El testimonio de fe de Silvia Linares Romero, joven madre de familia, muerta de cáncer hace un año
* Organizó una fiesta de despedida en la cual dió un mensaje, que publicamos integramente en vídeo. En sus intervenciones durante la grabación afirma: "Amo a mi esposo y a mis hijos, pero amo más a Dios"
29 de septiembre.- Hoy hace un año que murió de cáncer Silvia Linares Romero, una joven madre de familia con dos hijos, que vivió su enfermedad dando testimonio de su fidelidad al Señor. Se despidió de los suyos con una fiesta y un mensaje, que hoy reproducimos en vídeo integramente. En los vídeos escuchamos a Silvia afirmar con aseveración y serenidad: "amo a mi esposo y a mis hijos, pero amo más a Dios". Estas palabras rebosan rios de agua viva del amor de Dios. Ella pidió el milagro de su curación pero aceptó la voluntad del Padre del Cielo con la seguridad que iba a encontrarse con Él y con Cristo cara a cara. Los tres vídeos cuentan el testimonio de Silvia Linares Romero a través de familiares y amigos que vivieron con dolor, pero recibiendo profundas bendiciones, todo el proceso de los últimos meses de su vida. Además publicamos por escrito la experiencia de su hermana religiosa, Laura Linares Romero, rcscj, para que pueda servir de introducción a los vídeos. Toda la historia es un canto a la vida y al amor real que son un regalo de Dios. * Silvia le dijo a su hermana Laura: «Te encargo a mis hijos, cuando sean grandes háblales de Dios… como cuando yo era chica y me enseñaste a conocer a Dios. Yo le pido a Dios que les regale a los dos vocación, que si me toma a mí, él los tome a ellos, que no se aparten de Dios». (Buenas Noticias / Hna. Laura Linares Romero, rcscj) Mi hermana Silvia era la menor de mi familia que consta de cinco hermanas y dos hermanos. Era alegre, de buen gusto, sensible, sencilla, noble y le gustaba mucho cantar y tocar. Estudió Diseño Gráfico. Tenía 34 años de edad y estaba casada con Ricardo, abogado, con el que tenía 2 hijos: Ximena de 5 años y Paulo de 2 años. En octubre del año pasado, tuvo unas hemorragias. Le hicieron estudios y el resultado fue un tumor canceroso. Ella me dijo: «yo ya le dije a Jesús que cuenta con mi sí incondicional como el de María». Otro día, estaba yo en el Messenger y ella se conectó y pude verla con la cámara. Me contó que hacía unos días empezó a sentir comezón en la cabeza y que al tocarse el cabello se le caía como “pelusita”. Entonces les dijo a todos que fueran a ayudarle a que se le cayera todo y me dijo: «¿Quieres verme pelona? Pues mírame, ¿verdad que estoy bonita? jajaja». Luego se sacó una foto pelona y me la mandó. Todo esto ella lo vivía de manera tan natural como si no le pasara nada y como jugando. Bromeaba de todo, hacía que en lo más dramático termináramos riéndonos. Pero en este tiempo ya sólo se mantenía con morfina pues los dolores eran muy fuertes que la hacían temblar como si tuviera párkinson. Cuando en agosto de este año supo que estaba invadida de cáncer y que ya no le harían nada me dijo: «Te encargo a mis hijos, cuando sean grandes háblales de Dios… como cuando yo era chica y me enseñaste a conocer a Dios. Yo le pido a Dios que les regale a los dos vocación, que si me toma a mí, él los tome a ellos, que no se aparten de Dios». Me decía: «Esta enfermedad ha sido ocasión para percatarme de tanto amor que me ha rodeado […] Fíjate que cuando oro, no me atrevo a pedirle que me cure, porque sería como pedirle que me quite la cruz y yo le dije que contaba conmigo. […] Yo creo que Dios necesitaba muchas oraciones y me tomó a mí de pretexto, para que muchos rezaran. Agradéceles a tus monjitas tantas oraciones, no las merezco». Dicen que de sorpresa Ricardo, su esposo, le llevó unos mariachis y que ella se puso feliz, no podía creerlo: ¡lo disfrutó tanto! Luego cada uno fue presentándose y diciendo a que se dedicaba al presente. Grabaron con video la fiesta y ella al final les dijo: «Les quiero dar las gracias a todos, de verdad los quiero mucho… y pues ya todos saben que tengo una enfermedad terminal, y que se haga la voluntad de Dios. Quiero invitarlos a decirle siempre que sí a Dios en sus vidas, por que es lo más maravilloso que puede existir, cuando tú le das un SI a Jesús, un Sí desinteresado, un Sí lleno de amor. Entonces, Él se manifiesta y te llena y llega un momento en que tú eres vacío, eres nada y dejas que todo sea Dios para ti, dejas que sea Dios que obre en ti. Estuvimos pidiendo el milagro, pero ante todo yo les digo que milagro es, no sólo que te de la salud, sino también, es milagro que puedas llegar con Él frente a frente, cara a cara, y poderle decir: CUMPLÍ TU VOLUNTAD HASTA EL ULTIMO MOMENTO». El domingo 28 de septiembre se puso muy malita. Al día siguiente fue el P. Giovanni a ponerle la unción de los enfermos y comenzaron a rezar el rosario y en el primer padre nuestro dejó de respirar. Al morir, su esposo se le acercó, la abrazó y le dijo: «Felicidades chiquita, felicidades lo has hecho muy bien, fuiste muy valiente». Todo el año fuimos llorando y sufriendo paso a paso cada susto que nos daba y sin embargo ella lo platicaba con tanta naturalidad. Al final ella se fue y sin duda nos dejó de regalo el gozo íntimo de su testimonio fiel a Dios pues supo darle el primer lugar a El. Él se lo pidió todo y ella fue valiente y generosa, se lo dio con la sonrisa en los labios. En poco tiempo corrió hacia Cristo, le dijo sí, se desposó con El, compartió su cruz, se desprendió de todo, nos expresó su amor, se despidió y se nos adelantó con Dios. Vivió su enfermedad y muerte con elegancia cristiana. El testimonio en vídeo
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