Corwin Low triunfó sin fe en IBM y Microsoft… y hoy los evangeliza como sacerdote dominico: «Vi un crucifijo e iconos y me pregunté: ‘¿Por qué Dios nunca obra en mí?’»

* «En 1999, llevé a mi abogado, dos de sus hijos y su suegro a un viaje a Roma. Fue entonces cuando descubrí que hay dos tipos de personas que viajan allí: turistas y peregrinos. No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que yo era el turista y que ellos eran en gran medida peregrinos. “¿Qué obtenían de su viaje que yo no aprovechaba? ¿De dónde procedía este gozo más profundo? Esas preguntas fueron respondidas cuando decidí tomarme  tres meses sabáticos que se convirtieron en 13 meses y me fui a Roma. Trabajaba en el Vaticano pero no era católico, y mis credenciales eran mi libro ‘Internet Starter Kit’. Recibí innumerables gracias y milagros. Y era lógico: era el año 2000, el año del jubileo. Y entonces conocí a los dominicos. Fue por casualidad. Providencia en realidad. Empecé a ir a la oración de la mañana y la misa y aunque no recibía la comunión me intrigaba esa oración comunitaria. La hice parte de mi»

A.L.M. / Camino Católico.-  Corwin Low se convirtió en un «adicto al trabajo» y consideró que la fe no era una prioridad. «Podía hacer todo lo que quisiera, ir donde quisiera, fijar mi horario… entonces surgieron las preguntas importantes: ¿Por qué no era feliz? ¿De qué se trataba esta vida? Lo tengo todo, ¿y ahora qué? ¿Sigo ganando más dinero del que quiero o necesito?», explica al National Catholic Register . Había conseguido su éxito profesional trabajando en Silicon Valley, trabajando para IBM y Microsoft, entre otros. Sin embargo. Fue su abogado quien lo llevó con su testimonio a abrazar la fe católica y sentir la llamada de Dios al sacerdocio.

El best seller del padre Low, «Internet Starter Kit», se sigue vendiendo por Amazon 30 años después de su publicación

“Fui criado como presbiteriano, y íbamos a la iglesia sin falta todos los domingos. A mis padres les preocupaba mucho que mis tres hermanos y yo estuviéramos imbuidos de buenos valores morales y éticos. También querían darnos las herramientas que eran necesarias para ayudarnos a salir adelante. No había duda de que iríamos a la universidad y obtendríamos títulos que nos ayudarían en nuestras carreras. Estudié ingeniería eléctrica e informática. En la universidad, no es que abandoné mi fe en la razón; como tantos otros de mi edad, simplemente lo abandoné en la práctica”, asegura Low.

Inició su vida laboral en la década de los 90 trabajando dos años para IBM en Florida, luego en Seattle para Paul Allen, fundador de Microsoft con Bill Gates y, tras un espacio de tiempo como ingeniero de infraestructuras de redes, volvió con Allen, donde contribuyó a crear el Internet como hoy se conoce en lugares tan icónicos como Hawái, Los Ángeles, Londres o Seattle. Pronto se decidió por dar el salto a fundar su propia compañía y aprovechar el impulso cada vez mayor de Internet.

Contrató a un socio para desarrollar su nuevo proyecto y en ese momento le pidieron colaborar en un libro pionero en torno a las dificultades y retos de la web, “Internet Starter Kit for Windows 95”. Hoy podría parecer antediluviano, pero en 1995 fue toda una revolución y sus ventas se contaron por cientos de miles: treinta años después se sigue vendiendo en Amazon.

Conocer a su abogado le abre el camino para

Con las ganancias obtenidas fundaron nuevos proyectos informáticos y el éxito llegó al punto de que recibieron ofertas de compañías de la lista Fortune 500, el equivalente a la lista Forbes pero aplicada a empresas. Y aquí es donde se hace las preguntas vitales al darse cuenta que no era feliz y ante su convencimiento de que «más dinero» no iba a hacerle más feliz de lo que ya era: «Estaba atascado».

Corwin Low relata en este punto su momento clave que le llevó a una profunda transformación, cuando en 1994 conoció en persona a su abogado:

“Mi abogado de propiedad intelectual,  que es un católico muy fiel, me introdujo en la fe. Específicamente hablando, inició mi camino. Ni siquiera lo había conocido en persona hasta 1994. Durante los dos años anteriores, hacíamos todo por teléfono. Todo eso cambió cuando los contratos comenzaron a llegar y comenzaron a ser complejos. Recuerdo cuando entré a su oficina, por primera vez, y vi un crucifijo y algunos iconos en su estantería. Le hice una pregunta retórica como: ‘¿Qué es esto?’ Él dijo que era para recordarle a diario quién está a cargo. Eso me impactó profundamente. Nada sucedió de la noche a la mañana, llevó tiempo. Por mis propios antecedentes siendo criado como protestante, sus palabras tocaron. ¡Son ciertas! Y me pregunté: ‘¿Por qué Dios nunca se ha presente en mi vida de forma constante? ¿Por qué no obra en mi vida?’

Durante los siguientes cinco años al profundizar la relación con mi abogado y su familia, me di cuenta de que las cosas más importantes en su vida eran su fe, luego su familia y por último su trabajo, en ese orden. La mayoría de la gente no tiene ese conjunto de prioridades. Pero vi que esto funcionaba bien en su vida, dándole una verdadera paz y satisfacción que trascendía los altibajos de la semana laboral. Y en mi corazón, sabía que yo también quería eso”.

El padre Corwin Low celebrando una misa en la cima del monte Kilimanjaro en febrero de 2022

La Providencia en un viaje a Roma: Conoce a los dominicos, se hace católico y sacerdote

Un viaje a Roma haría profundizar más en su situación vital a Corwin Low:

Aunque es sacerdote y dominico, Low tiene perfil de Linkedin: como «evangelizador y desarrollador de negocio», lo necesita para llevar la fe a las empresas.

“En 1999, llevé a mi abogado, dos de sus hijos y su suegro a un viaje a Roma. Fue entonces cuando descubrí que hay dos tipos de personas que viajan allí: turistas y peregrinos. No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que yo era el turista y que ellos eran en gran medida peregrinos. “¿Qué obtenían de su viaje que yo no aprovechaba? ¿De dónde procedía este gozo más profundo? Esas preguntas fueron respondidas cuando decidí tomarme  tres meses sabáticos que se convirtieron en 13 meses y me fui a Roma. Trabajaba en el Vaticano pero no era católico, y mis credenciales eran mi libro ‘Internet Starter Kit’. Recibí innumerables gracias y milagros. Y era lógico: era el año 2000, el año del jubileo.

Y entonces conocí a los dominicos. Fue por casualidad. Providencia en realidad. Empecé a ir a la oración de la mañana y la misa y aunque no recibía la comunión me intrigaba esa oración comunitaria. La hice parte de mi», explica.

Finalmente dio el paso, pidió formación religiosa a dos sacerdotes estadounidenses de Roma y un año después, en 2001, fue recibido en la Iglesia dominica Santa Sabina, en Roma, en lo que recuerda como «uno de los días más felices» de su vida.

Ahora Low era católico y aunque no sabía cómo se plasmaría en su vida, sabía que tendría una gran repercusión: «Estaba claro que si tenías fe en Silicon Valley, tenías una vida en casa y otra en el trabajo y que la religión era solo una barrera».

La primera decisión que tomó fue vender su compañía, discernir… e ingresar a los dominicos donde fue ordenado sacerdote en 2014: “Mis asignaciones durante los siguientes ocho años fueron en el ministerio parroquial”.

El padre Corwin Low ha vuelto ahora a las grandes tecnológicas para compartir los valores del evangelio y mostrarlos con sutestimonio a quienes trabajan en esas empresas

De las parroquias a evangelizar en las empresas tecnológicas

Como sacerdote, siempre tuvo el presentimiento de que su «carrera» en las grandes tecnológicas no había terminado, solo cambiado. Si alguien sabía que los empleados de esas compañía «necesitaban mucha más ayuda de la que se les estaba dando» era él, pero veía como la Iglesia no disponía de buenas herramientas para hacerlo.

Fue así como se ofreció a sus superiores para llevar el Evangelio al mundo de los negocios y la tecnología. Pasaban los años sin respuesta y aunque Low no renunció a ese sueño, le sorprendió cuando recibió una llamada de su superior: “Mi provincial me llamó a fines del año pasado y me dijo: ‘Es hora de que regreses a la industria tecnológica’”.

Low no podía creerlo. Era consciente de la pérdida de influencia y fieles en la Iglesia, de que «había que hacer algo al respecto» y «cambiar los esfuerzos evangelizadores», pero no que él sería la primera línea de evangelización en las grandes tecnológicas.

Lo cierto es que no había muchos como él para cumplir la misión. Él tenía los conocimientos empresariales, también los académicos, experiencia en el ámbito comercial, directivo y de inversión… No había otro como Low que pudiese hablar aquel «idioma». «Entiendo sus preocupaciones y por mi conversión era la prueba viviente de que existe un camino a la felicidad que no se puede alcanzar con bienes materiales», comenta.

El padre Corwin Low evangelizando en las grandes tecnológicas

Evangelizar las empresas tecnológicas con paciencia,  gracia y caridad

Conforme se preparaba, Low comprendió que las últimas dos generaciones no es que rechacen la fe, sino que directamente no la conocen en absoluto. No se trataba de convencer de las verdades de la fe… sino de descubrirlas. Por eso, la primera medida evangelizadora que toma al llegar a una empresa -y dice que muchos pueden aplicar casi todas las que propone- es allanar el camino. Low sabe mejor que nadie que los empleados de estas empresas «también necesitan a Cristo», pero «deben estar listos para recibirle», por eso la «paciencia, la gracia y la caridad» son cruciales.

Su objetivo inicial es «que nuestro trabajo lleve a las personas a decir `cuéntame más´ y ahí comenzar a desarrollar la fe de forma más específica». Es decir, lo mismo que hizo su abogado con él. Después, considera fundamental que en el empleo se expongan los símbolos de fe. En su caso, su hábito dominico le acompaña allá donde vaya.

«Te sorprendería la cantidad de veces que la gente ha preguntado por ello solo por curiosidad. No tienen las barreras de las generaciones anteriores… Si los piercings y tatuajes son habitualesmi hábito es como una insignia de honor, es contracultural y eso resuena en el entorno tecnológico», admite.

«Te sorprendería la cantidad de veces que la gente ha preguntado por mi ropa solo porque tienen curiosidad. Es contracultural, y eso resuena en la gente de la tecnología”, dice el padre Low sobre su hábito dominico

¿Y qué hay de quien no sea religioso y sin hábito? Hoy, a sus 56 años, Low considera que evangelizar el entorno laboral no es solo «cosa de curas», sino que todos pueden hacerlo. Lo que para él es el hábito, para los empleados debe ser el crucifijo en el cuello o las imágenes religiosas en el lugar de trabajo.

«Si los católicos no podemos decir que lo somos, no estamos haciendo ningún servicio a la fe ni siendo auténticos con nuestros compañeros», explica. Y lo mismo ocurre con los sacramentales. «Todo eso conduce frecuentemente a nuevas conversaciones y relaciones que de otra manera probablemente no existirían y que necesitamos desesperadamente no solo en la sociedad, sino en el lugar de trabajo, donde podemos pasar entre ocho y diez horas al día. Nadie quiere estar aislado. Después de todo, Dios nos creó para amar», concluye.


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