Sonsoles Martín, 23 años, sufre depresión pero ha descubierto el amor de Cristo: «Dios me ha salvado de esa muerte en vida»

* «Porque físicamente Dios no viene y te dice: ‘Aquí estoy. ¡Curada!’ ¡Ojala! Nunca sabes, porque Jesucristo lo ha hecho y sigue haciéndolo. En mi caso lo ha hecho pero con otros medios, con personas con ángeles de la guarda en esta tierra. Y ahí es donde cambia, cuando te dejas tocar por Dios y por las ayudas que te va prestando, aunque tú en ese momento no te des cuenta que es Dios»

Camino Católico.-  ¿Eres feliz? Sonsoles Martín podría responder fácilmente que “No” a esta pregunta tan incómoda… pero no lo hace. Sufre una depresión que al principio le impedía realizar las tareas más básicas, y aún hoy le supone una cruz, pero no se considera infeliz, porque en medio de su enfermedad ha descubierto el amor de Jesucristo en los demás. “Hoy puedo decir que Dios me ha salvado de esa muerte en vida”, asegura en un vídeo testimonial de la ACdP. Este es su testimonio en primera persona:

A Sonsoles Martín Dios le puso personas para que la ayudaran, guiaran y amaran
Dios me fue regalando personas que me fueron guiando

Soy Sonsoles Martín y tengo 23 años. Llegó un momento que yo empecé a sentirme incapacitada porque no puedo estudiar, me cuesta levantarme de la cama, me cuesta salir de mi casa y porque tengo miedo a todo.

Sonsoles Martín

Cogí a mi madre y le dije: ‘mamá no sé qué me está pasando, no puedo hacer mi vida’. Fui al psiquiatra y me diagnosticó una depresión. Esta enfermedad lo que tiene es que tu cerebro no funciona bien y el médico me dijo que tenía que tomar una medicación. Y eso también me resultó muy duro porque yo me sentía muerta en vida y no valía nada.

A pesar de haber conocido a Dios esta enfermedad también me consumía al mismo tiempo. Claro, tenía que conciliar esta enfermedad con mi vida ahora, cómo vivir con esto.

Pero ya cuando Dios está en tu vida, tiene un sentido, y tienes un sitio donde volver y por donde seguir caminando, no te sientes del todo perdida. Durante este periodo duro en el que empecé con medicación y a intentar un poco asimilar y conciliar mi vida con esta enfermedad, Dios me fue regalando personas que me fueron guiando en cada momento. Yo sola no podía.

Sonsoles Martín con unas amigas

Porque físicamente Dios no viene y te dice: ‘Aquí estoy. ¡Curada!’ ¡Ojala! Nunca sabes, porque Jesucristo lo ha hecho y sigue haciéndolo. En mi caso lo ha hecho pero con otros medios, con personas con ángeles de la guarda en esta tierra.

Y ahí es donde cambia, cuando te dejas tocar por Dios y por las ayudas que te va prestando, aunque tú en ese momento no te des cuenta que es Dios. Me ayudaba hasta el punto de tener que levantarme de la cama físicamente y ayudarme a poder ducharme. No podía ni ducharme. Me echaba a llorar cuando pensaba que tenía que ir a la universidad, duchar, desayunar o cualquier otra cosa. Cualquier acción en mi vida era una tristeza y una carga enorme.

Tenía esos ángeles de la guarda que me levantaban físicamente y espiritualmente, que me empujaban a decir que podía con la vida, que valía, que era importante no sólo para Dios sino para el mundo, que mi vida tenía un sentido aquí.

Sonsoles Martín con otras amistades

Y tener ese apoyo constantemente en tu casa, la verdad es que si no es de Dios no es de otra cosa. Es de un amor que no es de este mundo. Y esto a mí me ha regalado momentos en mi vida de amor, de sentirme abrazada por Dios.

Pero con el ruido del mundo muchas veces se te olvida y necesitas de esas personas que te lo recuerden y ayuden a potenciar esa ambición espiritual, que en el fondo tengo por mi situación, por mi enfermedad, y que yo muchas veces no lo puedo ver en momentos de oscuridad en el día a día. Esas persona son las que saben qué consejos darte, qué compromisos ponerte y qué cosas hacer para al final poder llevar mi cruz.

Porque la vida es cruz también y uno tiene que aprender a llevar sus cruces y no lo puedo hacer sola. Jesús necesitó de personas para llevar su cruz y yo necesito de personas para cargar mi cruz que me enseñen a llevarla y aprender a vivir con ella.

A día de hoy sigo con medicación y estoy muy agradecida. Soy feliz porque me siento querida, amada en todos los aspectos y puedo amar. Puedo decir que Dios me ha salvado de esa muerte en vida.

Sonsoles Martín

Publicado originalmente en Camino Católico en abril de 2022


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