Padre Philip Scott: “El Espíritu Santo vino como un rayo a liberarme de una vida de promiscuidad, fornicación, alcoholismo, peleas, mal humor”

* Es sacerdote peruano y fundador de la comunidad Familia de Jesús Sanador, dedica su apostolado al servicio del prójimo que sufre con las enfermedades físicas y del alma en la Amazonía peruana. Él sabe lo que es ser un enfermo… de borracheras y juerga. ¡Vaya si sabe!

* “En el verano de 1980, con veinte años de edad una noche sentí que ya estaba harto de saborear el pecado  y allí en ese instante Dios empezó literalmente a remecer mi conciencia. Entonces, me arrodillé y le dije al Señor «yo no sé ni quién eres, pero te entrego mi vida»”

Camino Católico.- Actualmente el padre Philip Scott, 61 años, socorre a los enfermos y otorga acompañamiento espiritual a familias que sufren con dolores físicos y espirituales en Puerto Maldonado, en la Amazonía peruana. Su mayor recomendación, dice, es entregar todo al Santísimo Sacramento, quien nos insta a tener un corazón dócil. “Una vez que uno tiene un encuentro con Cristo, todo el aprendizaje que ocurre es con una actitud de niño. Entonces, nosotros, en vez de ser fuertes frente a Dios, esto nos tiene que debilitar. La manera que Él lo hizo conmigo, es mostrar las heridas para saber quién las sana”. Publicamos el vídeo en el que el padre Scott cuenta el testimonio de su trabajo actual de atención al prójimo en el programa «Nuestra fe en vivo», presentado por Pepe Alonso, en la EWTN.

Una infancia sin afectos

Nacido en Miraflores, Lima, comenta  que en sus primeros años, sus padres “dieron un lindo ejemplo de matrimonio, pero no hubo conexión entre padre e hijos, crecimos huérfanos y eso nos llevó a auto criarnos”.

Así caería preso de las seducciones cuando en 1965 la familia aterriza en la gran manzana, cuna de liberales, en Nueva York. “Fue difícil ser latino y estar allá. Existía bastante dificultad, prejuicios y discriminación. Yo padecía por una herida paterna de mi corazón. Entonces, desde los 14 años me revelé, tenía una vida muy movida, se puede decir que viví en pecado mortal…”.

Surge la acción potente del Espíritu Santo

La farra y el intenso ritmo de aquellos tiempos se acaban abruptamente, cuando Philip vive un hecho extraordinario. “Tuve una gracia muy grande. En el verano de 1980, con veinte años de edad una noche sentí que ya estaba harto de saborear el pecado  y allí en ese instante Dios empezó literalmente a remecer mi conciencia. Entonces, me arrodillé y le dije al Señor «yo no sé ni quién eres, pero te entrego mi vida»”.

Pero el enemigo de Dios no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente y así fue como, casualmente, la noche siguiente, Philip encontró un folleto que promocionaba una lista de películas pornográficas… “Lo hojeé y comencé a ver qué película vería y en qué canal. Y de repente escucho la voz de Jesús, que me dice… «si de verdad has decidido seguirme, tienes que dejar esto». ¡Nunca pensé que la noche anterior el Señor había tomado en serio mi oración! Temblando, puse el folleto en la mesa y durante cuatro noches en esa misma semana, justo a la medianoche, me despertaba y la presencia del Señor llenaba mi cuarto de una manera tal que, honestamente, sabía que era Jesús y yo maravillado sentía la presencia, la fuerza del amor de Dios… y lo único que yo hacía era llorar por mis pecados”.

En ese momento, dice este hombre, recibió el don de la castidad… “No fue esfuerzo, me regaló una gracia increíble inicialmente”. Lo que Philip desconocía era que Dios había escuchado el clamor de otros. 

“Fue un amor purificante. Y lo gracioso es que yo no hice nada. Yo no hubiese dicho que andaba buscando a Dios… Él me andaba buscando a mí. Más tarde supe que muchos grupos de oración estaban rezando por mi conversión. Dios no necesita el permiso de nadie. El espíritu Santo vino como un rayo a liberarme de una vida de promiscuidad, fornicación, alcoholismo, peleas, mal humor andante. Nunca probé drogas, pero sí tenía un genio que daba miedo. Me confesé, pedí perdón a las chicas con las que me había involucrado, a personas con las que me había peleado. A una de ellas, recuerdo que hasta le envié un casette a otro país, donde estaba, para pedirle perdón”.

Transitó algún tiempo por el culto protestante pero gracias a la sana influencia de una novia colombiana que había llegado a su vida y un retiro de parejas en una parroquia de Washington DC donde ella le arrastró, nuevamente sería sorprendido por Dios. “Yo entré enamorado, y el sábado por la noche algo fuerte interiormente pasó. El sacerdote estaba predicando sobre ser Pescadores de Hombres. De repente una gracia cae sobre mí. Y yo ya no estaba consciente de ella. Estaba Jesús, el Padre y yo… y escuché estas palabras «hijo mío deja todo, ven y sígueme» y la idea del sacerdocio me llegó desde los pies hasta la cabeza”.

En 1998, padre Philip fundó su congregación y en 2008 junto a sus hermanos fueron llamados a adentrarse a la selva de Perú, para evangelizar al amparo de la Sagrada Familia y la Santísima Trinidad.

Publicado originalmente en Camino Católico  en agosto de 2013


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