El Papa en Santa Marta 9-11-18: «Las iglesias son la casa de Dios y no un mercado: no a la lista de precios para recibir los Sacramentos»

* «Algunas veces yo he visto una lista de precios.  ‘¿Pero cómo se pagan los Sacramentos?’. ‘No, sino que es una ofrenda’. Pero si queremos dar una ofrenda – que deben darla – que la pongan en la caja de las ofrendas, a escondidas, que nadie vea cuánto das. También hoy está este peligro: ‘Debemos mantener a la Iglesia. Sí, sí, sí, verdaderamente’. Que la mantengan los fieles, pero en la caja de las ofrendas, no con una lista de precios. Pensemos en algunas celebraciones de algún Sacramento quizá, o conmemoraciones, donde tú vas y ves: tú no sabes si la casa de Dios es un lugar de culto o un salón social. Algunas celebraciones que se deslizan hacia la mundanidad. Es verdad que las celebraciones deben ser bellas, pero no mundanas, porque la mundanidad depende del dios dinero. Si está el otro señor – el dios dinero – tú eres un idólatra, es decir un corrupto: ya no un pecador, sino un corrupto. El núcleo de la corrupción es precisamente una idolatría: es haber vendido el alma al dios dinero, al dios poder. Es un idólatra»

9 de noviembre de 2018.- (Camino Católico)  Que las iglesias sean “casa de Dios” y no “mercados” o salones sociales dominados por la “mundanidad”. Es la reflexión que el Papa Francisco ofreció durante la Misa matutina. Partiendo del Evangelio de San Juan, propuesto por la liturgia del día (Jn 2, 13-22), el Santo Padre explicó las motivaciones que causan el ímpetu de Jesús, que expulsa a los mercaderes del templo. El Hijo de Dios se siente impulsado por el amor, “por el celo” por la casa del Señor, “convertida en un mercado”.

Los ídolos esclavizan

Al entrar en el templo, donde se vendían “bueyes, ovejas y palomas”, ante la presencia de los “cambistas”, Jesús reconoce que ese lugar estaba poblado por idólatras, hombres dispuestos a servir “el dinero” en lugar de “a Dios”. “Detrás del dinero está el ídolo – destacó el Papa Bergoglio –, ídolos que son siempre de oro. Y los ídolos esclavizan”.

“Esto llama nuestra atención y nos hace pensar cómo nosotros tratamos nuestros templos, nuestras iglesias; si verdaderamente son casa de Dios, casa de oración, de encuentro con el Señor; si los sacerdotes favorecen eso. O si se parecen a los mercados. Lo sé… algunas veces yo he visto – no aquí en Roma, sino en otra parte – he visto una lista de precios.  ‘¿Pero cómo se pagan los Sacramentos?’. ‘No, sino que es una ofrenda’. Pero si queremos dar una ofrenda – que deben darla – que la pongan en la caja de las ofrendas, a escondidas, que nadie vea cuánto das. También hoy está este peligro: ‘Debemos mantener a la Iglesia. Sí, sí, sí, verdaderamente’. Que la mantengan los fieles, pero en la caja de las ofrendas, no con una lista de precios”.

Que las iglesias no se conviertan en mercados

El Pontífice también advirtió acerca de la tentación de la mundanidad.

“Pensemos en algunas celebraciones de algún Sacramento quizá, o conmemoraciones, donde tú vas y ves: tú no sabes si la casa de Dios es un lugar de culto o un salón social. Algunas celebraciones que se deslizan hacia la mundanidad. Es verdad que las celebraciones deben ser bellas – bellas – pero no mundanas, porque la mundanidad depende del dios dinero. También es una idolatría. Esto nos hace pensar, y también en nosotros, acerca de cómo es el celo por nuestras iglesias, el respeto que nosotros tenemos allí cuando entramos”.

El templo del corazón

El Santo Padre reflexionó asimismo sobre la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, aclarando que también el corazón de cada uno de nosotros representa “un templo: el templo de Dios”. Si bien con la conciencia de ser todos pecadores, cada uno debería interrogar su propio corazón para verificar si es “mundano e idólatra”.

“Yo no pregunto cuál es tu pecado, mi pecado. Pregunto si dentro de ti hay un ídolo, si está el señor dinero. Porque cuando está el pecado está el Señor Dios misericordioso que perdona si tú te diriges a Él. Pero si está el otro señor – el dios dinero – tú eres un idólatra, es decir un corrupto: ya no un pecador, sino un corrupto. El núcleo de la corrupción es precisamente una idolatría: es haber vendido el alma al dios dinero, al dios poder. Es un idólatra”.

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