Juan Camilo Cruz practicaba con 11 años la magia y la ouija al ver que funcionaban: «Me invitaron a un retiro, conocí a Dios, vivo como hijo suyo sabiendo que me ama como soy»  

* «Supe que Dios siempre había estado ahí, que todos los sinsentidos eran llantos del alma por alejarme del proyecto de la creación, la santidad y llegar al Cielo»        

Vídeo del testimonio de Juan Camilo Cruz en El rosario de las 11

«Estudio Teología del Cuerpo y pude educar mis pasiones, mis sentimientos y encauzar mi deseo a la vocación al amor» 

Camino Católico.- Juan Camilo Cruz, o JuanCa, como le conocen sus miles de seguidores en Instagram, es colombiano estudia actualmente Teología del Cuerpo a sus 18 años y dedica sus obligaciones y ocio enteramente a su fe y a apostolados como Lazos de Amor Mariano. El camino que le llevó a tomar la decisión de que Dios debía formar parte de su vida no estuvo exento de sufrimientos. Tuvo que padecer los estragos que conlleva el ocultismo y la magia, que “funcionaban”, la falta de fe o los ataques «sobrenaturales» a su familia para ser consciente que debía cambiar de vida.

Atraído por lo paranormal desde pequeño

.JuanCa tuvo la fortuna de crecer en una familia católica, con mucho amor y afecto. No le faltaba nada en cuanto a cosas materiales y siempre hubo un deseo por sus padres de que se sintiera valioso. Su infancia fue feliz. Desde pequeño él y su hermano pequeño fueron queridos, le enseñaron a valorar su dignidad, y le aportaron seguridad. Le inculcaron que se tenía que hacer respetar.  Empezó el colegio y por su estatura vivió ciertas situaciones de bullying pero JuanCa siempre tenía presente las palabras de sus padres.

Pero si algo le llamó la atención desde su primera infancia fue el mundo de lo paranormal, lo oscuro y la fantasía. Desde los seis años se pasaba las madrugadas viendo películas de terror y programas de ocultismo. Le gustaba ver películas de vampiros y monstruos. “Era un niño y estas cosas se veían normal. Estas películas las veíamos juntos”, valora  en un video de El rosario de las 11. 

Su deseo era ser vampiro. Del 1 hasta el 31 de octubre se disfrazaba de vampiro todos esos días. Estaba tan metido en el cuento que un día se tiró desde la habitación pensaba que podía volar. “Ese gusto siguió creciendo, de ver ese tipo de películas y si alguien estaba hablando de este tema yo me quedaba a escuchar. Tal es así que por la noche de madrugada se quedaba viendo programas de ufología con su padre. No tenía ningún tipo de temor y miedo.

Tras una odisea precoz en el ocultismo y la santería, Juan Camilo Cruz, a la derecha de la imagen, conoció la fe y comenzó a vivirla de forma militante sin ser aún adolescente gracias a Lazos de Amor Mariano

Alejamiento de la fe, de los sacramentos y experiencia sobrenatural

“Mi familia siempre fue muy buena en el sentido afectivo y económico. Íbamos a una juguetería y si quería por ejemplo un lego me lo daban”. Hoy sabe que, en el momento en que su familia abandonó la práctica sacramental, esta «inclinación» comenzó a pasarle factura en su vida. “Fuimos empezando a alejarnos de manera gradual de la fe e íbamos a misa cada 15 días hasta que al final dejamos de ir. Tuvo repercusiones en mi vida”, explica.

Todo cambió cuando tenía 10 años y es que la economía de sus padres cayó y ya no le podían dar los caprichos que quería y tampoco podían salir a comer como antes fuera. “Experimenté unos dolores de cabeza muy fuertes hasta el punto que llamaba a casa para que me recogieran del colegio. Todos los escáneres salían bien y empecé a tener episodios depresivos, me sentía como triste y con un sinsentido”, recuerda JuanCa.

Estos episodios de llorar los experimentaba habitualmente y no era producto del nivel económico de la familia sino que eran algo más profundo. A la par con la crisis económica JuanCa recuerda una noche cuando fue víctima de una «experiencia sobrenatural muy fuerte» y sintió presencias que lo observaban. Aunque no era la primera vez, si fue peor que en otras ocasiones, lo que le llevó a hablar con su madre. “La crisis, mi tristeza, las experiencias… todo les llevó a sospechar que estábamos siendo víctimas de brujería. Al no tener la conciencia de los sacramentos, de la conversión, mis padres contraatacaron el mal con más mal y se vincularon a la Nueva Era y santería. El mismo día que rezaban a la Virgen María, utilizando una imagen de ella y   de Dios, encendían una vela, rezaban el rosario y luego los baños de santería. Iban a misa y lo alternaban con vestimentas rituales y superstición”, sostiene.

Un conjuro para superar un examen que funcionó

Juan Camilo Cruz estudia Teología del Cuerpo

Tenía 11 años y «no entendía nada», pero ya arrastraba desde hacía muchos años un gran interés por todo lo oculto. «Me intrigó», recuerda, «mi vida se empezó a ver marcada por la superstición y cosas muy oscuras que empezaban poco a poco». Y mientras, la vida sacramental era ya «inexistente».

Su precoz aventura en el ocultismo prosiguió cuando el interés dio paso a su estudio y puesta en práctica. Poco antes de comenzar la secundaria, conoció a una chica en la escuela con la que compartía «afición» y juntos empezaron a leer todo lo que caía en sus manos.

«A los 13, mi interés se disparó. Ya lo conocía y ahora quería practicar. Me gustaban las prácticas ocultistas y esotéricas, lo descargaba todo sobre magia, invocaciones y conjuros y lo escribía todo en un cuaderno», recuerda. Especialmente «hechizos», que fueron la antesala a su deseo de «contactar con realidades espirituales» desde la ouija e invocaciones mientras su familia dormía.

Lo último que faltaba para quedar atrapado en la magia y el ocultismo era un resultado. Y lo obtuvo cuando realizó una de esas prácticas ante un examen del que no tenía, literalmente, «ni idea». Tal y como explica, no tenía forma posible de copiar, no había estudiado ni tenía mayor preparación que su «conjuro». Obtuvo la máxima puntuación. La magia funcionaba.

Una noche miró por la ventana de su casa y vio salir un grupo de jóvenes de la iglesia. Veía como se reían, cantaban, estaban alegres y se abrazaban: «Me cautivó. Tenían algo, una alegría que yo no tenía, pero que quería. En ese momento, algo me dijo que siguiese a Dios», relata.

Pero las «intervenciones» eran cada vez más fuertes. Recuerda con miedo cuando informaron a su madre de su pasatiempo y esta le pidió que vaciase su mochila buscando el cuaderno de apuntes. Lo sacó todo… y el cuaderno no estaba. Pero cuando Juanca lo revisó, «seguía dentro. Empecé a sentir temor de lo que vivía».

La invitación a un retiro

En el momento preciso, una madre del colegio apareció en su casa. Quería rescatarle del peligro en el que se encontraba y le pidió permiso a su madre para invitarle a un retiro de Lazos de Amor Mariano. «No quería ir, pero sin saber por qué, dije que sí», recuerda.

Sin pensarlo mucho, relata que nada más comenzar percibió lo que llama los «microsegundos de la conversión». Sucedió en el mismo momento en que los asistentes comenzaron a rezar, cuando «en solo unos segundos» lo entendió todo y fue invadido por una «alegría, amor y felicidad» difícil de explicar. «Si esto es Dios, yo lo quiero todo», pensó sin entenderse a sí mismo.

Recuerda aquel momento como «el mejor de la infancia». Conoció a Dios y supo que «siempre había estado ahí, que todos los sinsentidos eran llantos del alma por alejarme del proyecto de la creación, la santidad y llegar al Cielo». Cuando terminó el retiro, solo podía llorar por tener que marchar.

Juan Camilo Cruz, en el centro de la imagen, con sus compañeros de Lazos de Amor Mariano

El combate por la conversión de su familia

Su vuelta fue determinada. Estaba decidido a terminar con los cultos de su familia, y junto a su hermano pequeño comenzó toda una «guerra espiritual». -«Carlos, hermano, nos tocó luchar y vamos a dar la pelea, porque nuestra familia no puede perderse», le decía a su hermano pequeño.

Juntos comenzaron toda una cruzada de mortificación y penitencia durante semanas, tomando como ejemplo a santos como el cristero José Sánchez del Río. Y en ese momento, su padre fue diagnosticado de cáncer de colon. Recuerdan recibir la noticia con paz, pero de inmediato antepusieron en su oración la conversión de su padre a su sanación. Y sin saber cómo, su madre se unió: “Tú lo puedes Señor. Tumbaste a un Pablo, convertiste a un San Agustín. Señor, por María, que se convierta”.

Tras meses de recaídas, la madre de Juan Camilo, de vuelta a la práctica religiosa invitó al convaleciente a confesarse.

-Sí, quiero confesarme.

El enfermo pudo recibir el perdón y la comunión justo antes de entrar en coma. La Virgen «había escuchado» las oraciones y los niños, en respuesta, quemaron todo artilugio de su casa que recordase a la santería. Días después, la madre de Juan Camilo se acercó a él llorando y el joven supo que su padre había fallecido.

«Supe que la Virgen no me falló. pedí por su sanación, física o espiritual, y ella lo concedió. Él se convirtió y ella le sanó», relata.

Desde entonces, Juan Camilo Cruz no ha interrumpido su participación activa en Lazos de Amor Mariano y con solo 14 años decidió especializarse en la Teología del Cuerpo, que hoy cursa en la universidad. Una herramienta que, en su caso, le ayudó hacer frente a la adolescencia que comenzaba y ser consciente de su dignidad. «Esos años no estuvieron faltos de tentaciones y caídas, pero me ayudó a vivir como hijo de Dios, a saber que me quiere como soy. Pude educar mis pasiones, mis sentimientos y encauzar mi deseo a la vocación al amor», concluye.


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