José María García Castro, ordenado sacerdote en mayo: «Hay que meter a Cristo, con normalidad, en todos los vericuetos de las tecnologías»

* «Hemos aprendido a que los muros de las iglesias sean transparentes, que no haya una división grande entre la fe y la vida que vivimos»

* La Iglesia tiene actualmente los siguientes retos: «Que nosotros, los sacerdotes, estemos de verdad enamorados de Jesucristo, que creamos y le queramos. Después que los sacerdotes, por eso, estemos deseosos de celebrar con amor la santa misa y de estar mucho tiempo en el confesionario y perdonar los pecados de las personas. Cuando hacemos esto, la iglesia vive; cuando nos olvidamos, se muere»

14 de julio de 2012.- (Teresa Cembranos / La Nueva España / Camino Católico) José María García Castro (Avilés, 1975) la primera vez que sintió la llamada de Dios fue durante unas vacaciones en un centro de retiro en Tordesillas.«Pensé, igual ése es mi camino». Sin embargo, para este numerario del Opus Dei aún tuvieron que pasar algunos años para que aquello fuera una realidad y se decidiera a ser sacerdote. Fue el pasado 5 de mayo en Roma cuando recibió la ordenación de manos del prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, junto a otros 34 fieles de la prelatura de diferentes nacionalidades.

El sábado 9 de junio ofició su primera misa en la iglesia de San Nicolás de Baria de Avilés donde quieso hacer sentir la presencia del Papa Benedicto XVI y para ello decidió, junto con sui familia, contratar al único coro de Asturias que canta gregoriano: el grupo coral Melisma. Desee seguir la tradición con la misa de Angelis, cantada en la iglesia católica desde el siglo X. Su primer destino como sacerdote es Galicia.

José María García Castro es el tercero de cuatro hermanos. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Valladolid, compaginó sus estudios universitarios con el trabajo en la agencia «Efe», en su delegación de Castilla y León, como corrector de estilo y cubriendo la información de conciertos de música rock y pop. Es doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra con una investigación titulada «La filosofía poética de Antonio Machado»

-¿Cómo decidió que quería hacerse sacerdote?

-Fue un camino largo. Estudié Derecho cuatro años, pero lo abandoné porque no me sentía dotado. Durante el segundo año de la carrera empecé a trabajar en la agencia EFE de Valladolid, primero como administrativo y luego haciendo crónicas de los conciertos que había en la ciudad, como el de AC/DC; fue una experiencia muy buena que duró ocho años. Trabajar ahí me permitió cambiar de carrera e hice Filología Hispánica que era lo que realmente me gustaba. Soy numerario desde los 18 años en el Opus Dei, pero la primera vez que sentí la llamada fue en un centro de retiro en Tordesillas. Pensé en la presencia de Dios y me dije que igual era ese mi camino. Pero quedó ahí. Terminé la carrera, dejé EFE y hubo una época de afición a la poesía que fue divertida aunque nunca llegué a publicar nada. Después me dediqué tres años a la enseñanza y, a continuación, me fui a Roma, donde culminé mis estudios de Teología. Al irme a Roma ya tenía la idea de estar más abierto a recibir el sacerdocio. 

-¿Cómo ve la relación entre la juventud y la Iglesia? ¿Hay buena sintonía?

-Un buen termómetro para ver lo que sucede realmente fue estar en Madrid durante la Jornada Mundial de la Juventud, a la que acudieron cientos de miles de personas, la mayoría españoles. Tengo la impresión de que la iglesia está muy viva, pero no es un fenómeno de masas. Los jóvenes participan en grupos eclesiásticos con fuerza y viven la fe con intensidad. Es una fe viva auténtica.

-¿Qué retos tiene la Iglesia en este momento de crisis?

-El primero, que nosotros, los sacerdotes, estemos de verdad enamorados de Jesucristo, que creamos y le queramos. Después que los sacerdotes, por eso, estemos deseosos de celebrar con amor la santa misa y de estar mucho tiempo en el confesionario y perdonar los pecados de las personas. Cuando hacemos esto, la iglesia vive; cuando nos olvidamos, se muere. Lo que ha conseguido el Papa Benedicto XVI es que los jóvenes conectemos con Jesucristo en la eucaristía. Las iglesias están llenas, también de jóvenes, de gente rezando. Hay turnos por la noche. Y eso está sucediendo en muchas iglesias. Es un fenómeno que sucede ahora y tengo mucha esperanza.

-Por lo que dice parece que ahora, los sacerdotes, no hacen eso que usted propone…

-Los seminaristas y sacerdotes que salen de muchos seminarios españoles son sacerdotes que rezan el rosario, que están en el confesionario y que van vestidos de curas para acercarse a la gente. No se avergüenzan de ser sacerdotes. Y va a más. Sí que ha podido dar la impresión de que a veces en la iglesia en España nos hemos avergonzado de ser lo que somos.

-¿Cómo ha cambiado la espiritualidad española en el último medio siglo?

-Muchísimo y para bien. Ser cristiano ahora mismo no es nada normativo socialmente. El que es cristiano lo es porque quiere, viviendo contracorriente y con alegría. Me parece que ahora la fe es más auténtica y además los jóvenes cristianos no son ajenos a nada de la vida contemporánea. Hemos ido aprendiendo a ser cristianos en medio de un mundo así. Es una elección libre. Y luego hemos aprendido a que los muros de las iglesias sean transparentes, que no haya una división grande entre la fe y la vida que vivimos.

-Pero muchas veces lo que se sabe de dentro no es positivo, como el robo de documentos en el Vaticano o la existencia de curas pederastas…

-Lo más negativo de la iglesia es lo que no es ella. ¿Qué piensa Jesucristo de la pederastia? Lo mismo que los demás cristianos. ¿Cómo se nos han metido dentro de la iglesia gente que hace eso? A mi me ha hecho llorar en privado. El castigo debe ser fuerte y al mismo tiempo tenemos que estar abiertos a perdonar porque Cristo en la cruz también les perdonó a ellos. No quiero justificarles pero yo tampoco les voy a condenar.

-¿Es el momento de una nueva evangelización?

-Estamos plenamente en una nueva evangelización. Jesucristo forma parte de la solución de la alegría de Europa, Lo decía Juan Pablo II e insiste Benedicto XVI: Europa ha de mirar a las raíces sobre las cuales ha crecido y volver a ellas con alegría sin renunciar a los avances. En lo más puntero de la sociedad es donde debemos estar los cristianos y junto con los que no lo son. Hay que meter a Cristo en todos los vericuetos de las tecnologías, de la sociedad, del periodismo… y todo ello con normalidad, tomando cerveza en los bares, por ejemplo. Se podría resumir con un «Dios están también en los bares».

-¿Tiene futuro el ecumenismo?

-El ecumenismo es que todas las confesiones cristianas recuperen la unidad y ése es uno de los grandes logros de este Papa: que, por ejemplo, toda la iglesia anglicana se está acercando. Casi todo son buenas noticias. Lo que está claro es que la unión hace la fuerza y la comunión también; los cristianos no podemos estar divididos. También lo decía con muchas fuerza Juan Pablo II: «Si estamos divididos cómo van a creer en nosotros». La variedad de la Iglesia es amplísimas. ¿Qué pasa con el cristianismo? Tiene cientos de miles de personas en África, Asia, Oceanía… Jesucristo está en todas las cultura, es maravilloso. Cualquier persona que lo descubre, se enamora de él. Lleva dos mil años sucediendo y lo sigue haciendo.

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