Reza el viacrucis de Jerusalén reviviendo las últimas horas de la vida de Jesús en los santos lugares / Meditaciones de Fr. Francesco Patton, ofm, Custodio de Tierra Santa

Camino Católico.- Rezar el viacrucis en Jerusalén es una experiencia única y especial. A los peregrinos de todas partes del mundo se les da la oportunidad de hacer memoria viva de todo lo que Jesús vivió en las últimas horas de su vida, recorriendo sus pasos por las calles donde todo comenzó.

El viacrucis, en el sentido actual del término, se remonta a época medieval. El resurgir de las peregrinaciones comenzó a partir del siglo XII y con la presencia estable, desde 1233, de los frailes menores franciscanos en los “santos lugares”.

Hoy quien visita Jerusalén puede seguir el recorrido en 14 estaciones, desde el lugar en el que según la tradición Jesús se encontró con Poncio Pilato hasta las últimas estaciones, situadas en la Basílica del Santo Sepulcro, el lugar sagrado de la muerte de Jesús en la cruz y de su resurrección.

Hoy tú también estas invitado a recorrer este camino en oración con el video del Christian Media Center y las reflexiones de Fr. Francesco Patton, ofm, Custodio de Tierra Santa. El texto completo de las meditaciones y oraciones es el siguiente:

Señor Jesucristo,

en tu camino hacia Jerusalén

hasta tres veces quisiste anunciar a tus discípulos

que te dirigías a la Ciudad Santa

donde ibas a encontrar rechazo, condena y muerte,

pero que resucitarías al tercer día.

En el camino también nos has invitado a cada uno de nosotros

a cargar cada día nuestra cruz y seguirte,

nos has recordado que la semilla, para dar fruto,

debe caer en tierra y morir

y nos has hecho entender que solo quien ofrece su vida

entrará contigo en la Vida,

la verdadera, la plena, la santa

la eterna y de eterna comunión en el amor.

Ayúdanos a tomar en serio tu invitación,

para aprender a leer todo a la luz de la Pascua,

y para lograr seguir tus pasos

haciendo de nuestra vida un don,

junto a ti, que con el Padre y el Espíritu Santo

vives y reinas y eres glorificado,

Dios omnipotente, por los siglos de los siglos.

Amén.


PRIMERA ESTACIÓN

Jesús es condenado a muerte

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Pilato les preguntó: «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?». Contestaron todos: «Sea crucificado». Pilato insistió: «Pues, ¿qué mal ha hecho?». Pero ellos gritaban más fuerte: «¡Sea crucificado!».

Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. (Mt 27, 22-23. 26)

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

 

Señor Jesús,

te dejaste procesar y juzgar como un malhechor.

También de esta forma

asumes sobre ti el mal y la injusticia del mundo entero,

así como el mal y la injusticia presentes en mi vida

y en la de cada persona.

Ayúdanos a no juzgar para tampoco ser juzgados.

Ayúdanos a no lavarnos las manos de la injusticia,

para no convertirnos también en cómplices de la injusticia y del mal.

Ayúdanos a poner en tus manos

nuestra injusticia y el mal que hemos cometido,

para poder volver a hacernos justos por ti,

por tu inocencia y tu santidad.


SEGUNDA ESTACIÓN

Jesús carga con la cruz

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Entonces los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: «¡Salve, rey de los judíos!». Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. (Mt 27, 27-31)

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

 

Señor Jesús,

dentro de nosotros acecha la tendencia

a ensañarnos contra el débil y contra el que se equivoca,

pero también contra aquellos que nos parecen demasiado buenos o demasiado santos.

En nuestro interior, como la serpiente a la que alguien pisa la cola,

también estalla una reacción inmediata ante el menor desaire,

ante la mínima palabra que nos ofende,

ante lo que parece menospreciar nuestra imagen.

Tú llevas y sostienes:

a quién te ridiculiza y te golpea,

a quién te azota y te corona de espinas,

a quién te insulta y te disfraza de rey para burlarse,

a quién te carga sobre los hombros una cruz que ciertamente no mereces.

Tú llevas y sostienes también a cada uno de nosotros,

nuestra poca fe,

nuestra esperanza incierta,

nuestra capacidad intermitente de amar.

Tú nos llevas y sostienes,

y deseas darnos, no solo ejemplo,

sino también la gracia y la capacidad de actuar como tú.


TERCERA ESTACIÓN

Jesús cae por primera vez

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Él soportó nuestros sufrimientos

y aguantó nuestros dolores;

nosotros lo estimamos leproso,

herido de Dios y humillado;

pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,

triturado por nuestros crímenes.

Nuestro castigo saludable cayó sobre él,

sus cicatrices nos curaron. (Is 53, 4-5).

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

Señor Jesús,

sabemos lo que significa caer,

y caemos por muchas razones,

a veces caemos en un momento de falta de atención,

a veces porque una carga pesada nos arrastra al suelo,

a veces caemos porque tropezamos con un obstáculo

o porque alguien nos hace caer,

a veces nos metemos solos, voluntaria y estúpidamente,

en situaciones que nos hacen caer.

Tú caes bajo el peso total de nuestras caídas

y de las caídas de toda la humanidad desde Adán.

Tú caes para poder hacerte cargo de lo que nos aplasta.

Tú caes para levantarnos y darnos de nuevo esperanza.

Gracias, Señor Jesús.


CUARTA ESTACIÓN

Jesús se encuentra con su Madre

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción — y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones». Su madre conservaba todo esto en su corazón. (Lc 2, 34-35. 51)

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

Señor Jesús,

María, tu madre, te llevó al templo de Jerusalén

cuando solo tenías unos días, para presentarte al Padre,

temprana profecía de una vida ofrecida por amor,

en la que ella misma participaba.

Ahora te encuentra en el camino hacia la cruz,

en el camino hacia el pleno cumplimiento de aquella profecía,

que será el regalo de amor de toda tu vida,

hasta la última gota de sangre,

hasta el último aliento.

La que te dio la vida,

está a tu lado en el momento de entregar la vida.

La que te dio la vida,

está – ahora – junto a cada uno de nosotros,

es nuestro apoyo maternal al dar la vida.


QUINTA ESTACIÓN

Jesús es ayudado por el cireneo

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a llevar su cruz. (Mt 27, 32).

Entonces decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. (Mt 16, 24).

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

Señor Jesús,

Simón de Cirene no es un voluntario

que te echa una mano para llevar la cruz,

es un hombre obligado,

tras la fatiga de un día trabajando en el campo.

También a nosotros nos surge, a veces,

el privilegio de ser llamados para llevar contigo

el peso del sufrimiento de nuestro prójimo.

Al principio quizá a regañadientes,

porque ya tenemos bastante

con nuestras fatigas y nuestras cruces.

Después, poco a poco, descubriendo que es un regalo

poder hacer contigo este tramo del camino,

que dará un sentido nuevo a nuestro caminar,

a nuestro cansancio cotidiano,

a nuestro dar la vida.


SEXTA ESTACIÓN

La Verónica limpia el rostro de Jesús

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Sin figura, sin belleza.

Lo vimos sin aspecto atrayente,

despreciado y evitado de los hombres,

como un hombre de dolores,

acostumbrado a sufrimientos,

ante el cual se ocultaban los rostros. (Is 53, 2-3)

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

Señor Jesús,

en el rostro y la mirada de cada hombre

se encierra la esencia de su alma

y el resumen de su vida.

En tu rostro y tu mirada

están contenidos el rostro y la mirada del Dios invisible,

herido e incrustado de polvo y sangre,

para irradiar sobre nosotros la misericordia y la paz.

Diste a la Verónica

tu primera y verdadera imagen,

para ser venerada de forma existencial,

para dejar que también nosotros recreemos tu imagen.


 

SÉPTIMA ESTACIÓN

Jesús cae por segunda vez

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

No tenemos un sumo sacerdote

incapaz de compadecerse de nuestras debilidades,

sino que ha sido probado en todo,

como nosotros, menos en el pecado. (Hb 4, 15)

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

 

Señor Jesús,

¿qué significa ser solidario y compartir?

Tú nos lo has mostrado:

significa rebajarse hasta nuestra condición humana,

experimentar y sentir lo que nosotros padecemos,

en nuestra humanidad y fragilidad,

en todos los aspectos,

hasta el fondo,

excepto el pecado.

Al rebajarte nos ensalzas,

y al encogerte nos revelas nuestra verdadera grandeza;

al caer nos levantas de todas nuestras caídas,

incluso del pecado.

Gracias, Señor Jesús.


OCTAVA ESTACIÓN

Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”… porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?» (Lc 23, 27-29. 31)

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

Señor Jesús,

cuántas madres siguen llorando

sobre ellas mismas y sobre sus hijos,

según tu profecía,

en los países devastados por la guerra, la injusticia y el hambre,

pero también en aquellos igualmente devastados

por el espejismo de paraísos artificiales

y por la cultura del desecho.

Consuela tú a todas las madres

que ya no tienen lágrimas,

para que puedan ser de nuevo ellas las que consuelen.

Y danos también a cada uno de nosotros un corazón maternal

para devolver la humanidad a nuestro mundo.


NOVENA ESTACIÓN

Jesús cae por tercera vez

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.» (Mt 11, 28-29)

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

Señor Jesús,

la tercera caída es la que hace vislumbrar la meta

y así nos recuerdas que no importa

cuántas veces caemos

sino cuántas veces nos dejamos levantar por ti

para caminar sobre tus pasos hasta el final,

hasta el momento en que todo se cumple, junto a ti.

Nos vuelves a poner en pie,

volvemos a caminar

tal vez caeremos de nuevo,

pero de nuevo nos animas a volver a levantarnos,

para escalar la montaña sagrada,

donde todo se cumple, junto a ti.

Gracias, Señor Jesús.


DÉCIMA ESTACIÓN

Jesús es despojado de sus vestiduras

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca». Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». (Jn 19, 23-24)

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

Señor Jesús,

el primer hombre, creado a tu imagen y semejanza,

estaba desnudo en el jardín del Edén, sin vergüenza,

hasta el día en que tuviste que darle un vestido

para protegerle del miedo y de su propia fragilidad.

Ahora tú eres desnudado,

es un gesto que manifiesta el deseo de humillarte

y privarte de tu dignidad.

Sin embargo, tú te desnudas

para cubrir a cada uno de nosotros con un vestido nuevo,

con tu túnica tejida de una pieza,

con una dignidad que no hemos merecido

y que ya nadie podrá arrebatarnos.


UNDÉCIMA ESTACIÓN

Jesús es clavado en la cruz

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte.

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso». (Lc 23,33-43)

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

Señor Jesús,

acuérdate de mí cuando estés en tu Reino

y haz que también se abran para mí, hoy,

las puertas de tu Paraíso,

para mí que todavía llevo las heridas del pecado,

para mí que todavía encuentro difícil fiarme y confiar,

para mí que querría bajar de la cruz

en lugar de quedarme, justamente, a tu lado.

Señor Jesús,

continúa intercediendo por nosotros, pecadores,

que ni siquiera sabemos lo que hacemos,

y pide al Padre

que, acogiendo la ofrenda de tu vida,

haga descender sobre nuestra inconsciente humanidad

su misericordia y su perdón.


DUODÉCIMA ESTACIÓN

Jesús muere en la cruz

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Fueron los soldados, [ ] pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. (Gv 19, 28-30.33-34)

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

Señor Jesús,

cuando pides beber

es porque quieres apagar nuestra sed.

Ya se lo dijiste a la samaritana.

Ahora que todo está cumplido,

ahora que estás a punto de darle sentido a la historia,

ahora que tu encarnación llega a su fin,

ahora abres para nosotros una nueva fuente.

De tu flanco brota agua y sangre,

un río que purifica, sacia la sed y sana;

una fuente abierta que seguirá manando

por toda la eternidad

y hace del Gólgota el corazón de la Jerusalén celeste.


DECIMOTERCERA ESTACIÓN

Jesús es bajado de la cruz

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo… Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. 58 Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. (Mt 27, 55. 57-58)

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

Señor Jesús,

tu cuerpo inerte es bajado de la cruz,

mientras tu Palabra eterna e inmortal

desciende al abismo de la muerte.

José, Nicodemo y las mujeres,

recomponen rápidamente tus miembros sin vida

mientras tu Palabra eterna e inmortal

ya está empezando a despertar de la muerte

a la humanidad de los orígenes y a toda la creación.

Parece que la muerte había prevalecido,

pero tu Palabra eterna e inmortal,

semilla divina enterrada en nuestra historia,

ya está germinando.


DECIMOCUARTA ESTACIÓN

Jesús es colocado en el sepulcro

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi,

quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en su sepulcro nuevo que se había excavado en la roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María la Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro. (Mt 27, 59-61)

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

Señor Jesús,

durante nueve meses te protegió el vientre de María,

cuando atravesaste el umbral

que separaba la eternidad del tiempo

y te hiciste carne.

Ahora, durante tres días te protege el vientre del sepulcro,

antes de que atravieses para siempre

el umbral que separa nuestra vida mortal

de la plenitud de vivir en Dios

para hacer renacer en Él,

para siempre,

toda nuestra humanidad.

Depositamos sobre la piedra desnuda,

junto a tu cuerpo sin vida,

también nuestra muerte humana,

cada angustia, miedo y turbación,

cada lágrima y cada grito.

Y velamos en silencio.


 

Situémonos idealmente dentro del edículo del Santo Sepulcro en Jerusalén, en el lugar que recibió físicamente el cuerpo de Jesús desde la tarde del Viernes Santo hasta la mañana de Pascua y le vio pasar de la muerte a la resurrección. Detengámonos durante unos instantes en silencio, en actitud de adoración. Entonces, oremos:

Señor Jesús,

apoyo las manos y la frente

sobre esta losa de mármol

que cubre y preserva la roca

en la que tu cuerpo probó,

durante tres días, la experiencia humana

de despedir la vida y morir

entregados al misterio supremo.

 

Sé que aquí has atravesado el umbral

para entrar en la oscuridad de la nada,

en la angustia de vivir apenas

la breve jornada de la hierba,

en nuestro destino de muerte.

Sé que aquí, entre la noche y el amanecer,

levadura de eternidad en el tiempo,

has disuelto la muerte para siempre,

para llevarnos finalmente de vuelta al Padre,

que es matriz y destino de todo.

 

Apoyo las manos y la frente

sobre esta losa de mármol,

me arrodillo y beso la piedra

y siento que aquí puedo creer,

que puedo fiarme y confiar,

que aquí puedo alcanzar la esperanza de eternidad

en el amor más fuerte que la muerte.

Amén

Fr. Francesco Patton, ofm

 Custodio de Tierra Santa

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