijan el diálogo en lugar de la opresión, evitando que se abran de nuevo las heridas provocadas por una década de conflicto e inestabilidad política.

Que Cristo vivo dé su paz a todo el amado continente africano, lleno todavía de tensiones sociales, conflictos y, a veces, extremismos violentos que dejan inseguridad, destrucción y muerte, especialmente en Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria y Camerún. Pienso también en Sudán, que está atravesando un momento de incertidumbre política y en donde espero que todas las reclamaciones sean escuchadas y todos se esfuercen en hacer que el país consiga la libertad, el desarrollo y el bienestar al que aspira desde hace mucho tiempo.

Que el Señor resucitado sostenga los esfuerzos realizados por las autoridades civiles y religiosas de Sudán del Sur, apoyados por los frutos del retiro espiritual realizado hace unos días aquí, en el Vaticano. Que se abra una nueva página en la historia del país, en la que todos los actores políticos, sociales y religiosos se comprometan activamente por el bien común y la reconciliación de la nación.

Que los habitantes de las regiones orientales de Ucrania, que siguen sufriendo el conflicto todavía en curso, encuentren consuelo en esta Pascua. Que el Señor aliente las iniciativas humanitarias y las que buscan conseguir una paz duradera.

Que la alegría de la Resurrección llene los corazones de todos los que en el continente americano sufren las consecuencias de situaciones políticas y económicas difíciles. Pienso en particular en el pueblo venezolano: en tantas personas carentes de las condiciones mínimas para llevar una vida digna y segura, debido a una crisis que continúa y se agrava. Que el Señor conceda a quienes tienen responsabilidades políticas trabajar para poner fin a las injusticias sociales, a los abusos y a la violencia, y para tomar medidas concretas que permitan sanar las divisiones y dar a la población la ayuda que necesita.

Que el Señor resucitado ilumine los esfuerzos que se están realizando en Nicaragua para encontrar lo antes posible una solución pacífica y negociada en beneficio de todos los nicaragüenses.

Que, ante los numerosos sufrimientos de nuestro tiempo, el Señor de la vida no nos encuentre fríos e indiferentes. Que haga de nosotros constructores de puentes, no de muros. Que Él, que nos da su paz, haga cesar el fragor de las armas, tanto en las zonas de guerra como en nuestras ciudades, e impulse a los líderes de las naciones a que trabajen para poner fin a la carrera de armamentos y a la propagación preocupante de las armas, especialmente en los países más avanzados económicamente. Que el Resucitado, que ha abierto de par en par las puertas del sepulcro, abra nuestros corazones a las necesidades de los menesterosos, los indefensos, los pobres, los desempleados, los marginados, los que llaman a nuestra puerta en busca de pan, de un refugio o del reconocimiento de su dignidad.

Queridos hermanos y hermanas, ¡Cristo vive! Él es la esperanza y la juventud para cada uno de nosotros y para el mundo entero. Dejémonos renovar por Él. ¡Feliz Pascua!

Después de impartir la bendición “Urbi et orbi” el Santo Padre ha dicho:

Me enteré con tristeza y dolor de la noticia de los graves atentados que precisamente hoy, el día de Pascua, han traído luto y dolor a algunas iglesias y otros lugares de encuentro en Sri Lanka.

Deseo manifestar mi afectuosa cercanía a la comunidad cristiana, golpeada mientras se encontraba recogida en oración y a todas las víctimas de tan cruel violencia. Confío al Señor a quienes han muerto trágicamente y rezo por los heridos, y por todos aquellos que sufren a causa de este dramático suceso.

Renuevo mis mejores deseos de una feliz Pascua a todos ustedes, procedentes de Italia y diferentes países, así como a los que se unieron a nosotros a través de la televisión, la radio, y otros medios de comunicación.

A este respecto, quisiera recordar que hace 70 años, en la Pascua de 1949, un Papa hablaba por primera vez en televisión: el venerable Pío XII se dirigía a los telespectadores de la televisión francesa, subrayando como los ojos del sucesor de Pedro y de los fieles también encontrarse a través de un nuevo medio de comunicación.

Este aniversario me da la oportunidad de animar a las comunidades cristianas a utilizar todos los instrumentos que la tecnología pone a disposición para anunciar la buena nueva de Cristo resucitado.

Iluminados por la luz de la Pascua llevemos el perfume de Cristo resucitado en la soledad, en la miseria, en el dolor de tantos nuestros hermanos. Dando vuelta a la piedra de la indiferencia.

En esta plaza la alegría de la Resurrección está simbolizada por las flores que también este año provienen de los países bajos, mientras que las de la Basílica de San Pedro son de Eslovenia. Un agradecimiento especial a los donantes de estos espléndidos homenajes florales.

Y no se olviden de rezar por mí. ¡Buena comida de Pascua y hasta la vista!

Francisco

Santa Misa del Domingo de Resurrección presidida por el Papa Francisco, 21-4-2019

Papa Francisco en homilía de la Vigilia Pascual, 20-4-19: «Jesús vive hoy y es esencial volver a un amor vivo con Él, con el corazón»

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