Fabiola dejó de creer en Dios porque no erradica el mal, su entorno era violento y pidió a Cristo que acabaran las dificultades: «El Señor obró el milagro, confesé y soy monja»

* «Y fui a mi parroquia ante Jesús y le dije: ‘Si Tú me quieres para ti, yo sé que me lo vas a mostrar poco a poco’. Hice esa oración interna con los ojos cerrados y entonces llega un niño, me toca el hombro y me dice: ‘Ten Faby, te mandan esto’. Era una carpeta con el rostro de Jesús con la mano extendida que decía: ‘llamada de amor’. Yo le dije gracias y empecé a llorar. Sabía que esa era la señal que yo le estaba pidiendo a Dios y que Él me la estaba dando. Entonces, yo le dije a Dios: ‘No importa lo que pase o lo que tenga que pasar, te voy a seguir’. Y Jesús me tomó la palabra»

Video del testimonio de sor Fabiola en el Rosario de las 11 pm 

A.L.M. / Camino Católico.- La hermana Fabiola es Misionera Clarisa del Santísimo Sacramento y explica en su testimonio en el Rosario de las 11 pm como el Señor la llamó a la vocación después que ella abandonara la fe porque no entendía como si Dios es tan bueno y poderoso por qué no erradica el mal del mundo. Fabiola es mexicana de nacimiento, actualmente se encuentra en la ciudad de México. Lleva ya diez años dentro de la congregación y cuatro años de votos. “Dios siempre ha sido misterioso pero a la vez amoroso y misericordioso”. 

De niña creció con el amor de Dios

La hermana Fabiola le dijo a su madre que quería ser monja pero luego dejó de creer en Dios hasta que tuvo un encuentro personal con Él

A los tres años de vivir en una ciudad mexicana, se muda con toda su familia a California y ahí crece hasta los 11 años cuando regresan de nuevo a Guajaca. Para la hermana fue algo bonito vivir en California. Creció en una familia católica pero hubo una etapa de su vida donde tenía grandes dudas de fe. “Recuerdo que de niña mi madre nos enseñaba las oraciones, nos hablaba sobre Dios y fui creciendo con ese amor a Dios”, cuenta.

Del mismo modo, hizo su Primera Comunión, lo recuerda como un momento muy bonito. “Por aquí brotó la inquietud por la vida religiosa. Recuerdo un día la catequista que nos habló de las monjas y yo había crecido en una zona de pandillas donde había mucha violencia. Me decía a mí misma que no quería ser mala”, relata.

Por eso, cuando le contaban todas las cosas buenas que realizaban las religiosas pensaba que quería ser como ellas. Un día le dijo a su madre que quería ser monja pero no le tomó muy en serio ese comentario. Fue creciendo y ese anhelo fue yéndose poco a poco. Para Fabiola fue duro volverse de California porque allí había comenzado a construir su vida. Entró en una crisis al darse cuenta que no iba a volver. “Me volví una persona rebelde y agresiva. Buscaba estar sola”, explica.

Deja de creer en Dios porque no erradica el mal

La hermana Fabiola desea ser santa

A pesar de que su madre la llevaba al catecismo de la confirmación, las dudas en la hermana Fabiola fueron creciendo. “Muy pocas personas escuchaban de mi boca que ya no creía en Dios. Y es que una de las principales razones por las que deje de creer en Dios era porque si Dios era tan bueno y tan poderoso porque no erradicaba el mal del mundo”.

A pesar de ello, su madre seguía llevándolas a misa y hablándoles sobre Dios. “Gracias a las oraciones de mi madre y sus lágrimas fue el motivo de que el Señor conquistara mi corazón. Es ahí donde fue alimentándose mi vocación religiosa”, resalta.

Al llegar de Estados Unidos se empezó a enfermar. Le daban lo que se suponía que eran ataques epilépticos. Fueron a ver a un exorcista. “No tenía nada malo pero en los estudios médicos que me hicieron, no tenía nada. Me quedé con el sacerdote mientras mis padres esperaban fuera. Me hizo muchas preguntas y finalmente me dijo que no tenía nada, que lo único que tenía era demasiadas heridas en mi corazón y resentimientos y hasta que no sanara eso no podría recibir un don muy grande que Dios tenía para mí y ese don era mi vocación”, cuenta la hermana.

El milagro de Dios que corto de raíz dificultades con su entorno violento

El sacerdote la acompañó humana y espiritualmente “aunque él sabía sobre mis dudas de fe. Él me dijo: ‘Yo no te voy a forzar a que creas en Dios y si tú quieres encontrar la verdad la tendrás que buscar con un corazón puro y abierto, dispuesto a encontrarte con la verdad’. Y esas palabras me ayudaron muchísimo y es algo que hasta hoy tengo presente y se lo digo siempre a las personas cuando me cuentan sobre sus inquietudes y dudas”.

Fabiola subraya que “yo seguía con mis luchas internas y mi entorno era ver violencia. Entonces llega un momento, al que yo llamo el primer golpe de gracia, en el que ante una situación difícil que estaba pasando y que ningún poder humano podía deshacerlo, le dije al Señor ese día: ‘Dios si es verdad que tú existes, haz que esto acabe’.

Y el Señor hizo que se acabara aquella situación dificultosa en aquel instante. Y fue realmente un milagro, sentí paz y fue una bofetada de Dios que me decía: ‘Yo siempre he estado, estoy y estaré siempre contigo’. Y entonces entendí que Dios existe. Y pensé: ‘Ahora entiendo que existes pero quiero encontrarte’. Así se produjo el inicio mi conversión”.

La confesión y el llamado a la vocación

La hermana Fabiola estuvo dos años discerniendo su vocación. Iba a entrar en una congragación y lo hizo en otra.

El segundo golpe de gracia que tuvo el Señor con la hermana fue un momento en que sentía mucho la soledad. “Tenía muchas ideas erróneas, estaba depresiva y recuerdo que ese día sentí en mi interior algo fuerte que venía del Señor: Que si me hería a mí misma también estaba lastimando a Dios. Entonces, sentí una contrición de mis pecados y una gran necesidad de confesarme y me confesé”, recuerda.

A partir de aquel momento “yo trataba de ser un poquito mejor porque era una persona muy enojona, muy agresiva, que no permitía que me dijeran absolutamente nada y si alguien lo hacía respondía con agresividad.  Pese a las gracias recibidas yo me sentía muy vacía y mi mamá me dijo: ‘Si tú no tienes con quien hablar o no quieres decirme nada a mi o a nadie, habla con Jesús, Él siempre te va escuchar’.

Y fui a mi parroquia ante Jesús y le dije: ‘Si Tú me quieres para ti, yo sé que me lo vas a mostrar poco a poco’. Hice esa oración interna con los ojos cerrados y entonces llega un niño, me toca el hombro y me dice: ‘Ten Faby, te mandan esto’. Era una carpeta con el rostro de Jesús con la mano extendida que decía: ‘llamada de amor’. Yo le dije gracias y empecé a llorar. Sabía que esa era la señal que yo le estaba pidiendo a Dios y que Él me la estaba dando. Entonces, yo le dije a Dios: ‘No importa lo que pase o lo que tenga que pasar, te voy a seguir’. Y Jesús me tomó la palabra”.

Cuando sucedió la llamada de Cristo a la vocación, Fabiola tenía 13 años y fue acompañada durante dos años espiritualmente por un sacerdote. Además, a su familia le fue muy difícil aceptar su vocación de religiosa. Al terminar la enseñanza secundaria, después de los dos años de discernimiento vocacional respecto a una congregación en la que iba entrar, el sacerdote que la acompañaba le dijo que debía conocer a las Clarisas.

Casi diez años de felicidad como monja

Fabiola el día que profesó sus votos junto a una foto de la fundadora

“El Señor me mostró donde me quería, cuando leí sobre la vida de la Beata María Inés, fundadora de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento. No me quedó duda dije: ‘¡Quiero ser santa como ella!’”, afirma Fabiola.

Y añade: “Desde que recibí esta llamada fuete de Dios, empecé a cambiar mucho. Todas las personas me preguntaban: ’¿Qué te está sucediendo?’. Empiezo a vestir con modestia, a peinarme de manera diferente, dejó de salir y empieza a cambiar mi carácter. Dios me concedió ver muchas gracias, viendo la transformación de muchas personas que cambiaron cuando comprobaron que yo estaba cambiando. Empezaron a buscar a Dios y para mí fue un gran regalo, en medio de toda la prueba que pasé de que nadie aceptaba mi vocación.

Ingresé en la congregación de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento el 2 de septiembre del 2013, hace diez años y medio. Realmente soy muy feliz hasta el día de hoy”.

Publicado originalmente en Camino Católico en febrero de 2023 y actualizado


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