Testimonio de Jennie Stone, la interlocutora, en la JMJ, del matrimonio que salvó la vida a su bebé después de acudir a una clínica abortiva frente a la que rezaban jóvenes irlandeses

“Pregunté tan compasivamente como era posible si ellos estaban allí para practicarse un aborto. Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas y ella entró. El hombre, sosteniendo la silla de paseo, se volvió hacia mí y dijo: “Te digo sí, estamos aquí para abortar”. Le rogué que le dijera a su esposa que nosotros estábamos afuera por ellos, que los amabamos y que haríamos lo que fuese necesario para ayudarles a salir”

1 de septiembre de 2011.- (Jennie Stone / Notifam / Live Action)  La semana pasada tuve la oportunidad impresionante de asistir en Madrid a la Jornada Mundial de la Juventud y el privilegio de conocer parte del  equipo de Live Action. Yo no sabía que las bendiciones que Dios derramaría sobre mí no terminarían allí. De hecho, hacia el final de una vigilia de oración pro-vida a la que asistí, Lila fue en realidad a la clínica con la literatura pro-vida para dársela a cualquiera que estuviera adentro. Se las arregló para poner toda la literatura sobre las mesas, en el baño y en el escritorio del médico: ¡eso sí que es valiente!

La única persona dentro de la clínica era una trabajadora, pero Lila y yo decidimos dejar una nota con el número de un centro de embarazo que podría ayudarla a encontrar un nuevo puesto de trabajo, y para hacerle saber que estamos ahí para ella también, y no sólo para ayudar a las mujeres embarazadas. Junto con la nota, dejamos varias rosas blancas para ella en el patio del edificio.

Esta misma clínica fue muy discreta. Tal vez el hecho que en su ventana, en la que detalla alrededor de 10 diferentes servicios que proporciona, aunque convenientemente ignora los “servicios” de aborto, hace que sea fácil pasar de largo sin pensarlo dos veces.

Al igual que la mayor instalación de aborto en Madrid, Dator, la clínica en la que oramos, está abierta las 24 horas del día durante toda la semana, incluyendo la Navidad. Esa tarde, Youth Defence [Defensa de la Juventud] de Irlanda organizó una vigilia de protesta. Afortunadamente, no parecía un día muy ocupado, pero no tengo ni idea de cuál es el número típico de la clientela que concurre diariamente.

Los policías daban vueltas a nuestro alrededor como buitres. Yo era una de las pocas personas que hablaba español, por eso era la mujer a la que podían acudir cada vez que tenían algo que decir. También significaba que yo sería la asesora de acera para las mujeres que entraran a la clínica.

Asesoramiento en la acera en inglés con una mujer pensando en abortar es sumamente difícil. Pensé para mis adentros: “¿cómo voy a encontrar las palabras en español para convencer a una mujer que permita vivir a su hijo no nacido cuando está tan dispuesta a abortar? Especialmente cuando tengo a lo sumo 10 segundos para hacerlo?”. Pero para nada he estado estudiando el idioma desde que tenía diez años de edad. Yo no había pasado dos meses inmersa en la cultura de España a cambio de nada. En el libro de Mateo se nos dice que cuando llegue el momento de proclamar el mensaje de Dios, no van a ser nuestras palabras, sino que Él hablará a través de nosotros (Mt 10, 19-20). Yo confiaba que pasaría lo  mismo cuando fuese el momento de hablar también en español.

Protesta juvenil en clínica de aborto

No mucho tiempo después de nuestra llegada, se acercó a la clínica una pareja joven con una niña en un cochecito. Me apuré para llegar a ellos y les pregunté, en español, si podía ayudarles de alguna manera. Los dos me miraron vacilantes. Pregunté tan compasivamente como era posible si ellos estaban allí para practicarse un aborto. Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas y ella entró. El hombre, sosteniendo la silla de paseo, se volvió hacia mí y dijo: “Te digo sí, estamos aquí para abortar”. Le rogué que le dijera a su esposa que nosotros estábamos afuera por ellos, que los amabamos y que haríamos lo que fuese necesario para ayudarles a salir.

En ese momento el médico se acercó a la puerta y me dijo enojado que me alejara de ellos. “Vete a la iglesia ¡Quítate de aquí!”. Lo dijo enojado (sí, hay una iglesia al otro lado de la calle. También hay un pequeño parque infantil cruzando la calle, frente al establecimiento. ¿No es irónico?).

El hombre había tomado la literatura que le ofrecí y entró. Desalentada, me dirigí de nuevo a la esquina donde estaba parada, así los policías no tendrían que preocuparse por estar yo demasiado cerca de la puerta del centro de aborto. Les dije a las otras personas que rezaban que tuvieran especialmente a esa joven familia en sus oraciones, porque estaban allí para un aborto. Me quedé mirando las instalaciones, pensando en la niña cuyo hermano estaba destinado a morir.

Pero unos diez minutos después los tres volvieron a salir. Ansiosa, me acerqué de nuevo a ellos, preguntando si todo estaba bien. El hombre se volvió hacia mí y dijo: “No queremos hacerlo” (¡Ellos no querían hacer el aborto!). Frenando mi entusiasmo y manteniendo la calma, los conduje a través de la calle.

Intercambiamos los números de teléfono, cuando me dijo que ellos sentían que con los tiempos difíciles de la economía española no podían mantener otro bebé. Les hice saber que íbamos a entrar en contacto con un centro de embarazo para ellos, y que podrían conseguir la ayuda que necesitaban. Le pregunté a la mujer en qué punto del embarazo estaba, y me dijo que de tres meses. Le expliqué en español que su hijo parecía tuviera un latido del corazón, y que las funciones corporales estaban presentes. Después, llamé a un centro de embarazo local y les hice saber que había una familia aquí que iba a necesitar ayuda, y la familia siguió su camino sabiendo que iba a recibir la ayuda de un centro que realmente se preocupa por su bienestar y que no está interesado en tomar su dinero y la vida de su bebé.

Después que Lila ingresó con valentía a la clínica para distribuir literatura pro-vida, dirigió el rezo de una decena del rosario antes que terminara la vigilia. Se salvó una vida, y el corazón de un trabajador fue tocado por la esperanza. Consideramos que éste es un día de victoria.

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