El Papa en la Audiencia 16-5-18: «La vocación cristiana: caminar en la luz de Cristo y perseverar en la fe»

* «La presencia viva de Cristo, que debemos  proteger, defender y dilatar en nosotros, es la lámpara que ilumina nuestros pasos,  luz que orienta nuestras decisiones,  llama que calienta los corazones para  ir al encuentro del Señor, haciéndonos capaces de ayudar a los que hacen el camino con nosotros, hasta  la comunión inseparable con Él. Ese día, dice también el Apocalipsis, «Noche ya no habrá; no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los alumbrará y reinarán por los siglos de los siglos”»

Video completo de la transmisión en directo realizada por 13 TV de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

* «Estoy muy preocupado por el recrudecimiento de las tensiones en Tierra Santa y en Oriente Medio, y por la espiral de violencia que aleja cada vez más del camino de la paz, del diálogo y de las negociaciones. Expreso mi gran dolor por los muertos y heridos, y estoy cercano con la oración y el afecto a todos los que sufren. Reafirmo que jamás el uso de la violencia conduce a la paz. La guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia. Invito a todas las partes en causa y a la comunidad internacional a renovar el empeño para que prevalezcan el diálogo, la justicia y la paz»        

16 de mayo de 2018.- (CaminoCatólico.com)  El Papa Francisco recordó a los cristianos su responsabilidad como bautizados al haber sido revestidos con las vestiduras blancas de Cristo, que deberán mantener limpias, y al ser portadores de la luz de la salvación que tendrán que llevar a la humanidad.

Durante la Audiencia General celebrada este miércoles 16 de mayo en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre reflexionó sobre el simbolismo de las vestimentas blancas y de la luz de la vela durante el Bautismo.

En su catequesis, el Pontífice indicó que “los efectos espirituales de este sacramento, invisibles a los ojos, pero plenamente operativos en el corazón de quien se ha convertido en una nueva criatura, se hacen explícitos en las vestimentas blancas y en la vela encendida. Son signos visibles que manifiestan la dignidad de los bautizados y su vocación cristiana”.

“¿Qué significa revestirse de Cristo? Lo recuerda San Pablo cuando explica cuáles son las virtudes que los bautizados deben cultivar: ‘Elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de sentimientos de ternura, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de magnanimidad, apoyándoos los unos a los otros y perdonándoos los unos a los otros. Pero por encima de todas estas cosas, revestíos de la caridad que las une de modo perfecto’”.

“Así como la llama del cirio pascual da luz a las velas individuales, la caridad del Señor Resucitado enciende los corazones de los bautizados, colmándolos de luz y de calor. Desde la antigüedad, el sacramento del Bautismo se ha conocido como ‘iluminación’, y los neófitos han sido llamados ‘iluminados’”.

En este sentido, subrayó que “esta es, de hecho, la vocación cristiana: ‘caminar siempre como hijos de la luz, perseverando en la fe’. Si los bautizados son niños, es obligación de los padres, junto con el padrino y la madrina, preocuparse de alimentar la llama de la gracia bautismal en los pequeños, ayudándolos a perseverar en la fe”.

“La presencia viva de Cristo, para ser custodiado, defendido y expandido en nosotros, es una lámpara que ilumina nuestros pasos, luz que orienta nuestras decisiones, llama que calienta nuestros corazones en el ir hacia el encuentro del Señor, haciéndonos capaces de ayudar a los que hacen el camino junto con nosotros hasta la comunión inseparable con Él”. En el vídeo superior de 13 TV se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy concluimos el ciclo de catequesis sobre el Bautismo. Los efectos espirituales de este sacramento, invisibles para los ojos pero que operan en el corazón de quien se ha convertido en una nueva criatura, se hacen explícitos mediante la entrega de la prenda blanca y la vela encendida.

Después del lavacro de regeneración, capaz de recrear al hombre según Dios en la verdadera santidad (cf. Ef 4,24), pareció  natural, desde los primeros siglos, revestir a los nuevos bautizados con una prenda nueva, blanca, a semejanza del esplendor de la vida conseguida en Cristo y en el Espíritu Santo. La vestimenta blanca expresa simbólicamente lo que ha sucedido en el sacramento, y  anuncia, al mismo tiempo,  la condición de los transfigurados en la gloria divina

San Pablo recuerda el significado de  revestirse de Cristo, cuando explica cuáles son las virtudes que deben cultivar los bautizados: «Elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente al otro…Y por encima de todo esto  revestíos de caridad, que es el vínculo de la perfección”. (Col 3: 12-14).

La entrega ritual de la llama tomada del cirio pascual  también recuerda el efecto del Bautismo: «Recibid la luz de Cristo», dice el sacerdote.  Estas palabras recuerdan que nosotros no somos la luz, sino que la luz es Jesucristo (Jn 1, 9, 12, 46), quien, resucitado de entre los muertos, ha vencido las tinieblas del mal. ¡Nosotros estamos llamados a recibir su esplendor! Al igual que la llama del cirio pascual ilumina cada vela, el amor del Señor resucitado inflama los corazones de los bautizados, llenándolos de luz y calor. Y por eso desde los primeros siglos el sacramento del bautismo también se llama «iluminación» y al  bautizado  se le llamaba «el iluminado”.

Esta es ciertamente la vocación cristiana: «Caminar siempre como hijos de la luz, perseverando en la fe» (cf. Rito de la iniciación cristiana de adultos, n. ° 226, Jn 12, 36). Si se trata de niños, es deber de los padres, junto con los padrinos y madrinas preocuparse por alimentar la llama de la gracia bautismal en sus pequeños, ayudándolos  a perseverar en la fe (cf. Rito del bautismo de los niños, n. 73). » La educación en la fe, que en justicia se les debe a los niños, tiende a llevarles gradualmente a comprender y asimilar el plan de Dios en Cristo, para que finalmente ellos mismos puedan libremente ratificar la fe en que han sido bautizados. «(ibid., Introducción, 3).

La presencia viva de Cristo, que debemos  proteger, defender y dilatar en nosotros, es la lámpara que ilumina nuestros pasos,  luz que orienta nuestras decisiones,  llama que calienta los corazones para  ir al encuentro del Señor, haciéndonos capaces de ayudar a los que hacen el camino con nosotros, hasta  la comunión inseparable con Él. Ese día, dice también el Apocalipsis, «Noche ya no habrá; no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los alumbrará y reinarán por los siglos de los siglos»(véase 22: 5).

La celebración del bautismo termina con la oración del Padre Nuestro, propia de la comunidad de los hijos de Dios. En efecto, los niños renacidos en el bautismo reciben la plenitud del don del Espíritu en la confirmación y participan en la eucaristía, aprendiendo lo que significa dirigirse a Dios llamándolo «Padre» .

Al final  de estas catequesis sobre el Bautismo, repito a cada uno de vosotros la invitación que expresé en la exhortación apostólica Gaudete et Exsultate: » Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad. Deja que todo esté abierto a Dios y para ello opta por él, elige a Dios una y otra vez. No te desalientes, porque tienes la fuerza del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en el fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu vida (cf. Ga 5,22-23)”.

(Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:)

Queridos hermanos y hermanas:

La última catequesis sobre el bautismo está dedicada a la vestidura blanca y a la vela encendida, que simbolizan la dignidad del bautizado y su vocación cristiana.

Desde los primeros siglos, los recién bautizados se revisten de una nueva vestidura blanca, para expresar su condición, recibida en el sacramento, de criaturas transfiguradas en la gloria divina. Estamos llamados a preservar esta vestidura «sin mancha hasta la vida eterna», recorriendo el camino de la vida cristiana, cultivando las virtudes y, sobre todo, viviendo la caridad.

El otro símbolo es la vela encendida en el cirio pascual, que indica que la luz procede de Cristo resucitado, de quien recibimos su esplendor y su calor. La vocación cristiana nos impulsa a caminar en la luz de Cristo y a perseverar en la fe. Los padres, como también los padrinos y las madrinas, tienen la responsabilidad de alimentar esta llama bautismal para que los más pequeños vayan creciendo en la fe.

La celebración del bautismo se concluye con el Padre Nuestro, que es la oración de los hijos de Dios. Los niños recién bautizados aprenderán esta oración y lo que significa llamar a Dios Padre dentro de la Iglesia.

Saludo especialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Los invito a poner los medios necesarios para que la gracia del bautismo crezca y fructifique en sus vidas. No se desalienten ante las dificultades y busquen a Dios una y otra vez, porque el Espíritu Santo da la fuerza necesaria para alcanzar la santidad en medio de las circunstancias que les toca vivir cada día.

Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

(El Papa ha dicho al final de la catequesis:)

Un pensamiento especial para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. La oración mariana que entrelaza el tiempo de este mes de mayo, sostenga y motive a cada uno a vivir bien su presencia en la familia y en el ambiente de trabajo, llevando, con el entusiasmo de los discípulos, la alegría de la vida en Cristo.

Estoy muy preocupado por el recrudecimiento de las tensiones en Tierra Santa y en Oriente Medio, y por la espiral de violencia que aleja cada vez más del camino de la paz, del diálogo y de las negociaciones.

Expreso mi gran dolor por los muertos y heridos, y estoy cercano con la oración y el afecto a todos los que sufren. Reafirmo que jamás el uso de la violencia conduce a la paz. La guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia.

Invito a todas las partes en causa y a la comunidad internacional a renovar el empeño para que prevalezcan el diálogo, la justicia y la paz.

Invoquemos a María, Reina de la paz. ‘Ave María’… Que Dios tenga piedad de nosotros.

Francisco

Comentarios 1

  1. A terra Santa é santa porque Jesus ali fez a sua vida pública. nasceu cresceu até aos trinta e cinco anos mais ou menos, aqueles caminhos nos fazem lembrar essas pegadas de Jesus, um Jesus de amor de paz de ternura para connosco! Hoje essa terra é uma terra de violência e guerras, guerras as quais são pelo egoísmo do homem pelo poder, creio que Jesus está muito triste vendo essas terras serem devoradas por os ódios pelas violências das guerras onde morrem os inocentes. Só podemos rezar levantar os olhos ao céu e pedir o auxílio do Senhor! Hoje não compreendo as atitudes da humanidade, pois está tão perversa que não sei como vai ser o futuro das novas gerações porque já vão carregar consigo o ódio das guerras as violências. Amém obrigado

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