Irene Zanfino, con 6 años, en un accidente padeció una parada cardíaca, quedó en coma profundo y debía morir, pero un milagro, que beatifica a María Ripamonti, la salvó

* La pequeña Irene abrió los ojos, para asombro de todos, en la noche del Corpus de 1967, tras una semana en coma. Su abuelo, Elio Girardi, escribió una carta a las Siervas de la Caridad de Brescia: explicaba que los padres y abuelos, desesperados, habían estado rezando pidiendo la intercesión celestial de la Virgen y la hermana Lucía Ripamonti. Además, las religiosas que cuidaban a Irene eran también Siervas de la Caridad y habían puesto una estampa de Lucía Ripamonti bajo la almohada de la niña, como solían hacer en los casos desesperados. Y una semana después la niña abrió los ojos.  Hoy Irene tiene 58 años, está casada, sana, feliz, sin secuelas, tiene tres hijos y ha sido enfermera profesional durante décadas

Irene Zanfino, la primera por la derecha, que se salvó milagrosamente en 1967, con todo el equipo de la investigación canónica de la diócesis de Bolzano, en Italia

Camino Católico.-  Accidente de coche, terrible. Era el 26 de abril de 1967, y la niña accidentada, la pequeña Irene, tenía 6 años. Parada cardíaca y coma profundo.

La medicina del Hospital de Bolzano, en Italia, era tan moderna como la de cualquier otro hospital europeo de los años 60, pero no podía hacer mucho. Esa medicina dictaminó que Irene estaba a punto de morir, que no se podía hacer casi nada, apenas cuidar y acompañar, y que incluso si sobreviviese, quedaría incapacitada, paralítica y ciega en el mejor de los casos.

Pero hoy Irene tiene 58 años, está casada, sana, feliz, sin secuelas, tiene tres hijos y ha sido enfermera profesional durante décadas, encantada de atender a los más débiles y enfermos. En abril de 2018, en su cuenta de Facebook, Irene pedía firmas en Change.org para que la Reina de Inglaterra no dejase que mataran al bebé inglés Alfie Evans. ¡También Irene fue una niña en coma profundo!

Irene Zanfino

La curación de Irene en 1967 fue un milagro. El milagro que la Iglesia acaba de aprobar y con el que se puede proclamar beata a Lucía de la Inmaculada (de nombre seglar, María Ripamonti), una religiosa italiana de las Siervas de la Caridad, que murió con 45 años, en 1954, tras una vida de humildad y oración, tal y como explica Religión en Libertad.

Una semana en coma profundo, y abrió los ojos

Irene Zanfino ha colaborado con la diócesis de Bolzano en la investigación de su caso. Ella ingresó un 26 de abril de 1967, prácticamente muerta. Había sufrido una parada cardíaca, y estaba en coma profundo. Sin embargo, fue dada de alta, sin complicaciones ni secuelas, apenas un mes después, el 25 de mayo.

Alberto Cuno Steger es el médico que ha revisado toda la documentación del caso y ha confirmado a la investigación canónica que el Hospital llevó a cabo los protocolos médicos y de documentación habituales de la época. Él fue quien en 1967 dio de alta a la niña.

La pequeña Irene abrió los ojos, para asombro de todos, en la noche del Corpus de 1967, tras una semana en coma. Su abuelo, Elio Girardi, escribió una carta a las Siervas de la Caridad de Brescia (carta consultada por el proceso canónico): explicaba que los padres y abuelos, desesperados, habían estado rezando pidiendo la intercesión celestial de la Virgen y la hermana Lucía Ripamonti.

Una estampita bajo la almohada

Además, las religiosas que cuidaban a Irene eran también Siervas de la Caridad y habían puesto una estampa de Lucía Ripamonti bajo la almohada de la niña, como solían hacer en los casos desesperados. Y una semana después la niña abrió los ojos.

La causa de beatificación de Lucia Ripamonti se inició en 1993 en la Diócesis de Brescia y en 1999 fue aceptada por la Congregación para las causas de los santos. En 2012, el obispo diocesano Ivo Muser abrió la investigación sobre el milagro que ahora aprueba la Iglesia con la firma del Papa Francisco.

Una religiosa humilde, formada en el rosario y Acción Católica

Maria Ripamonti, o Lucía de la Inmaculada (1909-1954), se formó en la fe en su familia (pobre y numerosa) y en su parroquia, con grupos de Acción Católica. Era devota de la Virgen de Lourdes y la veneraba con el rezo del rosario.

En la casa de las Siervas de la Caridad se encargaba de acoger y atender a los sacerdotes en retiros y encuentros. Realizaba también las tareas más humildes del hogar, hasta su muerte con 45 años.

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