Jessica Echeverry, dañada por el abuso y el aborto, buscando paz, entró en un templo New Age… y Jesús le habló

essica, con su marido y unas religiosas, en una marcha provida

* «Caí de rodillas y las lágrimas brotaban de mis ojos. Me miró y sonrió y oí muy claro: ‘¡bienvenida!, veo que encontraste a mis amigos. Me estás buscando a mí. Yo soy a quien buscas‘. Era la voz amable pero fuerte de un hombre. ¿Me estaré volviendo loca?… Yo quedé allí sollozando, pero sabía que tenía que irme: Jesús ya no estaba allí… Le dije a Charlie lo que había pasado, que estaba buscando a Jesús ahora y que quería ir a misa con él el domingo siguiente. Vosotros tenéis a Jesús en vuestra iglesia todo el rato, ¿no? Voy a ir y empezar a prestar atención… Aprendí a llevar mis heridas a Dios y a confiar que Él las va a abrir, redimir y hacer algo hermoso y nuevo»

CaminoCatólico.com.- Jessica Echeverry es hoy una católica convencida, activista provida y trabajadora social con niños pobres desde 1999 en el sur de California. Pero hace diez años Jessica aún no era católica. Y acababa de pasar por una experiencia más que peculiar: había encontrado a Jesucristo en un templo «new age». O, más exactamente, Jesús salió a encontrarla a ella, según explica P.J. Ginés en Religión en Libertad.

Una infancia de maltrato y tristeza

En la actualidad Jess Echeverry acude a parroquias y colegios a hablar de su experiencia de infancia y juventud, una experiencia llena de dolor.

Sus padres se divorciaron siendo ella niña. A los 10 años había adultos que la tocaban sexualmente; unos años más tarde fue violada. Quedó embarazada a los 16 años y fue forzada a abortar. Vivió sola, sin techo, 3 años en las calles del sur de Florida. Cayó en el alcoholismo.

¿Quién puede sacar a una mujer de un agujero así? El amor de hombre bueno.

En 1997 Jess conoció a Charlie. Él tenía una familia buena y sana, padres que se querían, parientes llenos de amor. Jess hizo un descubrimiento que la asombró: lo que ella había vivido, los maltratos, el abandono, la falta de amor…¡no era normal! Efectivamente, todas esas desgracias, de alguna manera, pensaba que eran «lo normal», «lo que les pasa a todos». Ahora descubría que vivir siendo amada, acogida, en una familia era posible. «Al ver cómo era la familia de mi esposo, entendí lo disfuncional que había sido mi infancia», recuerda.

Contar ahora con una familia amorosa y unos cuantos años de terapia la ayudaron a superar el síndrome de estrés post-traumático que le diagnosticaron. La terapia le había ayudado a tratar con sus heridas del pasado. Ahora buscaba serenidad y fuerza para afrontar el futuro.

Dejando a los chicos en misa

Hacia 2006, Jess, Charlie y sus tres hijos iban a misa por una única razón: el hermano de Charlie era el director musical de la parroquia. Más en concreto, Jess los llevaba a misa, los dejaba allí, y ella conducía 30 minutos más en su coche hasta un templo new age (nueva era) en cuyos jardines paseaba y meditaba. También podía allí escuchar una charla de «autorrealización» y meditar junto al estanque.

Jess leía libros de new age, más en concreto de «autorrealización», muchos de ellos ligados a la controvertida organización Self-Realization Fellowship (SRF), o Fraternidad de la Autorrealización, fundada por el gurú Paramahansa Yogananda. Esta organización habla de 6 «profetas» o «maestros»: su gurú, el maestro de su gurú y otros personajes, entre ellos Jesús.

Los 6 profetas o maestros de la "Fraternidad de la Autorrealización", asociación controvertida
Los 6 profetas o maestros de la «Fraternidad de la Autorrealización», asociación controvertida
Una reunión de la "Fraternidad de la Autorrealización"
Una reunión de la «Fraternidad de la Autorrealización»

Un día Jess acudió al templo hexagonal. Nunca había llegado a entrar, se solía quedar meditando fuera o escuchar las charlas en el exterior. Esta vez decidió entrar.

La experiencia que cambió su vida

El lugar estaba vacío. En la amplia sala hexagonal había 6 grandes tapices con imágenes de los seis profetas. Justo en el centro estaba la de Jesús. Jess miró las imágenes.

De repente, la imagen de Jesús salió «como si fuera un holograma».

«Caí de rodillas y las lágrimas brotaban de mis ojos. Me miró y sonrió y oí muy claro:¡bienvenida!, veo que encontraste a mis amigos. Me estás buscando a mí. Yo soy a quien buscas‘. Era la voz amable pero fuerte de un hombre».

«¿Me estaré volviendo loca?», se preguntó Jess. Pero sabía que no era su imaginación y, efectivamente, se dio cuenta, tuvo la certeza, de que ahora sabía que lo que buscaba era a Jesús.

La imagen desapareció tras su mensaje. «Yo quedé allí sollozando, pero sabía que tenía que irme: Jesús ya no estaba allí«.

Jess volvió a casa, impactada, transformada por este encuentro. Lo primero que hizo fue quitar el cartel con la imagen de los «seis profetas» y poner solo una imagen de Jesús con escenas de la crucifixión y el Calvario.

«Tenéis a Jesús en vuestra iglesia todo el rato, ¿no?»

«Le dije a Charlie lo que había pasado, que estaba buscando a Jesús ahora y que quería ir a misa con él el domingo siguiente».

«Vosotros tenéis a Jesús en vuestra iglesia todo el rato, ¿no? Voy a ir y empezar a prestar atención», le dijo. Y eso hizo. El domingo siguiente, como una niña pequeña, no hacía más que preguntar cosas en la iglesia: «¿y esto qué es?», «¿y esto por qué?», «¿por qué el cura lleva esa ropa?», «¿qué hacéis ahora?»…

Charlie era de familia católica, pero no se sabía muchas respuestas. Precisamente la sed de su esposa fue lo que le animó a él mismo a querer entender mejor esa fe adormecida de su infancia. Y ambos empezaron un camino de crecimiento en la fe.

En mayo de 2008 Jess entró en plena comunión con la Iglesia Católica. Casi diez años después, en 2017, Charlie fue ordenado como diácono permanente de la diócesis de Los Ángeles.

En la Iglesia Jess encontró mucha más sanación. La encontró en el sacramento de la Confesión, y al entender más y más sobre el poder de perdonar y de recibir perdón. «Aprendí a llevar mis heridas a Dios y a confiar que Él las va a abrir, redimir y hacer algo hermoso y nuevo», dice en el National Catholic Register. A través de la ayuda de un sacerdote y en retiros de Rachel’s VInyard (la Viña de Raquel, programa católico de retiros para mujeres que han abortado) encontró sanación y perdón por todas sus heridas asociadas a la maternidad.

Dos de sus hijos ya crecieron y se fueron de casa; otros dos siguen en ellos. Da gracias a Dios por su vida transformada e imparte charlas en parroquias y medios de comunicación cristianos para fortalecer las familias, prevenir el divorcio y sanar las relaciones. Cuenta muchas de sus ideas en su blog www.mommaletics.com . Acude a manifestaciones provida, reza y prepara un libro contando su experiencia: la de una mujer transformada por Cristo.

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