Papa Francisco en el Ángelus, 12-3-2023: «’Dame de beber’, la petición de Jesús a la samaritana, que nos pide a todos que nos hagamos cargo de la sed ajena compartiendo su amor»

* «El Evangelio de hoy nos ofrece a cada uno de nosotros el agua viva que puede hacer que nos convirtamos en fuente de refrigerio para los demás. Y entonces, como la samaritana, que dejó su ánfora en el pozo y fue a llamar a la gente del pueblo (cf. v. 28), tampoco nosotros pensaremos solo en saciar nuestra sed, nuestra sed material, intelectual o cultural, sino que, con la alegría de haber encontrado al Señor, podremos saciar la sed de los demás: dar sentido a la vida de los demás, no como amos sino como servidores de esta Palabra de Dios que nos ha dado sed, que nos da sed continuamente; podremos entender su sed y compartir el amor que Él nos dio a nosotros»                                             

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «El viernes próximo, 17 de marzo y el sábado 18 se renovará en toda la Iglesia la iniciativa “24 horas para el Señor”: un tiempo dedicado a la oración de adoración y al sacramento de la Reconciliación. En la tarde del viernes me dirigiré a una parroquia romana para la celebración penitencial. Hace un año, en este contexto, llevamos a cabo el solemne Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María, invocando el don de la paz. Que nuestra encomienda no decaiga, que no vacile nuestra esperanza. El Señor escucha siempre las súplicas que su pueblo le dirige por la intercesión de la Virgen Madre. Permanecemos unidos en la fe y en la solidaridad con nuestros hermanos que sufren a causa de la guerra; sobre todo no olvidamos al martirizado pueblo ucraniano»      

12 de marzo de 2023.- (Camino Católico)  Antes de rezar el Ángelus de este tercer domingo de Cuaresma, con los fieles y peregrinos que se dieron cita a mediodía en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco ha comentado el Evangelio propuesto por la liturgia del día, que nos presenta el encuentro de Jesús con la mujer samaritana cuando los discípulos se habían detenido con él cerca de un pozo de Samaria. Tal como lo relata san Juan en su Evangelio (4, 5-42), la escena describe a Jesús sediento y cansado, que se encuentra en el pozo con la samaritana.

Foto: Vatican Media

El Santo Padre explicó, con esta imagen del abajamiento de Dios, que “en Jesús, Dios se hizo uno de nosotros; sediento como nosotros, sufre la misma sed que nosotros”. Por esta razón, al contemplar esta escena, cada uno de nosotros puede decir: el Señor, el Maestro, «me pide de beber».

El Papa ha dicho que la sed de Jesús “no es sólo física, sino que expresa lo más profundo de nuestra vida: es sobre todo sed de nuestro amor”. Y añade que esta sed “aflorará en el momento culminante de la pasión, en la cruz; allí, antes de morir”, cuando Jesús dirá: «Tengo sed». “Pero el Señor, que pide de beber, es el que da de beber: al encontrarse con la samaritana, le habla del agua viva del Espíritu Santo, y desde la cruz derrama sangre y agua de su costado traspasado”.

Francisco prosiguió afirmando que “Jesús, sediento de amor, sacia nuestra sed con el amor. Y hace con nosotros como con la samaritana: se acerca a nosotros en nuestra vida cotidiana, comparte nuestra sed, nos promete el agua viva que hace brotar en nosotros la vida eterna”. El Pontífice abordó asimismo un segundo aspecto de la frase “dame de beber”. Y dijo que estas palabras no son sólo la petición de Jesús a la samaritana, sino un llamamiento – a veces silencioso – que nos alcanza cada día y nos pide que nos hagamos cargo de la sed de los demás”.

Dame de beber nos dice cuántos – en la familia, en el trabajo, en los demás lugares que frecuentamos – tienen sed de cercanía, de atención, de escucha; los que tienen sed de la Palabra de Dios y necesitan encontrar en la Iglesia un oasis donde beber. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Foto: Vatican Media
PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro, Vaticano
Domingo, 12 de marzo de 2023

Queridos hermanos y hermanas, buenos días, ¡feliz domingo!

Este domingo el Evangelio nos presenta uno de los encuentros más hermosos y fascinantes de Jesús, con la mujer samaritana (cf. Jn 4,5-42). Jesús y los discípulos hacen una parada junto a un pozo en Samaria. Llega una mujer y Jesús le dice: «Dame de beber» (v. 7). Quisiera detenerme precisamente en esta expresión: Dame de beber.

La escena nos muestra a Jesús sediento y cansado, que se encuentra en el pozo de la samaritana en la hora más calurosa a mediodía, y como un mendigo pide algo fresco. Es una imagen del abajamiento de Dios: Dios se abaja en Jesucristo por la redención, viene a nosotros. En Jesús, Dios se hizo uno de nosotros, se abajó; sediento como nosotros, sufre nuestra misma canícula. Contemplando esta escena, cada uno de nosotros puede decir: el Señor, el Maestro, «me pide beber. Tiene, por lo tanto, sed como yo. Tiene mi sed. ¡Estas cerca de mí realmente, Señor! Estas vinculado a mi pobreza – ¡no puedo creerlo! – me has tomado desde abajo, desde lo más bajo de mí mismo, donde nadie puede alcanzarme» (P. Mazzolari, La Samaritana, Bolonia 2022, 55-56). Y tú viniste a mí, desde abajo, y me tomaste desde allí, porque tenías, y tienes, sed de mí. La sed de Jesús, de hecho, no es solo física, expresa las sequedades más profundas de nuestra vida: es sobre todo la sed de nuestro amor. Es más que un mendigo, está sediento de nuestro amor. Y emergerá en el momento culminante de la pasión, en la cruz; allí, antes de morir, Jesús dirá: «Tengo sed» (Jn 19,28). Aquella sed de amor que lo llevó a descender, a abajarse, a ser uno de nosotros.

Foto: Vatican Media

Pero el Señor, que pide beber, es Aquel que da de beber: al encontrarse con la samaritana le habla del agua viva del Espíritu Santo y desde la cruz derrama sangre y agua desde su costado atravesado (cf. Jn 19,34). Jesús, sediento de amor, sacia nuestra sed con amor. Y hace con nosotros como con la samaritana: se acerca a nosotros en lo cotidiano, comparte nuestra sed, nos promete el agua viva que hace brotar en nosotros la vida eterna (cf. Jn 4,14).

Dame de beber. Hay un segundo aspecto. Estas palabras no son solo la petición de Jesús a la samaritana, sino un llamamiento – a veces silencioso – que cada día se eleva hacia nosotros y nos pide que nos hagamos cargo de la sed ajena. Dame de beber nos dicen quienes – en la familia, en el lugar de trabajo, en el resto de lugares que frecuentamos – tienen sed de cercanía, de atención, de escucha; nos lo dice quien tiene sed de la Palabra de Dios y necesita encontrar en la Iglesia un oasis donde beber. Dame de beber es el llamamiento de nuestra sociedad, donde la prisa, la carrera por el consumo y, sobre todo, la indiferencia, esta cultura de la indiferencia, generan aridez y vacío interior. Y – no lo olvidemos – dame de beber es el grito interior de tantos hermanos y hermanas a los que les falta el agua para vivir, mientras se sigue contaminando y estropeando nuestra casa común; y también esta, agotada y reseca, “tiene sed”.

Frente a estos desafíos, el Evangelio de hoy nos ofrece a cada uno de nosotros el agua viva que puede hacer que nos convirtamos en fuente de refrigerio para los demás. Y entonces, como la samaritana, que dejó su ánfora en el pozo y fue a llamar a la gente del pueblo (cf. v. 28), tampoco nosotros pensaremos solo en saciar nuestra sed, nuestra sed material, intelectual o cultural, sino que, con la alegría de haber encontrado al Señor, podremos saciar la sed de los demás: dar sentido a la vida de los demás, no como amos sino como servidores de esta Palabra de Dios que nos ha dado sed, que nos da sed continuamente; podremos entender su sed y compartir el amor que Él nos dio a nosotros. Se me ocurre hacer esta pregunta, a mí y a vosotros: ¿Somos capaces de entender la sed de los demás? ¿La sed de la gente, la sed de tantos en mi familia, en mi barrio? Hoy podemos preguntarnos: ¿Yo tengo sed de Dios, me doy cuenta de que necesito su amor como el agua para vivir? Y después, yo que estoy sediento, ¿me preocupo de la sed de los demás, la sed espiritual, la sed material?

Que la Virgen interceda por nosotros y nos sostenga en el camino.

Foto: Vatican Media

Oración del Ángelus:

Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.
Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave Maria…

Foto: Vatican Media

Ecce ancílla Dómini.
Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave Maria…

Et Verbum caro factum est.
Et habitávit in nobis.
Ave Maria…

Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.
Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.

Orémus.
Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,
méntibus nostris infunde;
ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.

Amen.

Gloria Patri… (ter)
Requiem aeternam…

Benedictio Apostolica seu Papalis

Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.
Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,
Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.

Amen.

Foto: Vatican Media

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

¡Queridos hermanos y hermanas!

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de tantos países, en particular a los fieles llegados de Madrid y de Spalato.

Foto: Vatican Media

Saludo a los grupos parroquiales de Padova, Caerano San Marco, Bagolino, Formia y Sant’Ireneo en Roma.

El viernes próximo, 17 de marzo y el sábado 18 se renovará en toda la Iglesia la iniciativa “24 horas para el Señor”: un tiempo dedicado a la oración de adoración y al sacramento de la Reconciliación. En la tarde del viernes me dirigiré a una parroquia romana para la celebración penitencial. Hace un año, en este contexto, llevamos a cabo el solemne Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María, invocando el don de la paz. Que nuestra encomienda no decaiga, que no vacile nuestra esperanza. El Señor escucha siempre las súplicas que su pueblo le dirige por la intercesión de la Virgen Madre. Permanecemos unidos en la fe y en la solidaridad con nuestros hermanos que sufren a causa de la guerra; sobre todo no olvidamos al martirizado pueblo ucraniano.

Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Francisco


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