Papa Francisco en el Ángelus, 1-11-2022: «¿Cómo trabajar por la paz? Abriéndonos a Jesús, estando frente a su Cruz, recibiendo en la Confesión el perdón y la paz. Es una gracia»

* «Puede surgir una última pregunta, que vale para todas las bienaventuranzas: ¿Conviene vivir así? ¿No es perdedor? Es Jesús quien nos da la respuesta: los que trabajan por la paz ‘serán llamados hijos de Dios’ (Mt 5,9): en el mundo parecen fuera de lugar, porque no ceden a la lógica del poder y del predominio, en el Cielo serán los más cercanos a Dios, los más parecidos a Él. Pero, en realidad, también aquí, el que prevarica se queda con las manos vacías, mientras el que ama a todos y no hiere a nadie gana: como dice el Salmo, ‘el pacífico tendrá porvenir’ (cf. Sal 37,37)»                                    

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Pasado mañana partiré para un Viaje apostólico al Reino de Baréin, donde permaneceré hasta el domingo. Será un Viaje caracterizado por el diálogo: participaré, de hecho, en un Forum que se centrará en la imprescindible necesidad de que Oriente y Occidente se acerquen por el bien de la convivencia humana. Pido a todos que me acompañen con la oración, para que cada encuentro sea una ocasión fructífera para sostener, en nombre de Dios, la causa de la fraternidad y de la paz, de la que nuestros tiempos tienen desesperada y urgente necesidad»

1 de noviembre de 2022.- (Camino Católico) Los santos no son personas que en su vida fueron perfectas, siempre lineales, precisas o “almidonadas», tal como nos lo revela el Evangelio, ha dicho el Papa a la hora del Ángelus del Día de Todos los Santos, en la Plaza de San Pedro, ante miles de fieles. Y ha explicado que las páginas que Mateo dedica a las Bienaventuranzas – que pueden considerarse el carné de identidad de los santos – “¡hablan de una vida a contracorriente y revolucionaria!».

Foto: Vatican Media

El Papa ha dicho que Jesús “no llama bienaventurados a aquellos que están en paz, sino a aquellos que hacen la paz, los constructores, los que trabajan por la paz”. Y añade que “de hecho, la paz hay que construirla y como toda construcción, requiere compromiso, colaboración, paciencia”. Es un concepto de paz diferente al que solemos pensar: querer «estar en paz, que te dejen en paz, no tener problemas sino tranquilidad… La paz no se alcanza conquistando o derrotando a alguien, nunca es violenta, nunca es armada

En su diálogo ideal con los presentes en la Plaza de San Pedro el Obispo de Roma pregunta: “¿Cómo convertirse, entonces, en alguien que trabaja por la paz?”.

“Ante todo – dice – es necesario desarmar el corazón. ¿Cómo? Abriéndose a Jesús, que es ‘nuestra paz’ (Ef 2, 14); estando frente a su Cruz, que es la cátedra de la paz; recibiendo de Él, en la Confesión, ‘el perdón y la paz’. De aquí se empieza, porque ser operadores de paz, ser santos, no es una capacidad nuestra, es un don suyo, es una gracia… Esto es construir la paz. Perdonar, cuidar a los más pequeños, curar las injusticias”.

Puede surgir una última pregunta dice el Papa Francisco a los fieles y peregrinos: “¿Conviene vivir así? ¿No es perdedor?”. “Es Jesús quien nos da la respuesta: los que trabajan por la paz ‘serán llamados hijos de Dios’ (Mt 5,9): en el mundo parecen fuera de lugar, porque no ceden a la lógica del poder y del predominio, en el Cielo serán los más cercanos a Dios, los más parecidos a Él”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Foto: Vatican Media

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz fiesta, buenos días!

Hoy festejamos a todos los Santos y podríamos tener una impresión errónea: podríamos pensar que celebramos a aquellas hermanas y a aquellos hermanos que en vida han sido perfectos, siempre rectos, precisos, incluso “almidonados”. En cambio, el Evangelio de hoy desmiente esta versión estereotipada, esta “santidad de estampa”. De hecho, las Bienaventuranzas de Jesús (cf. Mt 5,1-12), que son el carné de identidad de los santos, muestran todo lo contrario: ¡hablan de una vida a contracorriente, de una vida revolucionaria! Los santos son los verdaderos revolucionarios.

Tomemos, por ejemplo, una bienaventuranza muy actual: «Bienaventurados los que trabajan por la paz» (v. 9), y veamos cómo la paz de Jesús es muy diferente de lo que imaginamos. Todos deseamos la paz, pero a menudo lo que nosotros queremos no es precisamente la paz, es estar en paz, que nos dejen en paz, no tener problemas sino tranquilidad. Jesús, en cambio, no llama bienaventurados a los tranquilos, a aquellos que están en paz, sino a aquellos que hacen la paz y luchan por hacer la paz, a los constructores, a los que trabajan por la paz. De hecho, la paz hay que construirla y como toda construcción, requiere compromiso, colaboración, paciencia. A nosotros nos gustaría que la paz lloviera de lo alto, y en cambio, la Biblia habla de la  «semilla de paz» (Zc 8,12), porque germina del terreno de la vida, de la semilla de nuestro corazón; crece en silencio, día tras días, a través de obras de justicia y de misericordia. Como nos muestran los testimonios luminosos que festejamos hoy. Es más, se nos hace creer que la paz llega con la fuerza y la potencia: para Jesús es lo contrario. Su vida y la de los santos nos dicen que la semilla de paz, para crecer y dar fruto, debe antes morir. La paz no se alcanza conquistando o derrotando a alguien, nunca es violenta, nunca es armada. Estaba viendo en el programa “A Sua Immagine” [A su imagen], a tantos santos y santas que lucharon, hicieron la paz pero con el trabajo, dando la propia vida, ofreciendo la vida.

Foto: Vatican Media

¿Cómo convertirse, entonces, en alguien que trabaja por la paz? Ante todo, es necesario desarmar el corazón. Sí, porque estamos todos equipados con pensamientos agresivos, uno contra otro, con palabras cortantes y pensamos en defendernos con el alambre de espino de la queja y con los muros de cemento de la indiferencia; y entre quejas e indiferencia nos defendemos, pero esto no es la paz, esto es la guerra. La semilla de la paz pide que se desmilitarice el campo del corazón. ¿Cómo está tu corazón? ¿Está desmilitarizado o está tanto con estas cosas, con las quejas y la indiferencia, con la agresión? Y, ¿cómo se desmilitariza el corazón? Abriéndonos a Jesús, que es «nuestra paz» (Ef 2,14); estando frente a su Cruz, que es la cátedra de la paz; recibiendo de Él, en la Confesión, «el perdón y la paz». Desde aquí se empieza, porque ser operadores de paz, ser santos, no es una capacidad nuestra, es un don suyo, es una gracia.

Hermanos y hermanas, mirémonos dentro y preguntémonos: ¿Somos constructores de paz? ¿Allí donde vivimos, estudiamos y trabajamos, llevamos tensión, palabras que hieren, chácharas que envenenan, polémicas que dividen? O ¿abrimos la vía de la paz: perdonamos a quien nos ha ofendido, nos ocupamos de los que se encuentran en los márgenes, reparamos alguna injusticia ayudando a quien menos tiene? Esto se llama construir la paz.

Puede surgir una última pregunta, que vale para todas las bienaventuranzas: ¿Conviene vivir así? ¿No es perdedor? Es Jesús quien nos da la respuesta: los que trabajan por la paz «serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9): en el mundo parecen fuera de lugar, porque no ceden a la lógica del poder y del predominio, en el Cielo serán los más cercanos a Dios, los más parecidos a Él. Pero, en realidad, también aquí, el que prevarica se queda con las manos vacías, mientras el que ama a todos y no hiere a nadie gana: como dice el Salmo, “el pacífico tendrá porvenir” (cf. Sal 37,37).

Que la Virgen María, Reina de todos los santos, nos ayude a ser constructores de paz en la vida de cada día.

Foto: Vatican Media

Oración del Ángelus:

Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.
Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave Maria…

Foto: Vatican Media

Ecce ancílla Dómini.
Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave Maria…

Et Verbum caro factum est.
Et habitávit in nobis.
Ave Maria…

Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.
Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.

Orémus.
Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,
méntibus nostris infunde;
ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.

Amen.

Gloria Patri… (ter)
Requiem aeternam…

Benedictio Apostolica seu Papalis

Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.
Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,
Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.

Amen.

Foto: Vatican Media

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Pasado mañana partiré para un Viaje apostólico al Reino de Baréin, donde permaneceré hasta el domingo. Ya desde ahora deseo saludar y agradecer de corazón al rey, a las autoridades, a los hermanos y a las hermanas en la fe y a toda la población del país, especialmente a  quienes desde hace tiempo están trabajando en la preparación de esta visita. Será un Viaje caracterizado por el diálogo: participaré, de hecho, en un Forum que se centrará en la imprescindible necesidad de que Oriente y Occidente se acerquen por el bien de la convivencia humana; tendré la oportunidad de conversar con representantes religiosos, en particular islámicos. Pido a todos que me acompañen con la oración, para que cada encuentro y cada evento sea una ocasión fructífera para sostener, en nombre de Dios, la causa de la fraternidad y de la paz, de la que nuestros tiempos tienen desesperada y urgente necesidad.

Foto: Vatican Media

Os saludo con afecto a todos vosotros, romanos y peregrinos llegados de Italia y de diferentes países. En particular, saludo a los fieles de Setúbal, en Portugal y a los adolescentes de la profesión de fe de Cassina de’ Pecchi, diócesis de Milán.

Me alegra acoger a los participantes de la Carrera de los Santos, promovida por la Fundación “Misiones Don Bosco”, para vivir en una dimensión de fiesta popular  la festividad de Todos los Santos. ¡Gracias por vuestra hermosa iniciativa y por vuestra presencia!

Queridos hermanos y hermanas por favor, no nos olvidemos de la martirizada Ucrania: recemos por la paz, recemos para que en Ucrania haya paz.

El día de mañana está dedicado a la conmemoración de todos los fieles difuntos. Además de llevar a cabo la tradicional visita a las tumbas de nuestros seres queridos, invito a recordarles en la oración de sufragio, especialmente durante la Santa Misa.

Os deseo a todos una feliz fiesta. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Francisco


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