Mario St. Francis, evangelizador: “Vivo de la Providencia”

*"A todos los que escuchan mis predicaciones les digo: “¡Nunca duden del poder de la oración!”."
*"No hace falta ser mejor para regresar a Él. Basta con decirle: “Aquí estoy, Padre. A ti me ofrezco, a ti me doy”. En el amor de Dios se colma el deseo que todos tenemos de ser amados."
1 de agosto de 2009.-
Nació en una familia cristiana y se educó en colegios
católicos. Fue en la adolescencia cuando Mario se deslizó por una pendiente de desenfreno que le llevó a pensar que no tenía perdón de Dios, que de perdidos al infierno. Antes de cumplir los veintidós, reinaba en las discotecas, las pasarelas de moda y las portadas de las revistas. Pero, por más que lo intentaba, no podía vivir de espaldas a los valores en los que había sido criado, que le martilleaban la conciencia. Hasta que conoció a una chica que, sin ella pretenderlo, le llevó de vuelta a la fe católica.

(Gonzalo Altozano /Alba) -Aquella novia le acercó a Cristo y, paradójicamente, le alejó de la Iglesia.
-Ella era protestante y sus ideas negativas sobre el catolicismo influyeron en mí.

-¿En qué sentido?
-Entablé un combate con la fe de mis padres, la católica. Me preguntaba por qué los cristianos teníamos que preocuparnos por las cosas externas (los sacramentos, la Virgen…), en vez de relacionarnos directamente con Cristo.

-Figura por la que empezó a sentirse cada vez más atraído, ¿no?
-Tanto, que dejé mi trabajó de modelo por considerarlo lleno de falsos valores. Por eso me mudé a Pittsburg, donde estudié para fisioterapeuta.

-¿Ahí fue su vuelta al catolicismo?
-El primer día de clase conocí a un profesor que se declaraba públicamente católico. Enseguida entablamos amistad y un día me invitó a la iglesia, a la charla de un sacerdote.

-Cuenta que al retiro fue con lápiz y papel.
-¡Como buen protestante!

-Y que se sentó en la última fila.
-¡Como buen católico!

-Sin embargo, al día siguiente ocupó los primeros bancos.
-Todo lo que dijo el Padre Larry -así se llamaba el cura- me llegó al corazón, como una espada de doble filo.

-¿Qué fue lo que más hondo le caló?
-La parábola del hijo pródigo.

-¿Qué más?
-Que Dios es el Buen Pastor, que deja a su rebaño y va en busca de la oveja perdida.

-Aquello le reconfortó.
-Me sentí aceptado tal como era y llamado a algo grande: servir a Dios. Dios me quería con infinito amor. ¡Se abría una nueva esperanza!

-Y por primera vez en años se confesó.
-Entré en el confesionario llorando, con el dolor de haber cometido la mayor de las ofensas: rechazar durante años el perdón de Dios, cerrar mis oídos a su voz.

-¿Y cómo salió?
-Con la certeza de que tenía que iniciar una nueva vida. ¡Y con tanta paz…!

-¿Se lo dijo a su familia?
-En cuanto llegué a casa, les llamé para decirles que les amaba. Uno de mis hermanos pensó que estaba a punto de tirarme por un puente, que me había vuelto loco.

-¿Usted qué le dijo?
-Que sí, que estaba loco… loco de fe.

-Su hermano le confesó que el día anterior había rezado por usted.
-”No me vas a creer -me dijo-, pero ayer fui a la iglesia, encendí una vela por ti y le pedí a Jesús que te ayudara a cambiar de vida”.

-Y cambió, cambió.
-A todos los que escuchan mis predicaciones les digo: “¡Nunca duden del poder de la oración!”.

-¿Por qué?
-Porque hasta el más grande pecador puede, con la gracia de Dios, ser una persona de fe. Que Dios nos quiera mejores no quiere decir que no nos quiera
como somos.

-¿Qué quiere decir?
-Que no hace falta ser mejor para regresar a Él. Basta con decirle: “Aquí estoy, Padre. A ti me ofrezco, a ti me doy”. En el amor de Dios se colma el deseo que todos tenemos de ser amados.

-La locura de la que hablaba hizo que lo abandonara todo.
-El Evangelio dice que quien lo deja todo y le sigue a Él, recibirá más en la vida eterna. Como ve, pura economía.

-¿Pura economía?
-Ya no buscaba las ganancias terrenales, sino invertir mis ‘talentos’ en el cielo. Porque ¿de qué te sirve ganar el mundo si pierdes el alma?

-O sea, que pasó de ser un picaflor…
-A ser pescador de hombres.

-¿En qué consiste su misión?
-En ir hasta las esquinas del mundo llevando la buena noticia de Cristo.

-¿De qué medios se vale?
-Cine, televisión, vídeo, internet… Algunos me llaman el tecno-misionero.

-¿Únicamente busca llegar a los jóvenes?
-Quiero llegar al mayor número de personas, sin importarme la edad; siempre que se me necesite y sea a mayor gloria de Dios.

-¿Y cuáles son los puntos sobre los que descansa su vida espiritual?
-La unión a María Santísima, la adoración eucarística y la fidelidad al Magisterio de la Iglesia.

-Recorre el mundo con una mochila.
-Y de la gran mano de Dios.

-No tiene casa ni coche ni dinero. ¿De qué vive?
-De la Divina Providencia. Me he ofrecido a Dios totalmente; confío en que Él se haga cargo de mi vida.

El testimonio en 3 vídeos de Mario St francis:

Mario Herrera, actor, al conocer a Cristo se convierte en Mario St Francis, misionero evangelizador

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