Marta Velarde, ‘rescatadora Juan Pablo II’ para salvar a mujeres y bebés del aborto: «La fuerza la encuentro en Dios. Confío en Él y he aprendido a consultarle todo»

* «¡Lo que está bien y lo que está mal se ve tan claro en la cercanía de los abortorios! Por eso muchos rescatadores han encontrado allí la fe, e incluso la vocación al sacerdocio o a la vida religiosa. Cada día que voy a rescates me vuelvo a convertir y encuentro paz al saber que Dios está de mi lado. Él pone las palabras exactas para rescatar a una mujer, no las pongo yo. A veces me preguntan: “¿Qué has dicho para que te haga caso?”. No lo sé»

Camino Católico.-  “No puedo dejar de hacer rescates”, repite en varias ocasiones Marta Velarde,  fundadora de los rescatadores Juan Pablo II, entrevistada por Javier Lozano en Revista Misión. Su entrega total, en el sentido literal del término, ha permitido nacer a miles de bebés. Y muchas otras mujeres que llegaron a abortar, tras encontrarse con ella, han logrado iniciar un camino para sanar la profunda herida que deja el aborto.

Marta Velarde ha sido una luchadora provida desde la adolescencia, antes incluso de que se legalizara el aborto en España. Tiene 63 años, quedó viuda a los 46 y recuerda que cuando conoció a su marido él era proabortista y ateo. Sin embargo, cuando falleció era abogado provida y poco antes de morir se convertiría al catolicismo. “No fui yo, fue Dios quien le fue cambiando”, explica.

La Escuela de Rescatadores Juan Pablo II nació hace 13 años y ha salvado la vida a más de 6.000 bebés. Pero la atención que brinda no acaba en el parto, en muchos casos es para toda la vida a través de la Asociación Más Futuro, también fundada por ella, que ayuda a las madres a salir adelante.

Y hay más: cada año decenas de bebés rescatados y sus madres son bautizados. Muchas parejas que antes pensaban abortar deciden casarse por la Iglesia, porque la fe se convierte en un elemento central para los jóvenes rescatadores, pero también para las mujeres rescatadas. “La búsqueda de Dios es el común denominador de nuestro trabajo”, admite.

– ¿De dónde saca esa fuerza extraordinaria para realizar esta labor?

– La encuentro en Dios. Confío en Él y he aprendido a consultarle todo. ¡Lo que está bien y lo que está mal se ve tan claro en la cercanía de los abortorios! Por eso muchos rescatadores han encontrado allí la fe, e incluso la vocación al sacerdocio o a la vida religiosa. Cada día que voy a rescates me vuelvo a convertir y encuentro paz al saber que Dios está de mi lado. Él pone las palabras exactas para rescatar a una mujer, no las pongo yo. A veces me preguntan: “¿Qué has dicho para que te haga caso?”. No lo sé.

Marta Velarde y otra rescatadora, hablando con una mujer embarazada en los alrededores de un abortorio de Madrid / Foto: Paula Argüelles – El Debate

– ¿A pesar de la persecución que sufren?

– Sí es cierto que estamos muy perseguidos. Tenemos a la Policía todo el día detrás, pero cuando haces algo que sabes que está bien y que además ayuda a que ese bebé tenga un futuro no lo puedes dejar. Es cierto que tengo que trabajar para vivir, pero me gustaría disponer de las 24 horas del día para poder ayudar más.

Es una cosa que ningún Gobierno nos puede quitar.

– ¿Conocer de cerca el aborto cambia vidas?

– He llevado a periodistas y políticos a rescates y cuando ven de cerca el aborto se horrorizan. Una vez conoces la verdad ya no puedes justificarlo.

– Usted mantiene el teléfono encendido las 24 horas del día para salvar vidas. ¿No tiene la tentación de apagarlo?

– En ocasiones tienes la tentación de querer descansar, de preguntarte por qué suena a esas horas de la noche, pero siempre acabo cogiéndolo. De noche suena muchísimo, sobre todo llaman las mujeres que han abortado.

– ¿Tiene miedo de ir a la cárcel?

– ¡Mi vida no vale más que la de ningún bebé! Miedo tiene todo el mundo, pero yo reconozco que tengo poco. ¡He visto tantas cosas! He presenciado salir del abortorio a mujeres en ataúdes, cubos donde se llevaban niños abortados. Hace 12 años recogimos en la basura bebés que incluso aún tenían oxígeno en los pulmones… ¡No puedo dejar de hacer esto! Los abortorios nos lo ponen muy difícil, tienen al Gobierno a su favor y nos quieren quitar de en medio para que la mujer no se lo pueda pensar y aborte rápido.

– ¿Recuerda algún rescate que le haya conmovido especialmente?

– El caso de Martina. Su madre estaba embarazada de casi siete meses y los médicos le dijeron que venía con una malformación. La conocimos cuando salía del abortorio junto a su pareja. “Déjala vivir, abrázala, tendrás un tiempo para quererla”, le dijimos.

Ella decidió seguir adelante con el embarazo y al principio él me amenazó de muerte. La niña nació, era muy pequeñita y sabíamos que no viviría mucho. Su madre cuenta que nunca fue tan feliz como en los 20 días que vivió Martina. Y el padre, que era una persona muy conflictiva, me pidió perdón y me dijo: “Martina ha sacado lo mejor de mí, ahora soy otra persona”.

– ¿Cuál es el perfil habitual de la mujer rescatada?

– Cuando empecé eran mujeres sin recursos. Ahora el perfil ha cambiado. El aborto se utiliza como un anticonceptivo. El 70% de los abortos no son por problemas económicos. He visto matrimonios que abortan porque no quieren un tercer hijo o porque el sexo no les gusta. O porque el bebé no le interesa en ese momento. Es un horror.

Marta Velarde de los rescatadores Juan Pablo II

– ¿Qué les dice a los rescatadores antes de acudir a los abortorios?

– Que escuchen a la mujer y sean humildes. Punto. No se trata tanto de actuar, hay que aprender a escuchar. Es lo que más le cuesta a los rescatadores nuevos. Luego hay que hablar a estas mujeres y explicar que lo que llevan en su interior es su hijo.

– ¿Y ellas escuchan?

– Es impresionante. Todas nos escuchan. Esto llama mucho la atención a la gente. Si van acompañadas de la pareja o de sus padres, las apartan de nosotros. Pero si pueden actuar libremente, nos dejan su teléfono y nos cuentan su vida. Son ellas las que nos llaman más a nosotros. Entonces el rescatador o yo les explicamos que existe la asociación y nos sentamos con ellas para hablar de sus preocupaciones, de sus planes… Ahí ya se hace una ayuda personalizada. No todo el mundo necesita apoyo económico, a veces es algo más personal. Pero esta atención no acaba con el parto, sino que es de por vida.

– ¿Un ejemplo?

– Una de las primeras mujeres que rescatamos se convirtió al catolicismo y bautizó a sus hijos. La conocí cuando salía de abortar, y cuando la llamé se puso a llorar. Estuvimos hablando hasta que cerró el bar. Me contó su vida. La ayudamos. Ha tenido dos hijas más y a una le ha puesto el nombre de mi hija. Se casó y vienen de vez en cuando a verme.

– Cuando no se logra el rescate, ¿cómo lo lleváis?

– Hay rescatadores a quienes esto les deja tan mal que no pueden volver. Pero lo cierto es que cuando se pone todo para que ese bebé tenga una oportunidad y viva, y esa mujer por la razón que sea no escucha, hay que tener toda la confianza en Dios. La fe está ahí: Dios está por encima de todo.

– ¿Hay esperanza de que seamos testigos de la prohibición del aborto?

– No solo hay esperanza, estoy superesperanzada. Conocí a Bernard Nathanson, médico responsable de miles de abortos y que se convertiría en un acérrimo defensor de la vida. Este hombre me cambió la vida. Él siempre decía que lo que quiere el enemigo es que perdamos la esperanza. Ahora está saliendo lo mejor de mucha gente. Es verdad que necesitamos mucha más gente, pero vamos a ser muchos más, aunque nos persigan.


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